Lun 30.03.2015
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › EL ESTRENO DE EN UN PATIO DE PARíS, DE PIERRE SALVADORI

Historia de soledades y de extravíos

Una anónima comedia humana viste ropa de entrecasa y despierta al asombro desde el vacío existencial en el patio de un escondido edificio de un alejado suburbio parisino. Sensaciones inesperadas que asoman a partir de una rajadura

› Por Emilio A. Bellon

Era muy difícil imaginar entonces, en aquellos primeros años de su actuación, que esta nueva criatura alentada por Roger Vadim, en los primeros años '60, ícono de una refinada y perversa sexualidad, a medida que pasaran los años podría llegar a mostrarse en ropa de entrecasa o bien como en el excepcional film de Lars Von Trier, Bailarina en la oscuridad, del 2000, vistiera un overol en esa fábrica en la que tiene como amiga a una sufrida inmigrante, rol que asume la cantante Bjork. Hace ya años que la actriz marcó un giro en la construcción de sus personajes y que logró ir más allá de los enigmáticos personajes de Belle de Jour, Tristana, ambos del eximio Luis Buñuel.

E igualmente de aquel alucinado personaje que nos ofreció en la polémica y muy debatida Repulsión, de Roman Polanski, el primer film que coloca al hoy tan controvertido y aclamado director en la escena internacional. Fue en Repulsión en donde Catherine Deneuve, componiendo a una manicura, se nos muestra presa de una obsesión, en espacios claustrofóbicos, entregada pacientemente a una mirada amenazante respecto del sexo. Una rajadura en una pared abre a una historia surreal, pesadillesca; una fisura en su cotidianeidad nos arroja al abismo.

A sesenta años de aquel film, la grieta se vuelve a hacer presente en este film de Pierre Salvadori que escenifica el vacío existencial y el sinsentido en el patio de entrada de un escondido edificio de un alejado suburbio. En ese espacio se entrelazan diferentes modos de saludarse y temerse, de acercarse y rechazarse, de protegerse y exhibirse. Es una comedia humana que se representa entre los bastidores de un relato que dispara en tono de comedia, que nos regala momentos de gran regocijo; pero, que, pausadamente, nos lleva a percibir ese espacio desconocido que comienza a asomar a partir de esa temible rajadura.

Una fisura que se irá extendiendo y logrando un efecto multiplicador, no sólo en esa casa que acusa desgaste, deterioro, sino en las zonas vecinas. Personajes que, desde su singularidad, nos abren las puertas para que descubramos sus pequeños mundos, sus secretos y mañías.Y una Mathilde volcada generosamente a labores solidarias, a la lectura de un inquilino no vidente. Asimismo, personajes que irrumpen en el medio de la noche, que vagan insomnes, uno que ladra desde su balcón a la luna; otro que deja sus mesiánicos anuncios en desgastados buzones. En la parte de arriba, mirando hacia un recortado cielo, cada uno de ellos modela su diario vivir desde su condición de antihéroe. Y en el subsuelo anida una creciente sospecha. Entre ambos territorios, bicicletas acumuladas que despiertan mucho más que un interrogante.

Desde la mirada de alguno de ellos, o bien de varios, reconocemos al personaje capturado por sus obsesiones, el mismo que asumía Roman Polanski en su magnético film, El inquilino, de 1976. Por sus pasillos oscuros desfila ese temor como una vaga atmósfera que se expande, sacudido, ocasionalmente, por momentos que mueven a la risa. Y hay situaciones, como la de la visita de Mathilde junto con su amigo portero, Antoine, un ex músico desesperanzado, ese gran confidente, a su casa de la infancia que pone en entredicho la linealidad del tiempo. Y aquí una Deneuve que nos lleva al aplauso en su reclamo, en su manera de ubicarse y comportarse en un ámbito que ya no le pertenece.

Bien podríamos decir que todo esto comienza cuando un día, señores lectores, llega a este edificio, guiado por una agencia de empleos, un hombre de mediana edad, un tanto desaliñado, apoltronado en su dolor, que a medida que pasan las horas comenzará a escuchar a los tan queribles, particulares y tan cercanos a nosotros, residentes de ese lugar. Desde sus gestos de ternura y su comprensión, en ese espacio poblado de viejos residuos, comenzarán a florecer otros vínculos.

EN UN PATIO DE PARIS. Calificación: ocho (8).

("Dans la cour"). Francia, 2014.

Dirección: Pierre Salvadori

Guión: Pierre Leotard y P. Salvadori

Fotografía: Gilles Henry

Música: Grégoire Hetzel

Intérpretes: Catherine Deneuve, Gustave de Kervern, Feodor Atkine,

Pio Marmai, Nicolas Bouchaud, Oleg Kiepcluk, Adelme Moreau.

Duración: 95 minutos.

Sala de estreno: cine Del Centro.

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