El actor Ricardo Darín y la actriz Erica Rivas atraviesan el espacio escénico y cuando pareciera que allí comenzaría el espectáculo, se detienen y saludan a una concurrencia que los ovaciona durante algunos minutos, escena acentuada de una vieja tradición entre el público y sus artistas más reconocidos. Una vez "presentados", estos mismos actores van a prologar distintos episodios de Escenas de la vida conyugal, obra del maestro sueco Ingmar Bergman en la versión de Masllorens y González del Pino que llega a Rosario con la dirección de Norma Aleandro.

Imposible no evocar aquella re creación interpretada por la propia Aleandro y Alfredo Alcón en la década del 90, que fue el primer contacto con una propuesta que más allá de sus registros de comedia dramática, ahonda en los aspectos más oscuros de mujeres y hombres que intentan sostener en el tiempo una relación amorosa.

Esta oscuridad necesita de una mirada que indague con la misma intensidad con la que el genial creador sueco lo hacía en sus películas, y que estaba directamente ligada con el universo de dos de sus autores preferidos: Henrik Ibsen y August Strindberg.

La elección del distanciamiento a la manera brechtiana, recurso que coloca a los actores en función de entrar y salir de escena, presentando el próximo capítulo, funciona como una "didascalia escénica" y a la vez genera un grado de complicidad entre el público y los personajes.

Más allá de las complicidades que el buen pasar de un matrimonio de clase media acomodada permite a la pareja, ralentando una disolución más dramática, la obra sobrevuela el universo humano de las relaciones donde "el amor" no alcanza para sostener una convivencia y un compromiso que no puede refugiarse en un contrato, firmado por las dos partes.

Pero a pesar de no poder con estos compromisos, habrá algo del terreno de la pasión y del encantamiento que los hará volver, una y otra vez, más allá de separaciones legales, amantes y, por momentos, el olvido de dos hijas que seguirán esperando, en algún lugar, alguna respuesta.

Ricardo Darín crece y se acerca a Juan precisamente cuando se despega de su propio carisma mediático. No es casual que es en las escenas de mayor intensidad dramática donde aparece despojado y alcanzando sus mejores registros. Erica Rivas es siempre Mariana. Por momentos la escena la tiene como protagonista única, como en ese instante tenso en que le pide a Juan una foto de su amante, cargando la energía en todo su cuerpo, hasta concentrarla en su brazo y su mano, un recurso técnico que dice mucho más que una variedad de expresiones y hasta de palabras.

La precisa e inteligente dirección de Norma Aleandro, que es la que más conoce esta obra por protagonizarla junto a Alcón, confió en un equipo técnico del cual destaca Diego Savoretti en la creación de una sugestiva partitura musical, Juan Lepes en una escenografía minimalista que completa y potencia la creativa mirada de Gonzalo Córdova en el diseño de luces.

Escenas de la vida conyugal, que contó con la producción artística de Lino Patalano, podrá verse hoy, el sábado y el domingo a las 20.30 en el Teatro Auditorio Fundación, Mitre 754.