CULTURA / ESPECTáCULOS › PLASTICA. DOS SERIES DE PINTURAS DE CLORINDO TESTA EN EL CASTAGNINO
Bajo el título 1/100 manzanas en una ciudad, el viernes inauguró la exposición de obras del célebre artista y arquitecto, cuyas pinturas siempre son, en cuanto a su poética, dibujos. En esta magnífica muestra se reúnen sus trabajos últimos.
› Por Beatriz Vignoli
1/100 manzanas en una ciudad, la muestra de pinturas de Clorindo Testa en el Museo Castagnino (Boulevard Oroño y Avenida Pellegrini), se inauguró el viernes en una Rosario a pleno debate sobre la función social de la arquitectura: una cuestión que atraviesa la obra del artista y arquitecto argentino fallecido el año pasado a los 89 años.
El marco previsto fue la novena edición de la Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU), iniciativa del Gobierno de España que con participación de talento local y apoyo de organismos oficiales locales se desarrolló del 13 al 17 con sede en Rosario, habiendo sido sus anfitrionas Madrid (en 1998), México DF, Santiago de Chile, Lima, Montevideo, Lisboa, Medellín y Cádiz (todas las ponencias pueden verse en video en http://ixbiaurosario2014.org).
Lo imprevisto fue el chistoso eco de animal doméstico que el colectivo rosarino Arquitectos Sindicados hizo a la BIAU: la MIAU (Movida Independiente de Arquitectos y Urbanistas; la sigla nació después), que el sábado concentró múltiples actividades en Distrito 7. Se trata de arquitectos egresados de la UNR que buscan organizarse como sindicato de trabajadores y no ya como colegio de profesionales. Su nuevo boletín puede leerse en http://arqsindicadxs.wordpress.com.
Para redondear el balance positivo: lo que se pensó que iba a ser un choque entre la Barcelona argentina y la ciudad de los comegatos halló su síntesis en muchos carlitos amables. Atrás quedó la polémica sobre la fachada negra del Castagnino, ya vuelta invisible por el hábito, si bien es parte de otra muestra del museo, Ampliación, que continúa allí y también fue pensada para coincidir con la BIAU.
Clorindo Testa soñaba con construir barcos y terminó proyectando y realizando el Hospital Naval de Buenos Aires. Cuentan que cuando se excavó para realizar su proyecto de la Biblioteca Nacional, edificio apodado e imaginado, ya desde los bocetos, como "el gliptodonte", se encontró y desenterró un fósil de ese animal prehistórico pampeano. El azar objetivo surrealista parece haber embellecido las ricas nueve décadas de vida de este arquitecto y pintor que (apelando una vez más a la síntesis superadora) todo lo resumió en un arte: el del dibujo.
Las pinturas de Clorindo Testa siempre son, en cuanto a su poética, dibujos; y las reunidas en esta magnífica muestra son, en todo sentido, las últimas. Testa pintaba como si dibujara y dibujaba, a su vez, como si proyectara, como si ideara espacios habitables futuros al pulso veloz de su imaginación; por eso es tan conmovedor ese quiebre sutil que se ve aquí, a partir de las pinturas de los 85 años. El trazo es sincero, no miente; es visceral, informalista; permite la quiromancia de leer alguna subjetividad. Hay que leer las fechas. Ese quiebre casi imperceptible tuvo lugar entre 2008 y 2009.
Señala en su texto de sala el curador, Juan Fontana, que en esta serie (comenzada por Testa en 2002) se puede descifrar la figura del damero o cuadrícula, que desde las Leyes de Indias signó "los primeros trazados fundacionales". Hay que leer los títulos. Dicen cosas como Pequeña ciudad con plaza en el centro. Después cambian. Se vuelven formalistas, concretos, literales: Siete cuadrados azules.
El hundimiento del espacio como representación y proyecto es simultáneo a la complejización y eventual desaparición de las líneas verticales. La cuadrícula negra de base que hasta 2008 inclusive tomaba todo el plano, atraviesa varias metamorfosis: en obras de ese período, se adensa hasta volverse pleno negro, toma sólo la mitad o se fractura en diagonales. En 2009 quedan sólo los trazos negros horizontales, como renglones de una delicada escritura caligráfica. Y es que algo más cae: cae la furia, la angst expresionista que era el tono de aquellos trazos de pintura que se comportaba como tinta.
Otra serie casi historietística, realizada en 1996, muestra viñetas gigantes sobre cómo se habitan los edificios de Buenos Aires.
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