CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. YAMIL DORA PRESENTA UN HOMBRE ENCIMA DEL MAR
Publicado por ediciones Del Dock, de Buenos Aires, ya desde su título el nuevo poemario del casildense evoca al abuelo del poeta, un inmigrante sirio. Algunos poemas son de gran musicalidad, mientras que otros se vuelven más narrativos.
› Por Beatriz Vignoli
"Si pudiera mentir/ diría/ que Yamil Dora está muerto", escribe el poeta casildense Yamil Dora, con ecos de César Vallejo, en uno de los 52 rítmicos poemas de su nuevo libro: Un hombre encima del mar.
Publicado este año en Buenos Aires por ediciones Del Dock, el poemario (que desde el título evoca al abuelo del poeta, un inmigrante sirio proveniente de Homs) dará esta semana y el mes próximo una gira de presentaciones tan intensa como el tour del álbum de un cantautor.
Un hombre encima del mar se dará a conocer hoy a las 20 en Casilda, en el restaurante Plaza Mayor (Sarmiento 2057 de esa ciudad); mañana a las 19 llega a Rosario, donde se presentará en la Biblioteca Vigil (Alem 3076) y el jueves 3 a las 19.30 aterriza en Buenos Aires, más precisamente en el Espacio Enjambre (Acuña de Figueroa 1656).
Yamil Dora respondió hace poco, en una entrevista, a la pregunta de Santiago Moabre "¿Qué querías ser cuando fueras grande?": "Músico". Esa vocación al parecer subyace profundamente a los poemas de este libro, de tal musicalidad que ante algunos de ellos es irresistible la tentación de inventarles una melodía y cantarlos en voz alta, como si de coplas se tratasen. Pasa con algunos versos del poema 29, que tiene un ritmo de vals: "Si me ven abrir una puerta/ y al cerrarla ven que no vuelvo/ del amor al amor regresé/ del amor al amor voy huyendo".
Otros de los poemas se vuelven más narrativos para detallar la historia familiar, como el 34: "Mi abuelo vivía en Homs/ Siria/ cinco litros de sangre vinieron en barco/ vengo de ahí". O el 2, que podría hablar de esto o de la Odisea o del viajero universal: "Un barco/ un hombre encima del mar/ sin casa y sin cumpleaños// vendrá la noche/ vendrán alcoholes subiendo/ de la mesa a la garganta// un hombre que espera al viento// el mar/ que no espera nada". Como en sus libros anteriores, el lenguaje se reduce a un puñado de vocablos que se van recombinando y logran decir mucho con poco, estadísticamente hablando.
Es como si los poemas fueran la canción de aquel inmigrante, que con las pocas palabras que pudo aprender de su segundo idioma se las apaña para expresar la nostalgia de lo que dejó del otro lado del mar.
El desarraigo literal se vuelve figura de todo lo perdido (la infancia, los afectos), cuya ausencia el canto busca resarcir. El que canta es también alguien que se pierde para los otros, despidiéndose. El efecto cantable de musicalidad se logra mediante la eufonía y una métrica intuitiva: "Yo tuve un verano/ mis días de lluvia/ viví como un hombre sin miedo a la muerte/ morí como un niño y no volví más".
Yamil Dora nació en 1971 en Casilda, Santa Fe. Estudió Lengua, Literatura y Comunicación Social en el profesorado Manuel Leiva. Creó y coordina del ciclo "Historias de poetas argentinos". Ha publicado además: El ángel solo (2005), Los barcos olvidados (2007), Poemas de Casilda para chicos de todas partes (Municipalidad de Casilda, 2007), Una plaza, un niño y un poeta (Plan nacional de lectura, 2009), Como playa que se puebla (2009) y Un mar que existe (Ciudad Gótica, 2013).
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