Entre mayo de 2009 y julio de 2011 Julián Rossi le dio forma a Fábrica de cosas que pasan, un disco doble que profundizaba un camino solista que tenía ya dos primeros capítulos: Una gota en el río (2006) y Transición (2008). A cuatro años del lanzamiento de ese último proyecto íntimo --y luego de una experiencia colectiva al frente de Imaginarios y de afrontar la producción del bellísimo disco de Dafne Usorach-- el músico acaba de lanzar Curvas a la recta, donde se reafirma como cancionista. Esta noche, a las 21.30, Rossi estrenará esas nuevas canciones en el Gran Salón de Plataforma Lavardén (Mendoza 1085, donde contará con el acompañamiento de Renzo Alberá (guitarras y coros), Sabrina Galimberti (percusión, guitarra, teclados y coros), Andrés Gonnella (bajo, guitarra acústica y cuatro) y Marcelo Bonano (batería), a quienes se sumarán además algunos músicos invitados.

Inspirado en una frase del arquitecto Oscar Niemeyer ("Lo que me atrae es la curva libre y sensual, la curva que encuentro en las montañas de mi país, en el curso sinuoso de sus ríos, en las olas del mar, en el cuerpo de la mujer preferida. De curvas es hecho todo el universo, el universo curvo de Einstein"), Rossi fue agrupando canciones que entraron en relación directa con ese concepto. "Esa idea, esa frase, acompañó a otros sucesos que me pasaron, que me hicieron plantear muchas estructuras que heredé, supongo que de la infancia, la escuela, la religión o las instituciones en sí --explica el músico a Rosario/12--. A esas rectas, a esas estructuras que heredamos, hay que empezar a meterles curvas, doblarlas, buscar otro paisaje. El disco busca generar la curva. Fui construyendo a través del concepto, que a su vez fue comprendiendo las canciones que iba haciendo. Se retroalimentó, es un poco de cada cosa".

Sin perder la sonoridad cuidada y equilibrada que marca a sus anteriores obras como solista, en este nuevo cancionero Rossi plasmó la experiencia recolectada en los últimos años. Sobre todo en aquello de ponerse al servicio de canciones ajenas, de haberse "desarrollado más como productor". "Y me interesa mucho ir andando el camino, ir aprendiendo en el camino --remarca--. De esa manera pretendo siempre hacer discos mejores, más lindos. Por lo menos que sea superior al anterior, buscar algo nuevo, que se puede mejorar. Este trabajo, Curvas..., tiene un trabajo de producción en mi cabeza, en el armado previo, mucho mayor. En el laboratorio pude armar, formar, jugar mucho más con la parte de la producción. Me interesa esa búsqueda. En el camino mismo uno va aprendiendo. Por eso de chico me animé a grabar, a hacer discos, sabiendo que voy aprendiendo. Busco mejorar en cada laburo que haga, ésa es mi identidad".

En ese recorrido, Rossi va delineando un repertorio personal, atravesado por la influencia de la música popular argentina, de la que quedó prendado en su primer viaje al Noroeste. "Tomo mucho del folclore y ese viaje me cambió la vida musical. Hay varias canciones de rítmica folclórica, está el bombo legüero, está esa búsqueda rítmica. Es algo con lo que me siento muy natural. Sé que no me pertenecen, porque soy de la ciudad, pero se me metió. Me gusta tocar una zamba y hacerla como quiero, no tengo prejuicios. Cuando uno sale de la ciudad empieza a contagiarse de otras cosas, abrirse a otras sonoridades, a otras formas", confía el compositor, que en medio de su constante aprendizaje sigue enriqueciendo al cancionero de raíz popular.