Durante diez años, Aldo Simón le fue dando forma a canciones que no terminaban de encuadrar en Mumenko, proyecto que lo tenía como líder junto a Nicolás "Mu" Sánchez. Tras la disolución de ese proyecto, que dejó como legado el disco Cuadro, el guitarrista participó de otros como Los amigos de Ese, María y sus Zapatos, Tito Libélula y de las bandas de Gonzalo Aloras, Matías Barrera y Dani Lesté. Hasta que, con el respaldo de algunos amigos, decidió comenzar a registrar esas obras que habían "quedado en el tintero".

Así lo explica el propio Simón, que detalla: "Empecé a grabar con la intención de registrar esas canciones, que empecé a juntar sin intención de hacer un disco. El bajista Juan Pablo Mariño fue un pilar, porque aportó muchísimo y fue quien me dijo: 'cerremos algo y vamos a tocarlo'. Ahí terminé de componer canciones que estaban a media marcha. Después con esos mismos amigos se dio que salimos a tocar y terminamos dándole forma al disco entero, que presenté en el Concurso de Coproducciones, donde fue seleccionado en el segundo llamado de 2015".

Titulada La lumbre de un viajero, la obra le da formalidad a un proyecto solista que ya tiene perspectivas de continuidad: a dos años de haber grabado la decena de obras de su debut, Simón ya se prepara para avanzar en un nuevo registro: "Este disco es un lindo empujón, por supuesto. Es bastante difícil y costoso editar, pero ya estamos trabajando en un nuevo disco. Lo más sencillo para mí es grabar, porque tengo el estudio Berimbau. Después editarlo depende de que un sello te dé bola, o que se dé algo como en el caso de La lumbre..., en donde la Editorial Municipal me dio el espacio".

Algunas de esas nuevas composiciones formarán parte del concierto que esta noche, a las 21, Simón ofrecerá en el Gran Salón de Plataforma Lavardén (Mendoza 1085, quinto piso), permitiendo así encontrarse con un período autoral reciente del músico oriundo de Reconquista, que le dio forma a esas obras en los últimos dos años. Y es el propio compositor el que aclara que hay una línea creativa que sigue en contacto directo con el repertorio incluido en La lumbre de un viajero, donde el formato de canción abre el juego a la aparición de diversos géneros. "La canción es el punto de partida --apunta--. Todos mis temas parten de que pueda tocarlos con una guitarra, cantarlos, y después obviamente están arreglados y enriquecidos por los aportes de los músicos. Todas las canciones nuevas son también recopilaciones de cosas que voy asimilando. En este momento estoy tocando en Tito Libélula con Juan Barreto, un músico uruguayo, y estoy aprendiendo un montón de ese lado. No quiere decir que vaya a tocar candombe, pero cuando compongo me voy nutriendo de muchas cosas, pero siempre partiendo de la canción".

A nivel poético, Simón también se muestra permeable a las lecturas para luego darle forma a lo que, entiende, es el costado más complejo de su labor autoral: "Siempre parto de las músicas, que son las que disparan las ideas. Terminar alguna letra por ahí me cuesta más que terminar una música, porque es una búsqueda estética. Quizás es una limitación que tengo, o una exigencia que me hago a mí mismo. Me lleva más tiempo, porque me gusta decir las cosas de una manera que el otro pueda interpretarlas, aunque no tengo una forma muy directa de decirlo. Porque también me gusta escucharlas así. Me apoyo mucho en los paisajes, en los lugares que me nutrieron de pibe, y que me siguen nutriendo. Una gran influencia es el Flaco Spinetta, que es un delirio como escribe".