CULTURA / ESPECTáCULOS › JULIO BOCCA BAILA POR ULTIMA VEZ PARA ROSARINOS
"Yo amo los barcos, eso es algo que voy a hacer cuando me retire", dijo Bocca, quien esta noche baila, por última vez, en el teatro El Círculo. "Uno también tiene una vida", dijo.
› Por Fernanda González Cortiñas
Una deriva. Así se podría resumir el futuro inmediato de Julio Bocca. "¿Qué piensa hacer a partir de ahora"? --le preguntan--. "Nada", es la respuesta escueta y filosa del bailarín antes de despedirse para siempre de los escenarios. Distante, con una mirada melancólica que parece perderse en el horizonte, una mirada que, según él, está puesta en su barco, un bote que aún no ha encontrado y con el que piensa dar la vuelta al mundo. Así, como un personaje de Verne o de Hemingway, en pleno siglo XXI, con apenas cuarenta años cumplidos, el bailarín argentino más grande de todos los tiempos, solo sueña con dejarse llevar por la corriente, hasta donde lo lleve el destino.
Con un programa que incluirá algunos clásicos como el pax de deux de Don Quijote --piezas seguramente destinadas a estampar sus medias en bronce--, y algunas obras más contemporáneas de sus coreógrafos favoritos (Wainrot, Stekelman, Araiz, Segni), acompañado por el Cecilia Figaredo, el Ballet Argentino y, en calidad de invitada especial, su amiga Eleonora Cassano (quien ya promete acompañar su retiro consintiéndolo con su plato preferido: asado al horno con papas), así, sin más preámbulos, esta noche a las 21 (en punto) en el Teatro El Círculo, Julio Bocca le dice adiós a las tablas.
--¿Cómo se siente con esta despedida de los escenarios?
--Estoy muy bien. Cada día que pasa estoy más convencido de la decisión que tomé. Y es que quizá uno puede llegar a un momento en el que está más cerca del final y se siente bien, se ve bien, y duda. Bueno, eso a mí no me pasa nada de eso. Al contrario, estoy seguro y feliz con la decisión que he tomado. Y eso es maravilloso porque disfrutás intensamente cada función.
--De todos modos la idea de bajarse de los escenarios viene de larga data...
--Sí, y es que es como que a uno se le van poniendo más claras las cosas que quiere hacer. No sé, el otro día estaba haciendo unas fotos en la Fragata Sarmiento y, yo amo los barcos. Eso es algo que voy a hacer cuando me retire, quiero vivir de esa forma.
--¿Cuáles son los proyectos para esta nueva etapa de su vida?
--Quiero viajar por el mundo en un barco, tranquilo, con el tiempo que sea necesario. Por el momento lo que siento es que no quiero hacer nada. Es un deseo de estar conmigo mismo, y cada mañana poder hacer lo que quiera, lo que sienta, lo que tenga ganas. Toda mi vida ha sido horarios, entrenamientos, compromisos, exposición pública. Creo que estoy buscando lo contrario, quiero sentir qué es lo que tengo ganas de hacer, y hacerlo. Con el tono afable de siempre, con una voz blanda y endulzada con palabras de afecto hacia su carrera, hacia el público, hacia la vida, con los ojos húmedos como ese futuro que ansiosamente espera, Bocca contesta pacientemente todas las preguntas, incluso la de alguien que lo inquiere: "¿para vos ser bailarín es una enfermedad, un hobbie o un trabajo?"). "Bailar es mi vida", dice. E intenta un balance que nadie le pedirá, pero que él sabe que debe hacer. "He tenido una vida maravillosa, una carrera genial. Tener el cariño y el respeto de la gente, haberle podido dar la oportunidad a otros chicos de bailar, eso no es sacarme un peso de encima. Solo quiero vivir de otra forma", anuncia. "Además, llega un momento, a los 40, donde uno llega, físicamente, a un límite. No quiero que me empiecen a criticar: que estoy gordo, que no puedo levantar la pierna. No quiero llegar a ese punto, quiero que se me recuerde bien arriba del escenario. Yo respeto mucho a los que siguen bailando, gente como Alicia (por Alonso), (Rudolf) Nureyev, Mischa (por Mikhail Baryshnikov). Yo personalmente no los entiendo, no sé qué placer pueden encontrar en eso. Para mí la danza es algo también estético. No podría escuchar que alguien dijera: qué lástima que siga bailando. Para mí la danza tiene un límite, y es la edad".
Finalmente, cuando alguien en nombre del público se arroga el derecho a recriminarle el abandono, Julio pide comprensión. "Uno también tiene una vida".
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