Farolitos está de fiesta: catorce años de música y disco nuevo. Fin zona urbana se presenta esta noche en el estadio Gabino Sosa, y a escuchar porque la música continúa, con barrio, fibra y más vuelo.

El que habla (y canta) a Rosario/12 es Marcos Migoni, atento al devenir personal y del grupo: "Siempre me hago la crítica de haber sido, por una cuestión temperamental y de juventud, excesivamente violento a la hora de escribir las canciones, me parece que se puede decir lo mismo con dulzura y con metáforas más agradables, tienen mejor resultado". Toda una categoría de análisis que Fin zona urbana expone mientras cifra sus códigos de identidad en el rock. El inicio del disco, con "Melodía de barro", lo deja claro.

"Nunca vamos a dejar de hacer rock and roll porque es lo que mejor nos sale, y porque es el vehículo que necesitan los jóvenes. Lo que pasa es que también hay que englobar, porque al tener otros géneros en discusión le damos al público rockero una apertura. Nosotros vemos que hay una parte del rock que es sedentaria, y eso perjudica al género mismo, no hace que se multiplique. Creo que la banda es rockera, por más que en el disco aparezcan dos o tres géneros distintos", explica el cantante.

Entre estos géneros hasta hay un chamamé. Ahora bien, lo que sobresale es una sintonía fina, atenta con las palabras y sus alusiones, algo sobre lo que Migoni se explaya: "Cuando hay un halo de amor, las canciones sensibilizan más y podemos llegar mejor al público, sin dejar de decir lo mismo, identificando el problema. En general, en el disco hay una cierta dulzura a la hora de proponer el lenguaje, porque nos dimos una discusión en donde nos planteamos que si nos sentíamos artistas, con el poder de transformar las cosas, había que hacerlo de otra manera, no por la fuerza, una sentencia o una bajada de línea en una canción, sino por marcar algunas contradicciones en lo cotidiano de las personas. Nos dimos cuenta de que ese lenguaje violento es incluso utilizado por los partidos políticos, los medios de comunicación, y la gente en la calle para pelearse. El sentido que le dimos a este disco es ese. Si vemos que la realidad se vuelve a poner oscura, saldrán entonces otro tipo de canciones".

Es un análisis perfecto, porque Migoni está dando cuenta de los orígenes de Farolitos, allá por la crisis de 2001, desde el barrio La República de la zona oeste rosarina, con una trayectoria que les ha aportado el reconocimiento en escenarios junto a León Gieco, Los Gardelitos y Raly Barrionuevo. En el medio hubo crisis y cambios políticos. "Hace catorce años empezábamos a hacer música con muy pocos conocimientos, éramos muy rudimentarios, pero dábamos nuestro combate desde una esquina a un modelo que había perjudicado mucho a nuestros viejos y a nosotros, los jóvenes. Luego se abrió en el país una etapa distinta, como lo significó el no al ALCA, una expresión en la que coincidió mucha gente comprometida, que venía de sectores golpeados pero muy conscientes. Del gobierno que se fue celebramos la lucha por la verdad y la justicia, así como algunas reivindicaciones laborales. Lamentamos que la ley de medios nunca haya podido ponerse en ejercicio, y que esté pendiendo de un hilo su desarrollo y evolución. Por otro lado, no creo que el bienestar del sueldo sea consumir más, si bien es cierto que los sectores más desplazados y la clase media accedieron a productos a los que en los '90 no podían. Nosotros no olvidamos a los pibes comiendo en la calle, de la basura, algo que nos hizo pelota, si bien éramos hijos de trabajadores, a veces desocupados. Había gente que estaba mucho peor que nosotros. Por suerte algo frenó eso. Ahora decimos que hay canciones que esperamos no vuelvan a tener vigencia, si esas canciones tienen que volver a relatar esa realidad nos daría tristeza. Por supuesto que no es de nuestro agrado el gobierno que asume pero hay que bancársela, la gente lo votó, y esperemos que la mayoría no salga lastimada".

Hay una canción que sobresale, se titula "Días y flores", y le pertenece a Silvio Rodríguez. "Esa canción la eligió hace tres años un educador de la Universidad Popular de Artes Rosario Oeste; nos dijo: 'Ustedes tienen que hacer este tema'. Lo escuchamos, y la verdad es que nos atrapó desde un principio, tiene una fuerza distinta. El lenguaje es muy crudo y muy fuerte pero se nota que hay una idea, una fuerza irrenunciable al amor por la humanidad, la letra ya no es de Silvio, es de todo su pueblo. La reversionamos y quedó muy bien. Tiene la particularidad de que la canta Edu (Eduardo Dezorzi), el bajista, yo no quedaba bien en el registro".

En cuanto a la inminencia de todo recital, Marcos Migoni dice que procuran llegar bien, descansados, para la prueba de sonido. "Ahí es donde empieza una especie de trabajo psicológico entre nosotros. El desafío es poder llegar al día del show y disfrutarlo, cosa que en los primeros años no nos pasaba, llegábamos con una tensión, una energía, que la escupíamos al público. Tal vez porque había una carga muy fuerte de responsabilidades. Ahora nos estamos encontrando de otra manera. Creo que la música no pasa por tocar bien un instrumento, sino por saber interpretar al otro instrumentista. En los ensayos y en la mayoría de los shows, cerramos los ojos y estamos los cinco en la misma sintonía, viendo los mismos colores".

La sintonía la comparten Migoni (voz), Dezorzi (bajo), Leonardo Vega (guitarra), Martín Jáuregui (guitarra), Ariel Ciccaleni (batería) y Lisandro Hedin (percusión). Los colores que Farolitos sueña, serán repartidos esta noche con el público.