Aún cuando sus 400 imágenes la convertían en una muestra imponente, la llegada de Fan al Centro Cultural Recoleta significó la posibilidad de descubrir una pequeña porción del enorme trabajo realizado por la fotógrafa Nora Lezano a lo largo de 25 años de trayectoria. Un cuarto de siglo en el que prestó su mirada para el suplemento No de Página/12, Los Inrockuptibles, Rolling Stone, Revista Anfibia, Gatopardo, La Mano, Cerdos y Peces, El Gráfico, sellos discográficos y empresas varias, en un extenso periplo en el que la fotógrafa bonaerense solidificó una mirada propia. Una visión artística que es la que atraviesa precisamente a Fan, que desde el pasado viernes puede recorrerse en los pisos 6 y 7 del Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Oroño y el río).

Y si bien la llegada del proyecto a Rosario implicó una reducción en relación al total de imágenes presentadas en Buenos Aires, Lezano no duda en apuntar que, al fin y al cabo, la esencia de la exposición no se vio alterada. "El eje principal de la muestra de Buenos Aires, de armar esta muestra, fue que fueran fotos que me gusten mucho, más allá del personaje retratado --explica la artista en diálogo con Rosario/12--. Incluso hay fotos que traje a Rosario de personajes más del under, que no son muy famosos, pero son fotos que me gustan, que me parece que están buenísimas. La verdad no cambié el eje, sí tuvo que haber un recorte, pero buscando que haya variedad del trabajo de todos estos años, que se vieran en las fotos más allá de quiénes estuvieran".

La versión local de Fan, en ese contexto, sostiene entonces una pluralidad de rostros, situaciones y momentos. Pero, también, la reiteración de imágenes de algunos de los nombres más fuertes dentro de la historia del rock argentino: Charly García, Fito Páez y Gustavo Cerati son los protagonistas de diversas series, en una evidencia clara del vínculo estrecho que Nora Lezano logró establecer con esos artistas, que encontraron en su mirada un lugar de comodidad, confianza y respeto.

Y aún cuando buena parte de esas producciones no tendrán cabida en el Macro, Lezano no se lamenta por un trabajo de selección que, en definitiva, también la entusiasma. "Es parte del trabajo y no es menos linda la edición --reconoce--. Porque uno tiene que seleccionar, contar una historia. Eso es también a través del recorte. Pero fue difícil, porque estoy muy apegada a un montón de fotos y eso es también estar apegada a un montón de momentos. Pero había que hacerlo. Lo que digo es que la muestra es como un árbol con muchas ramas y para la muestra en Rosario tuve que dejar como el tronco, hubo que sacar y sacar hasta que quedara el corazón, el alma de la muestra".

- Como artista visual, y sobre todo con esos artistas a los que has retratado reiteradamente a lo largo del tiempo, colaboraste para la construcción de una imagen. Una construcción de imagen que, lógicamente, no incide sobre la percepción de una obra musical, pero que en cierta forma sí es reflejo de sus momentos artísticos, de su época.

- Sí, sí... Y está buenísimo éso, está buenísimo poder colaborar para que pase. Yo los tengo ahí, entonces los conocés, los tenés cerca, pero hay mucha gente que los conoce sólo por la foto. Y no sólo a los artistas de acá, sino también a otros de afuera. Yo me acuerdo de las revistas que consumía cuando era chica, de los posters que tenía en mi cuarto con las fotos de los músicos que me encantaban. Esas son las imágenes que tenés de esos músicos. Entonces es súper importante y es una responsabilidad cómo uno lo muestra. Pero, también, tiene que ver con cómo uno lo ve. Yo lo veo de determinada manera, y es mi forma. Lo que trato, y no sólo en estos retratos de rock sino en todos los que hago, es despojar a esos famosos, lo más que pueda, de esa cosa de famoso, de esa pose de rockstar, de esa construcción de personaje de un actor, de un rockero, de un director de teatro, de un escritor. Despojarlos un poco de esa fama, bajarlos del escenario.

- De hecho lo has comentado en otras entrevistas: aparece esta idea de bajarlos de esos posters que mirabas de chica...

- Exactamente.

- ¿Cuánto te diste cuenta que estabas trabajando de este modo? Seguramente no fue algo que analizabas en tus primeras fotografías...

- Mirá, tengo un amigo que dice que no hay que conocer a la gente que uno admira. Pero yo creo que sí. Y me gustó justamente éso, conocer la intimidad de esa gente, conocer a las personas atrás de esos personajes, con todas sus miserias, con todas sus cosas hermosas. Pero no dejé de admirarlos por verlos más humanos, por haber logrado un vínculo con esa gente, o porque alguno sea más amigo o tenga buena onda. Justamente me gustó llegar a lo hondo, lo profundo de esa gente. Y desde el primer momento quise éso. Yo empecé a sacar fotos y mi primer objetivo, como me encantaba la música, fueron los músicos. Desde un primer momento busqué el despojo, sacarlos del contexto que los hace inmensos.

- En el trabajo fotográfico siempre hay una subjetividad en la mirada, en la manera en que se construye la imagen. ¿Creés que esa cercanía con los artistas te dio más herramientas para fortalecer la subjetividad al momento de hacer tu trabajo?

- Sí, creo que sí. Definitivamente. Igual te digo esto y pienso en cosas que me han pasado y, a veces, tanta confianza juega un poco en contra. Porque justamente como tenés confianza con el fotografiado te dice: "Bueno, dale, ¡hagamos corta la sesión!" (ríe). Pero sí, la entrega suma. Esa confianza, ese vínculo, fortalece. Y después la foto sí va a tener intimidad, lo que realmente quiero, lo que busco.