CULTURA / ESPECTáCULOS › LA ROSA PúRPURA DE EL CAIRO SE REPONE HOY EN MADRE CABRINI
Desde hace algunas semanas, los días lunes la sala Madre Cabrini, en su segunda función, a las 20.30, sigue sorprendiendo con una reposición -que siempre merece ser bienvenida- de la filmografía del tan esperado, aplaudido y en algunos casos discutido, Woody Allen. Y esta noche, este creador nacido en Brooklyn el primer día del mes de diciembre de 1935, nos reserva una historia ambientada en los años de la Depresión, una fábula que se anima desde la mirada de una joven camarera que encuentra en la pantalla su refugio y su mundo de ilusiones.
Esta noche, como tantas noches, el cine despierta a la manera de entonces, de aquellos años, en que se pensaba como todo un ritual. Y así tras un clásico western de mediados de los 50, Hombre sin rumbo (Manwithout a star), con las actuaciones de Kirk Douglas, Jeanne Crain, Claire Trevor, anunciado a las 18.30, se podrá volver a ver ese casi mágico, fabulesco film, que es La rosa púrpura de El Cairo, estrenado en el cine Gran Rex de Rosario un 26 de septiembre de hace treinta años.
Presentado a posteriori de esa sensible, melancólica obra que es Broadway Danny Rose y antes de su tan admirada comedia dramática Hannah y sus hermanas (una partitura narrativa que evoca a Anton Chejov), el film que hoy ofrece esta familiar sala permite participar de un juego de ficciones, en torno a nuestra condición de espectadores en una sala de cine. En este ámbito tan querible para tantas generaciones, el personaje femenino, Cecilia, casada con un hombre entregado al juego y a la bebida, oprimida por su trato humillante, pasará a ser esa feliz espectadora que va a vivir su propia y exótica historia de amor.
En la órbita del llamado "cine de los teléfonos blancos", en esos años desesperanzados, Allen ubica este relato, desde un guión de su propia autoría, y con una banda sonora tan reconocible por la elección de los temas, se nos permite a todos participar al son del personaje central.
En este film que se puede pensar como una declaración de amor al cine, el personaje de Cecilia está intepretado por su entonces pareja, Mia Farrow, con quien Allen compartirá cartel en diez films. Junto a ella, quien asiste diariamente al cine Jewel de su barrio, en Nueva York, actúan Jeff Daniels, Danny Aiello, Diane Wiest, Stephane Farrow, entre otros. El director de fotografía Gordon Willis, nombre presente en numerosos films, alterna el color y el blanco y negro en esta comedia eufórica y nostálgica que borra las fronteras entre el sueño y esta llamada otra realidad. Como el mismo Willis declaró a la prensa, "la gama de grises es mucho más rica (como lo habíamos planteado en Manhattan) que los apagados y anodinos colores del mundo exterior". Y como era de esperar en el cine de Allen, las referencias cinéfilas son constantes. Particularmente, en un momento clave, bailan para nosotros Ginger Rogers y Fred Astaire.
En un momento del film, el personaje interpretado por Jeff Daniels, vestido para un safari, saldrá de la pantalla ante la mirada atónita y ensoñada de Cecilia. Y tomándola de la mano, ante todos los desconcertados espectadores, se lanzará a la fuga. Minutos después, la besa y al hacerlo tiene lugar el siguiente diálogo:
-¿Y no llega el fundido?
-¿Qué dices?
-Siempre cuando el beso es muy ardiente, muchos antes de la gran intimidad, se funde la imagen.
A partir de esta observación, el personaje nos lleva a considerar el peso que tuvo el llamado Código Hays, establecido a principios de los años treinta, que fijaba prohibiciones, cortes de censura, respecto de ciertos temas, situaciones, motivos. Igualmente esta apreciación vale para los "besos robados" en Cinema Paradiso, entrañable film de Giuseppe Tornatore.
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