CULTURA / ESPECTáCULOS › EL DEBUT DE MADRE CABRA
› Por Edgardo Pérez Castillo
En su honesta apertura a géneros diversos, Madre Cabra se distancia de aquellas bandas que entienden al mestizaje como un esquema compositivo en el que cada canción muta en su propio transcurso. La banda rosarina, en cambio, parece dedicar a cada obra el ritmo que necesita para completar su sentido. Al menos así lo entiende el cantante y letrista David García, responsable además de delinear la mitología sobre la que el grupo construyó el flamante disco Ninguno de ustedes es lo que dice ser.
Surgida como la profundización de un proyecto que nació bajo el título de Jam session, y ya rebautizada como Madre Cabra, allá por 2008 la banda comenzó a darle forma a temas propios en los que dejaron fluir su cercanía con el ska, el blues, los ritmos centroamericanos, el rocksteady, aires de tango, la canción y el hardcore. Todo ello tiene presencia en el material que esta noche, a las 23, presentará formalmente en la Asociación Japonesa de Iriondo 1035, donde montará su "Tertulia equivocada", evento que sumará la intervención de actores, del artista plástico Vualá, feria de libros y proyecciones.
Conformada por David García (voz), Emmanuel Romero López (guitarra), Leandro Fosco (batería), Pablo Pafundi (trompeta), Lisandro Heinzmann (saxo y coros) y Nahuel Heinzmann (bajo y coros), la banda recorrerá allí las once canciones de un material construido a partir de los márgenes establecidos en el imaginario que García plasmó en sus "cartas de la cabra". "Cuando definimos el nombre del grupo arrancó la historia de las cartas, que llegaron a nueve y sirvieron para abrir las puertas para escribir sobre un imaginario --explica el cantante--. Pero es un ciclo cerrado. Son textos que están mezclados con crisis que uno atraviesa. Todos los humanos generamos tensión en el mundo en que vivimos y después tenemos que bajar a tierra. Nosotros bajamos a tierra haciendo temas. Me gusta mucho escribir y confío en la fantasía de las cosas. Entonces me puse a escribir y así fue fundamentándose la base de los temas, e incluso el nombre del disco".
Para el letrista, el rol creativo conlleva un despojo del que prefiere resguardarse abriendo el juego a la reflexión y el compromiso colectivo. "Siempre trato de echarle la culpa a todos, es mi forma de esconderme", sintetiza García, que confía en su gusto como catalizador para el destino de las obras: "Es un tanto egoísta, pero a los temas los hago para mí, creo que es la forma más genuina de componer un tema. Escucho la radio y veo que el trasfondo está armado por un productor que apunta al gusto general de la gente. Eso a mí me molesta, porque sé que no hay nada genuino. Lo que trato de hacer es que el tema me guste. Para mí un buen compositor es alguien que tiene buen gusto. Lo loco es que, después, le guste a alguien más. Lo que hago tiene que gustarme, sin importar que sea blues, rock, jazz o ska. Hago lo que me pide el tema".
Y allí reside la amplitud estética del grupo, que en su primer disco se muestra versátil y dúctil para darle a cada obra aquello que la cabra mejor sugiere.
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