CULTURA / ESPECTáCULOS › PLASTICA. EJERCICIO, MUESTRA COLECTIVA DE DIBUJOS EN ESPACIO RICHIERI
Impulsada por Maxi Rossini, la exposición reúne los trabajos de más de treinta artistas, que aceptaron la propuesta de realizar dos dibujos cada uno (uno lento, uno rápido) eligiendo como modelo alguna pieza de su colección de piedras.
› Por Beatriz Vignoli
Al pasar ante la elegante puerta de Richieri 452, en el barrio rosarino de Pichincha, nada indica que el viernes pasado se reunió allí un seleccionado notable de artistas del dibujo en la región. La muestra estable, que perdurará varias semanas, se titula Ejercicio. Es el lado visible del proceso que el "anfitrión" Maxi Rossini propuso a un grupo de más de 30 colegas: hacer dos dibujos cada uno (uno lento, uno rápido) eligiendo como modelo una pieza de su colección de piedras. Los resultados, con su riqueza de estilos, se exponen en la misma sala que alberga, en vitrinas, dibujos recientes de Rossini.
Hoy, 16 de junio (día en que transcurre el Ulises de James Joyce en la ficción y transcurrió la infame masacre de Plaza de Mayo en la realidad), Lila Siegrist y equipo presentan en Darkhaus (Corrientes 267) el quinto y último número del Anuario. Registro de acciones artísticas. Se cierra una época, pero Siegrist abrió hace meses este acogedor espacio. "El espacio se llama Richieri, recibimos visitas de martes a viernes de 16 a 19, y posibilitamos que se exhiban proyectos y experiencias. Cada muestra tiene carácter proyectual y residual, es decir que lo que se exhibe forma parte de un trabajo mayor, previo. Por cada mes se hace una hoja que se comparte con los visitantes para que recuerden lo que vieron. En cuanto al rincón de obra múltiple preferida, se exponen para la venta obras de artistas contemporáneos e históricos con precios propios de la reproductividad técnica. También tenemos el ciclo Zona Liberada en que invitamos a un autor a conversar de su cosmografía productiva. Coordinan esta actividad Eliana Bianchi y Ernestina Fabbri. Y tenemos un taller quincenal", detalló Siegrist.
Para el proyecto Zona Liberada, Rossini convocó a disertar el viernes pasado a dos dibujantes más o menos secretos: Darío Homs (más conocido como poeta y colaborador de la sección Contratapa de Rosario/12) y el arquitecto Angel Gentiletti. Ambos pusieron en escena una muestra efímera de proyecciones de sus dibujos en la pequeña sala que oficia de auditorio. Gentiletti desplegó una selección donde representa el espacio, en punta fina, sobre recetarios médicos de su padre: diario en bocetos al que definió como un aprendizaje constante.
Nacido en 1978 en Leones (provincia de Córdoba), Rossini vive y trabaja desde los 20 años en Rosario, donde obtuvo la licenciatura en Bellas Artes por la Universidad Nacional de Rosario. En su obra viene explorando una doble vertiente: una mirada fotográfica ("maquínica", dice el autor) que capta lo específicamente humano, y también un dibujo casi microscópico capaz de producir tramas (al modo de pasamanerías textiles, tejidos orgánicos bajo el microscopio o redes cibernéticas) que no parecen creadas por mano humana. Su cámara sorprende abrazos mientras sus bolsillos coleccionan piedras, entre las cuales hurga hasta encontrar dos que encajen y parezcan abrazarse. Sobre algunas, ha dibujado filigranas que semejan rastros fósiles. Lo común a ambas investigaciones es la precisión, en tiempo y forma: el instante exacto del registro fotográfico, lo milimétrico de la línea.
Rossini, al igual que Homs, traza infinitas líneas sobre antiguos cuadernos que colecciona buscándolos en librerías perdidas en el tiempo; parece disponer de todas las horas del mundo. Su obra, que parece llevarle eras geológicas, circula entre sus amigos artistas. Cuando Rossini expuso en la galería porteña Gachi Prieto, los críticos iban del asombro estético ante la belleza de la obra a un exagerado escozor moral frente a la mezcla de bajo perfil y dedicación extrema de esta producción, a la que se tildó salvajemente de "obsesiva".
Algo parecido se siente ante las líneas en tintas multicolores de las abstracciones animadas de Homs: casi horroriza que una vida se haya consagrado tan monásticamente a crear belleza. Es como si no mereciéramos contemplar el tesoro de una acumulación tan insensata; o como si algo de la ética protestante o la noción de eficacia del capitalismo se agitara contra semejante derroche, contra el claustrum medieval de tan minuciosas iluminaciones (el término claustrum proviene de Donald Meltzer, discípulo de Melanie Klein). La palabra "ejercicio", sin embargo, posee toda una tradición en el arte moderno. Un ejercicio es una forma de darse tiempo para "perderlo" en búsquedas; es permitir que no todo lo que se hace devenga mercancía.
Pero los dibujos expuestos están en venta, igual que las piezas en trastienda: grabados de Julio Vanzo, dibujos de Gastón Miranda, fotos por Georgina Ricci y Pichi De Benedictis y obras de Juan Manuel Brandazza, Eugenia Calvo, Pablo Cruz, Mariana Tellería, Gastón Herrera y Max Cachimba. Y la colección de piedras, que no se vende.
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