Sáb 19.08.2006
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS

"Mi estrategia es que trato a toda una sala como si fuera un niño solo"

Luis María Pescetti pergeñó "¡Qué público de porquería!", show -y disco incluido- que presenta hoy y mañana en La Comedia. "Sin las reacciones de los chicos los discos no serían lo que son", dijo.

› Por Fernanda González Cortiñas

Cansado de que el nene de la primera fila siempre se quiera subir al escenario, de que alguno del fondo le grite qué tiene que cantar, del que hace ruido con el celofán de los caramelos, del que tose todo el tiempo; harto de la mamá que lleva el bebé que llora, del papá que le suena el celular, de la abuela que chista, de la tía que se ríe cuando no hay que reírse; podrido de los que piden "u﷓na﷓más, ynojodemosmás", de los que piden dedicatorias especiales, de los que no entienden los chistes y de los que no colaboran con el espectáculo, Luis María Pescetti pergeñó ¡Qué público de porquería!, un show que ﷓-con disco incluido-﷓ viene a presentar a Rosario este fin de semana en el Teatro La Comedia.

En dos únicas funciones, hoy y mañana a las 16.30, este músico, escritor y animador cultural santafesino, nacido en San Jorge pero que vive a medio camino entre Buenos Aires y el Distrito Federal, arribará a la ciudad para dar a conocer sus nuevas canciones y, --muy a pesar suyo, como se lo hará saber al auditorio-- seguramente también tendrá que tocar alguno de sus clásicos con vampiros de dientes podridos, niños caníbales y ballenas que quieren esquiar.

--¿Con qué tipos de público ha tenido que lidiar?

--Lidiar, lidiar, más con los padres que con los niños. Después en general los públicos son todos bastante parecidos. Uno puede pensar en el temas de los modismos, pero nada más. Las diferencias grandes no son entre chicos de distintas ciudades, sino de distintas realidades sociales. A lo mejor un chico de Rosario se parece más a uno de Madrid que a uno de Tilcara. Lo que cambia son los estímulos que ha tenido cada uno. El acceso a los medios, la dinámica urbana, sin duda ésos son los grandes homogeneizadores. Pero en líneas generales el público siempre me da satisfacciones.

Después de pedirle a seguridad que retire a los chicos que aplauden a destiempo, de amenazar con que una grúa gigante se llevará a los que no participan y de hacer callar a más de un irrespetuoso, Pescetti parece haberse cansado de eufemismos y va directo al grano. "El público se inventó para aplaudir", le explica a la gente. "Este es mi show y hago lo que se me da la gana", suele disparar con tono flemático en el medio de un monólogo si a alguien se le ocurre la disparatada idea de pedirle una canción. Igualmente no vacila en pedir luz de sala y apuntar con pelos y señales a un papá que no aprende la rima o en retar a una mamá que no sabe cocinar o a los chicos de atrás porque no cantan.

"Mi estrategia es que trato a toda una sala como si fuera un niño solo. Entonces en vez de dirigirme a 'La Niñez', como si fuera un colectivo sobre el recaen responsabilidades tan grandes como ser la generación del futuro o la esperanza de la humanidad, les hablo como si lo hiciera con uno solo, un chico común y corriente. También me gusta ponerme por debajo de los chicos y hacerles de espejo. Entonces a veces me pongo caprichoso como se ponen ellos y me pongo tirano y les grito que se callen, que estoy hablando yo, y esas cosas. Se matan de risa. Eso hace que el chico se sienta que está por arriba tuyo, que tiene el poder".

Con la participación de Cordal Swing (joven y talentosa agrupación de jazz de La Plata), Pablo Mitilineos y Gabriel Spiller, en este nuevo álbum Pescetti pone un especial énfasis en lo musical.

Sin dejar de lado las entretenidas letras, los divertidos monólogos y sus ya clásicos interludios con parvas de chistes malos, en ¡Qué público de porquería!, Pescetti vuelve a abordar los temas universales como la escuela, la comida, el amor y los mocos.

--Este es el cuarto, ¿qué ventajas y qué desventajas presenta el grabar discos en vivo?

--Para mí el público tiene el estatus de "artista invitado". Sin las reacciones de los chicos los discos no serían lo que son. Es más, ver la reacción de los chicos escuchando los discos es alucinante. Hay una anécdota de una nena de cinco años a la que la mamá le regaló el disco. Mientras lo escuchaba le dijo: "pero mamá, yo quiero estar ahí, adentro".

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