Jue 25.06.2015
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CULTURA / ESPECTáCULOS › MUSICA. HUEVO TOCARá POR PRIMERA VEZ EN ROSARIO

Un cuarteto de buen linaje

Después de compartir su infancia en la trastienda de los shows que sus padres brindaban por todo el país, el grupo que integran Julián Baglietto, Tomás Sainz, Sebastián Lans y Julián López Pisani se presentará mañana en Pugliese.

› Por Edgardo Pérez Castillo

La portación de apellido, así en el arte como en profesiones de distinta índole, no asegura éxito ni garantiza condenas. Pero, sin dudas, siempre dispara interrogantes, invita a la comparación, a poner la lupa en los herederos. En ese marco, con Las mil diabluras, los integrantes de Huevo lograron sonar con identidad propia, algo que mañana podrá comprobarse cuando Julián Baglietto (voz), Tomás Sainz (batería), Sebastián Lans (guitarra) y Julián López Pisani hagan su aparición en Pugliese (Corrientes 1530).

Programado para dar comienzo a las 22 (con Tres y Blizters como bandas invitadas), el show significará el debut del cuarteto en la ciudad, aun cuando algunos de sus componentes ya han recorrido diversos escenarios locales. "Yo fui a tocar muchas veces con mi viejo", reconoce de inmediato el hijo de Juan Carlos, que en Huevo dejó su rol como baterista para asumir la voz cantante. Similar enroque fue el que afrontó Tomás Sainz, hijo del Muerto (histórico bajista de Baglietto), que puso en segundo plano a la guitarra para ir tras los parches. "Hay versatilidad en el grupo", apunta el joven Baglietto, distinguiendo una de las virtudes de un cuarteto que se reparte la composición para darle forma a canciones sólidas.

Siempre con el rock como sostén, Huevo se constituye así como la síntesis de la experiencia adquirida por sus jóvenes integrantes. Así lo entiende el cantante, que explica: "Cada uno en paralelo a Huevo tiene y tuvo varios proyectos. Y hoy la prioridad para los cuatro es Huevo, a pesar de que cada uno tiene sus búsquedas. Somos un equipo componiendo y trabajando".

Formado musicalmente como baterista, Baglietto encontró también en sus compañeros el sostén necesario para asumirse como cantante. "Al principio me daba un poco de miedo, era todo un desafío pasar adelante, y más teniendo a mi viejo --admite--. Eso fue un poco una presión, pero empecé a animarme y ví en ellos una banca muy copada. Porque aparte de ser amigos son unos músicos tremendos. Nada podía fallar, era la oportunidad perfecta".

Inevitable, la tentación de cruzar referencias entre padre e hijo puede llevar al fracaso: en Las mil diabluras el joven Baglietto reluce con voz propia. "Trato de escaparle, pero es mi papá y por más que uno no quiera inevitablemente se parece --analiza Julián--. Pero trato de no colgarme del nombre, de valerme por lo que soy, de no imitar a nadie, sino encontrar mi camino y mi identidad. Igualmente uno se agarra de las cosas que le gustan, absorbe conceptos de la música que le gusta y de las cosas que conoce. Pero está bueno tomarlo como punto de partida para generar algo más personal".

A menos de dos años de la edición de su disco, Huevo ya cosechó una nominación a los Gardel en el rubro Album de rock, y participó de festivales como Cosquín y Quilmes Rock. Todo ello desde un camino de independencia que decidieron afrontar con seriedad. "Está bueno poder elegir, no atarse a nada con lo que uno no esté seguro. Desde nuestro lugar, y como podemos, estamos consiguiendo un montón de cosas. Con la ayuda de nuestros padres y amigos, pero sobre todo creando un camino personal y de laburo", asegura Julián, cantante de un cuarteto de linaje.

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