Mié 20.09.2006
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS

"Poesía y Generación", ciclo sobre la necesidad de tender puentes

Bajo la consigna de vincular distintas voces de poetas, Angel Oliva coordina un encuentro que se extenderá hasta noviembre.

› Por Sonia Scarabelli

Desde abril de este año, y hasta noviembre, en la Casa de la Poesía de Rosario, con el auspicio de la Municipalidad, se está llevando adelante el ciclo "Poesía y generación", coordinado por Angel Oliva. Mediante esta actividad, en la que conjuga su oficio de historiador con el otro de poeta, Angel Oliva se ha propuesto crear un espacio que, ofreciendo cierta continuidad, posibilite "poner en discusión la producción poética", con la expectativa de que el ciclo "permita vincular distintas voces de poetas con la problemática de la generación, para pensar si es posible que esta noción, a partir de distintas experiencias en la historia local y nacional defina, en cierto modo rupturas y continuidades en la escritura".

Bajo esta consigna, ha logrado convocar a poetas de la talla de Hugo Padeletti, con quien se inauguró el ciclo, Mario Trejo, Juana Bignozzi, Diana Bellessi y, también, y ya en el ámbito más estrictamente local, Rafael Ielpi, Humberto Lobosco, Antonia Taleti, Concepción Bertone, Héctor Piccoli, a quienes han seguido recientemente, Gabriela de Cicco, Osvaldo Aguirre y Pablo Makovski. Durante los encuentros los invitados responden preguntas vinculadas con la propuesta, leen parte de su producción y dialogan con el público.

En cuanto a los motivos que lo llevaron a privilegiar a la poesía como objeto de discusión, e insistiendo en que parte de la base de que "el fenómeno poético es, ante todo, un fenómeno de cultura"; Oliva encuentra necesario hacer algunas precisiones. En primer lugar, y delineando más firmemente el supuesto generacional, indica, que más allá de las edades, lo que marca, a su entender, divisorias entre las generaciones son "acontecimientos culturales fuertes del país" y bosqueja cuatro etapas a cubrir en esta edición del ciclo: "una que va desde fines de los cincuenta y principios de los sesenta hasta el Cordobazo; después otra con gente que empezó su producción más cerca de la mitad de los setenta; luego hay otro período en el que se produce un corte fuerte, que es la dictadura, con la gente que empezó a escribir entonces y un poquito después hasta el año 86 u 87 y, por último, un segundo corte que tiene que ver con el menemismo como fenómeno cultural, donde están los pibes más jóvenes".

En este sentido afirma: "La narrativa pareciera que tiene una mayor facilidad para dialogar con el sustrato histórico que la determina, la poesía es mucho más indirecta desde ese punto de vista y por lo tanto hay más riqueza de hipótesis. Pero además la poesía tiene una mayor responsabilidad con la palabra, la palabra tiene que ser de mayor fortaleza en la poesía, porque no hay otro material que haga de andamio de lo que vos querés decir, o lo que vos querés testimoniar al fin y al cabo, no hay otro material".

Desde esta perspectiva defiende ofrecer un espacio dedicado a los poetas, "a que se escriba poesía, a que se lea poesía, a que se discuta poesía", confiando en que los "dispositivos de discusión y de foro sirven para rearmar la trama, modificarla y hacer crecer el movimiento cultural general".

Atento a esta responsabilidad de la poesía con la palabra y con la cultura, refiere con entusiasmo el modo en que, a pesar de las reticencias iniciales de los invitados ante la propuesta de relacionar sus escrituras a un ámbito generacional, "increíblemente, en algún momento del diálogo aparece un nosotros, aparece algo así como una silueta de identidad", principalmente entre los más jóvenes, y encuentra que allí se cumple en cierto modo el objetivo del ciclo. Y que eso acompaña, a su entender, un proceso en el que la ciudad misma está entrando "desde abajo" en la medida en que "contra todos los avatares de la historia argentina de los últimos treinta años está empezando a tratar de ponerle nombre a su identidad".

Convencido de que "la poesía se escribe en la tierra y no en el cielo", Oliva espera que estos diálogos contribuyan a afianzar la validez de un registro local, y a poner en cuestión conceptos que ofrecen una sola versión de la literatura y la poesía argentinas, ordenados desde los dispositivos institucionales que tienen su centro en Buenos Aires. Mientras aguarda con entusiasmo los próximos encuentros, que tendrán como protagonistas a los más jóvenes, vuelve a insistir en la necesidad de estos espacios: "Esto tiene mucho que ver con la desolación. Hay más ruptura que continuidad. Pero es una ruptura no consciente. Después de la dictadura no hay puntos de contacto. Y el problema es de qué modo se arman esos contactos, porque esto atenta contra la cultura. Que la experiencia no pueda ser construida en una serie histórica es tremendo. Hay que empezar a construir los caminos que están rotos, a causa de la muerte, los caminos que están aterrorizados. El lenguaje, la cultura, no puede sobrevivir si no se tienden esos puentes...".

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