Una rica diversidad de es lo que ofrece este mes la galería Krass Artes Plásticas (San Martín 631). Las xilografías y gofrados de la grabadora rosarina Nelly García Arpesella, las pinturas de Luchi Collaud y de Adrián Carnevale, y las esculturas en metal de este último configuran un variado panorama de maduros lenguajes expresivos.

Nelly García Arpesella rinde un emotivo homenaje, a través de su serie de grabados "Barcelona, zona bastarda" a su hijo, el músico Jorge Quintana, fallecido en aquella ciudad el año pasado. El mapa de la urbe catalana, junto con otros símbolos alusivos (cruces, la rosa de los vientos, una figura femenina sin rostro) sustenta argumentalmente la trama de unos trazos, intensos y genuinos como cicatrices o raíces. Herida más que simplemente grabada, una misma matriz se estampa sobre distintos soportes y las imágenes adquieren distintos tonos: la densa tinta negra de las xilografías sobre partituras impresas en papel marrón le hace un sólido contrapunto al blanco luminoso de los gofrados y a su sereno silencio. Es un trabajo de duelo, y a la vez una obra gráfica de excelente calidad. Nelly García Arpesella es actriz y marchand, además de artista plástica.

Luchi Collaud y Adrián Carnevale viven y exponen juntos desde hace veinte años, repartiendo su tiempo entre Rosario, donde nació él, y la Casa Taller del Espinillo en Hasenkamp, provincia de Entre Ríos, de donde es oriunda ella. Desde hace aproximadamente una década están representados por dos galerías: Krass y la porteña Hoy en el Arte de Teresa Nachman. Antes de eso participaron en numerosas muestras colectivas, cosechando premios en Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires y Rosario. Llevan diez años realizando muestras, principalmente en museos, con el grupo Espinal, que incluye a otras dos parejas de artistas: a los santafesinos Gabriela Pertovt y Gabriel Guillot se suman Rosa Audisio y Luis Abraham, ambos de General Pico (La Pampa).

La pintora Luchi Collaud despliega en gran formato (un metro cuadrado, aproximadamente) un repertorio de imágenes que se va ampliando y enriqueciendo en cada serie con nuevos temas; a los "Recuerdos de familia" (combinaciones extrañamente oníricas de objetos familiares) se suman ahora imágenes más celebratorias, relacionadas con la maternidad, los juegos infantiles, y el paisaje ribereño. Se destaca "Fiesta en la isla", una obra madura donde elementos planos, historietísticos, dibujados con el pincel en colores puros y contornos negros netos, se incorporan a un fondo profundamente espacial trabajado desde la abstracción.

Adrián Carnevale ha hecho varios viajes de investigación de las culturas diaguitas del Noroeste argentino y los valles calchaquíes, financiados con una beca para las Artes Visuales de la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe que obtuvo en el año 2001. De la cultura La Aguada, toma una imagen de figura humana a la que define como "rupestre y contemporánea a la vez". Formado como escultor, crea una materia muy mineral en sus pinturas, donde emplea masilla alkydica al aguarrás a la que pigmenta con pinturas sintéticas y aplica en capas, agregando metales texturizantes: bronce o ladrillo molido, carburo de silicio o fibra de vidrio. "Una vez secos y lijados quedan como una piedra o un mármol", cuenta. La imagen ha ido variando desde los personajes sufrientes de su serie "Cargas", fundada en una cosmovisión modernista y crítica, al espíritu más lúdico de sus "Torres", "Laberintos" y "Juegos". Sus esculturas llevan el nombre genérico de "huacos", denominación general para lugares donde hay enterramientos. Estas esculturas están realizadas con herramientas, chatarras rescatadas de la fundición cuyos diseños, bellos en su funcionalidad, Carnevale preserva casi intactos. "Para los indígenas, las herramientas eran sagradas; no las tiraban, porque llevaban una huella, estaban cargadas". Quizás por eso varios de estos huacos más recientes evocan figuras de pájaros levemente sobrenaturales.