CULTURA / ESPECTáCULOS › HISTORIETA. DIARIOGRAFíAS 2, DIBUJOS PARA LA PRENSA, DE GUSI BEJER
El humor del dibujante rosarino inaugura su muestra entre viñetas y caricaturas en el Fontanarrosa. Los grandes maestros argentinos y cómo fue hacer humor en España. Una mirada filosa y la responsabilidad de saber qué y cómo dibujar.
› Por Leandro Arteaga
Rápido y sin chistar: Sábat, Mordillo, Altuna, Crist, Caloi, Scafati, Grillo. Nombres pilares dentro de esa historia de historietas que ha sentado escuela en el mundo. En este sentido, la tarea del Centro Cultural Roberto Fontanarrosa ha sido, durante el año, encomiable. "Casi te digo que siento como un atrevimiento al poder estar con estos tipos", dice con modestia Gusi Bejer a Rosario/12.
La muestra Diariografías 2. Dibujos hechos para la prensa -inaugurada ayer, con permanencia hasta el 27 de diciembre- reúne entre cuadros humorísticos y caricaturas gran parte del trabajo de este dibujante rosarino, radicado durante muchos años en España, con publicaciones en medios como El País, El Mundo, La Vanguardia, Ajoblanco, Courrier International, entre muchos más. Desde hace seis años, Gusi vive otra vez en Rosario y es por eso que ahora sus tipitos cabezones, de diálogos punzantes, con rostros agrietados, aparecen en uno de los matutinos de la ciudad.
"Me impresiona el laburo del Centro Cultural Fontanarrosa, en un mismo año exponer a los tipos que trajeron es muy importante para la difusión del dibujo. Ver esas exposiciones estimula; me pasa a mí, las veo y tengo ganas de volver a mi casa a dibujar. ¡Me han puesto al lado de las ligas mayores!", cuenta Gusi. Lo dice con cierto pudor, pero talento y trayectoria le sobran: además de muestras en Argentina y Europa, sus trabajos publicados en El País le valieron el Award of Excellence in Art and Illustration en 1996, y una ilustración realizada para El Economista le significó el Award of Excellence in News Design Page en 2007; los dos premios, entregados por The Society of News Design.
Su relato sobre cómo encontrar el concepto gráfico propio le lleva, invariablemente, al recuerdo exaltado sobre los grandes años de la historieta argentina. "Pude asistir a la enorme cantidad de referentes que tuve de chico. Mi ídolo era el viejo (Alberto) Breccia. Las historietas ni las leía pero miraba los dibujos. Desde el humor gráfico, obviamente, tuve dos grandes referentes: Fontanarrosa y Crist. Recuerdo cuando salió Hortensia, fue una conmoción. Y después grandes maestros como Sábat y Grillo, de una calidad descomunal, que asombra", comenta el humorista.
El detenimiento en la historieta argentina es obligado porque no hay manera de evitarlo. Es lo que han hecho también los expositores previos, en entrevistas y desde el reconocimiento perceptible en sus muestras. En este sentido y como emblema, el "Homenaje a la historieta" de Crist. Puesto que Gusi vivió muchos años en el exterior, la percepción suya es todavía mayor. Al respecto, dice que "hemos hablado mucho con amigos dibujantes de este tema. Yo creo que la historieta argentina es equivalente al fútbol. No es una casualidad que Di Stéfano, Maradona y Messi nacieran aquí, son los emergentes de toda una pasión, de un sustrato que cada tanto, en veinte o treinta años, hace aparecer estos tipos. Creo que con el dibujo ha pasado lo mismo. Acá empezamos con Caras y Caretas, entre uruguayos y españoles, con dibujantes extraordinarios, a los que comparás con los grandes dibujantes de revistas míticas en el mundo como el Simplicissimus alemán, y estos tipos estaban a la altura y por encima. Los pibes como Breccia y demás, se criaron viendo esas revistas. Por otra parte, estaba el tema de la cultura gráfica. Debía haber unos cincuenta dibujantes trabajando en cada revista, hasta las publicidades se dibujaban. Había una cosa tremenda. Con esos grandes dibujantes de los años '30, '40, '50, se fueron educando los monstruos de los '70, que luego leímos en la Humor, en Satiricón. No sé ahora, porque el asunto de la informática es otra cosa."
--¿Cómo fue tu inserción, desde el humor gráfico, en España?
--No fue problemática, porque yo empecé a dibujar estando allá. Acá había publicado algunas cositas en Risario, pero en ese entonces tampoco me dedicaba al dibujo como sí lo hice en España, donde me costó bastante menos que lo que podría ser ahora. Empecé en una época donde había laburo, y nunca me costó tener que dibujar para un público que no fuese argentino. (Horacio) Altuna, que siempre trabajó allá y con mucho éxito, me comentaba que constató que así como uno puede decir que un ingeniero alemán supone cierto respeto, decir en Europa que sos dibujante argentino te da un estatus similar. Te diría que si hay que pensar la línea de la historieta argentina, sería la línea de un expresionismo gráfico, medio dramático, así como en Breccia, o como en el mismo Fontanarrosa. Eso es algo que allá llamaba la atención, por tener una fuerza gráfica particular.
--Dada tu cercanía laboral, ¿cuál es tu lectura sobre los hechos sucedidos con Charlie Hebdo?
--El atentado me conmocionó mucho, sobre todo porque conocía a uno de los asesinados, a Wolinski, una gloria nacional francesa. Mi opinión es que el humor no debe tener límites en cuanto a los temas, lo que importa está en el punto de vista, en la manera de abordarlos. Vos podés tomar un tema muy delicado desde un humor inteligente o desde la ofensa y la provocación directa. Desde lo personal, no creo que en algunos temas yo pudiese recurrir a la provocación directa. En cuanto a lo específico de Charlie Hebdo, no entendía por qué lo hacían, más todavía al saber que la gente está totalmente loca. Era ir a mojarle la oreja al loco de la esquina de tu casa, al que sabés que te va a romper la cabeza. Pero es la postura de cada uno y la respeto.
--La posibilidad de publicar acá, ¿te resulta gratificante?
--Totalmente, uno todavía tiene las ilusiones de cuando era pibe, si bien podría sonar ingenuo. Cuando era adolescente, publicar un dibujo en La Capital significaba lo máximo, lo inalcanzable. Podía estar publicando en otros medios, como El País, pero lo que quería era estar acá. Ahora la situación de la prensa cambió mucho, pero el sueño del pibe está intacto. Por eso, haber publicado acá, si bien de manera tardía, fue el primer anhelo cumplido.
--¿Cuáles son, en ese sentido, las consecuencias?
--De lo que me di cuenta al volver a Rosario es que en cierto aspecto fue un volver a empezar. Me encontré con una dificultad: la del juicio de los amigos, algo que allá no tenía, donde era más liviano. Pero acá, con cada cosa que presentaba... ¡sabés cómo son los amigos! La gastada es tremenda. Al cuarto dibujo publicado ya quería dejarlo, porque mis amigos me daban y me dan. ¡Qué cagada que hacés!, me dicen. Es una presión que allá no tenía. Pero también es otra manera de decir que me están siguiendo.
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