Ni tantos libros, ni tan libres. El mismo 6 de enero en que el nuevo ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, anunciaba la primera resolución del año, la 1/2016, que levantó las restricciones a la importación de libros que estaban en vigencia en Argentina desde 2012, dos referentes de la cultura rosarina debatieron la medida. En una conversación espontánea, respetuosa y cordial (con elogios y saludos de apertura y cierre: "gracias", "un abrazo", "beso"), el editor Nicolás Manzi y la escritora Patricia Suárez dialogaron en mi muro de Facebook.

"Era una locura no poder conseguir libros de afuera", opinó Patricia Suárez en la conversación que se reproduce con permiso de ambos autores. "Y tampoco te querían editar afuera (en mi experiencia, ni en Uruguay ni en España) porque después no podían promocionar tus libros en Argentina, trayéndolos. Los libros no son jeans y hay cosas que no se producen en el país (...). A su vez, la producción nacional debería ser cuidada. (...)".

Respondió Manzi: "Personalmente, creo que si vienen los libros de afuera va a ser muy difícil para muchas editoriales sostener su actividad ante la posibilidad de que se vendan menos libros. Entiendo lo que remarcás sobre la bibliodiversidad (...) pero no creo que los libros impresos en Argentina vayan a costar menos que los libros impresos afuera. (...) Ante la posibilidad de ir a imprimir a China, elegiré imprimir en Rosario, porque acá nos salvamos todos juntos o nos hundimos todos juntos".

Suárez: "Si un autor dependiera sólo de las editoriales que hace cosas a pulmón, estaría muerto. (...) Si te ponés una editorial, te ponés un negocio. Si el lector prefiere leer a Brecht o a Riestra, forma parte de la elección del lector".

Manzi: "Claro que estoy de acuerdo con que si pongo un negocio quiero que me vaya bien. Pero para eso me pondría una heladería (...). No creo que poner una editorial sea, llanamente, poner un negocio. Uno va eligiendo, claro, su trabajo. Y va tejiendo sus redes, con sus recursos. Y no estoy en desacuerdo con que haya bibliodiversidad. Solamente creo que no hay posibilidades de competir en igualdad de condiciones. Estoy de acuerdo con que los escritores son los más desprotegidos (...). Pero tampoco me parece que estas medidas ampliarían el espectro de escritores en actividad, más bien al contrario, muchos escritores que han comenzado a trabajar y han conseguido ser publicados en esta época de florecimiento de editoriales quizás no consigan mantenerse en el oficio por falta de incentivos. Con esto quiero decir que sí, que para mí hay varios tipos de lectores. Que hay lectores de masa, que sostienen el mercado, que no van a comprar el libro caro, que no van a comprar el autor desconocido".

Suárez: "Teóricamente, es muy lindo, Nico. Y muy romántico (...)".