La reciente reedición de Punk. La muerte joven (Planeta, 2015) le permitió a Juan Carlos Kreimer reencontrarse con públicos que siguen encontrando allí un faro para descubrir aspectos esenciales de aquella ruptura cultural que el periodista atestiguó durante su estadía en Londres en 1977. Y si bien los pormenores del trabajo ya fueron abordados por el autor en diálogo con Radar y Página/12 (en julio y agosto), su visita a la ciudad representa la posibilidad de volver a ahondar en el vínculo que su texto despierta con los lectores, a quienes enfrentará por partida doble: esta noche, a las 21.30, Kreimer será el invitado especial de La hora de vinilo, el ciclo que Juan Cruz Revello lleva adelante en Plataforma Lavardén (Mendoza 1085); mañana, en tanto, se realizará la presentación formal del libro en El Diablito (Maipú 622), donde dialogará con otro especialista, Diego Giordano.

Con la lógica perspectiva que el tiempo otorga, en cada encuentro con el público ratifica no sólo el valor testimonial de su obra sino también la vigencia de un texto que describe la potencia emocional de aquel movimiento. "Cuando lo escribí en el 77 lo veía como una expresión musical, antropológica y cultural. A la distancia me doy cuenta que efectivamente fue algo que había adentro de los jóvenes, algo que siempre está dentro de la juventud pero que en momentos puede salir y en otros no --apunta a Rosario/12--. Sinceramente creo que a lo largo de los años eso que escribí se fue adaptando a otras cosas, pero el espíritu punk lo tenés siempre: es no tragarte lo que te vende el sistema, poder mirar a través de las cosas y ver que te quieren engañar o que te tientan con éxitos para que no jodas más. Pero las cosas que uno percibe las percibe siempre. Muchos punks que ahora tienen 40, 50 años, te das cuenta que, a su manera, la viven luchando, son como una línea de resistencia al avance del chanterío, del zafar, del 'todo me da lo mismo'".

Para el autor, aún con sus matices, en Argentina el punk local se mostró como una digna adaptación del movimiento. "Algunos lo pensaron como una moda rockera, pero otros entendieron que era algo que estaba en ellos y tomaron lo que pudieron, adaptándolo a nuestra realidad. Acá los punks lo mezclaron con la tradición de los rockeros de acá, la rebelión de acá. Así surgió un producto bastante digno en los años 80 y 90. Si tomás las letras del punk argentino, reflejan la problemática local, nuestro dolor, nuestra bronca".