CULTURA / ESPECTáCULOS › MUSICA. OCTAFONIC PRESENTA MONSTER EN PLATAFORMA LAVARDéN
El noneto liderado por Nicolás Sorín llegará a la ciudad con una obra potente, climática, ecléctica y nocturna. "Es una música sofisticada dentro de lo que es la parte rítmica ", adelantó el compositor en diálogo con Rosario/12.
› Por Edgardo Pérez Castillo
"Octafonic es el único octeto de nueve integrantes, es bastante original", dispara Nicolás Sorín y, de inmediato, ríe por esa disfuncionalidad matemática que esconde un factor concreto: la autenticidad del grupo está más bien dada por un sonido que se ha definido como la cruza de jazz y rock, pero que va mucho más allá, proponiendo canciones potentes, climáticas, eclécticas y nocturnas. Todo ello se resume en Monster, disco debut del proyecto que completan Ezequiel Piazza (batería), Cirilo Fernández (bajo), Hernán Rupolo (guitarra eléctrica), Esteban Sehinkman (wurlitzer), Francisco Huici (saxo barítono), Leo Paganini (saxo tenor), Juan Manuel Alfaro (saxo alto) y Mariano Tano Bonadio (drumpad), quienes esta noche, a las 21.30, estrenarán su obra en el Teatro de Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza).
Cautivante, la obra de Octafonic podría presumirse como la más personal dentro del vasto recorrido del compositor. Un camino amplio y versátil, que va de la composición de bandas de sonido (tanto para las películas de su padre, Carlos Sorín, como para obras de Diego Reinhold o Martín Piroyanski) al trío punk Elbou o a su octeto de corte jazzero, pasando además por su rol como productor (trabajó junto a Miguel Bosé y Víctor Manuel) y una formación clásica que también incluyó un paso destacado por la prestigiosa escuela Berklee. "Creo que éste es mi proyecto más personal, al menos en este momento --advierte Sorín a Rosario/12--. Todo es parte de un recorrido. Octafonic de alguna manera resume un poco de los dos mundos: tiene esta cuestión de rock de Elbou y algo de lo que tenía el octeto".
- Si bien el disco es muy diverso, e incluso cada canción atraviesa distintos momentos y climas, hay cierto aire conceptual. Como si tu modo de componer para el cine también se hiciera presente en Monster.
- Sí, siempre hay algo en la música que escribo y que es una cuestión programática, hay algo muy arraigado a lo visual. Me pasa desde chico. Creo que cada tema tiene una impronta visual muy fuerte. Aunque no haya un hilo conductor, salvo el mismo disco, o lo que vos decís: los diferentes espíritus de cada canción. Hay baladas que de repente entran en la neurosis, temas más contemplativos, otros más apocalípticos. No hay más hilo conductor que el disco mismo.
El grueso de la creación de Monster se dio mientras Sorín realizaba una residencia de composición en la Antártida, durante los prolongados días estivales. Quizás como contraposición, la nocturnidad es la que atraviesa a las líricas del disco. "Nunca lo había pensado --admite--. Esas son cosas que generalmente uno ve en un análisis posterior. Es interesante eso que decís, porque creo que hay mucha noche, mucha oscuridad. También hay mucha irreverencia, una especie de sentido del humor, cierto sarcasmo e ironía. Pero sí, es un disco oscuro".
Ese patrón lírico, sin embargo, va contrastando con canciones que también invitan a ser bailadas. "Hay un bombo en negra constante, pese a que la composición está armada en base a las capas --explica el cantante y tecladista--. Es una música sofisticada dentro de lo que es la parte rítmica. Hay polirritmos pero también está ese bombo en negra que lo lleva a la parte bailable. ¡Y que nadie se fracture intentando hacerlo! (risas)".
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