Hoy de 19 a 21 y el lunes por la mañana son las últimas oportunidades para visitar la exposición retrospectiva de Darío Ares inaugurada el 19 de este mes en la Sala de las Miradas de la Plataforma Lavarden (Mendoza y Sarmiento, planta baja, Rosario).

Titulada Los Perros ladran. Necrografías 2005 a 2015, la muestra consiste fundamentalmente en una selección de sus dibujos de la serie Necrografías, realizados mediante una variante personal de la técnica del dibujo ciego a partir de fotos y textos periodísticos en diversos diarios de la ciudad y el país. El tema común es la muerte violenta, el modo en que afecta la vida cotidiana de las clases populares, y sus dispositivos de representación a través de la prensa de gran tirada.

Para esta exposición, Ares, que egresó el año pasado de la Escuela Provincial de Cine y Televisión, reunió y expone además un conjunto heterogéneo de elementos que acompañan las imágenes dibujadas. En un montaje que se acerca a la puesta en escena, situó sobre anticuados escritorios de roble (y dispuestas en forma tal que puedan ser hojeadas y leídas por el público sin deteriorarse) las carpetas de su archivo de recortes de prensa, que incluye donaciones de otra artista plástica que trabajó el mismo tema (por lo cual las fechas de los recortes comienzan unos años antes que la serie de obras). Cada carpeta lleva pegada una cita bíblica en el exterior o en el exterior de la tapa. Pero además, iluminadas cenitalmente por anacrónicas lámparas de oficina, se yerguen como amparándolas unas blancas imágenes religiosas encontradas, calcos de yeso para colorear.

Mediante este recurso (reforzado por una disposición compositiva de los escritorios que busca organizar el espacio de la sala según la estructura de cruz del plano arquitectónico del templo cristiano), el autor impone un tono determinado a la experiencia de leer tantos documentos de barbarie: un tono litúrgico, grave, trágico, de piedad, muy lejos de un uso irreverente de la imaginería católica que marcó tendencia en el arte contemporáneo. La muerte violenta y el dolor son parte de la vida cotidiana en los barrios humildes de Rosario; eso se deduce de la acumulación foto tras foto, donde se reiteran rasgos típicos que Ares destaca en sus concisos dibujos: las viviendas sencillas, el alambre tejido de los gallineros, los rostros crispados en muecas de pesar que el artista omite o resume en un par de trazos.

El lenguaje melodramático de los epígrafes o los titulares es fragmentado en esquirlas que se suman como enigmáticos subtítulos a las escenas dibujadas, componiendo cinematográficos fotogramas que narran mediante el montaje del plano e irradian al fuera de campo.