CULTURA / ESPECTáCULOS › NéSTOR ASTARITA RENDIRá HOMENAJE AL GRAN BARBIERI
El notable baterista Néstor Astarita, nombre clave del jazz argentino desde hace medio siglo, regresará hoy a Rosario para rendir tributo a uno de sus grandes amigos y compañeros musicales: el rosarino Gato Barbieri, junto a quien registró New York Meeting, última grabación del saxofonista, quien murió en abril de este año. Acompañado por Bernardo Baraj en saxo, Alejandro Kalinoski en piano y Juan Bayón en contrabajo, Astarita llegará esta noche (a las 21.30) al Gran Salón de Plataforma Lavardén para recorrer precisamente ese material, un disco al que, entiende, no se le dio la debida trascendencia.
"Creo que no se le tuvo el respeto debido a un músico como Gato. Creo que fue un disco importante porque no era la música que normalmente él tocaba. Gato tenía un sonido incomparable, desgarrante. Era una cosa maravillosa", admite Astarita en relación a ese trabajo registrado en Nueva York en 2010 junto a Carlos Franzetti y David Finck. Sin embargo, el disgusto del baterista va más allá: "A Gato tampoco se le tuvo el respeto de invitarlo a que toque en Buenos Aires. Me acuerdo que dijeron 'es un tipo que no está bien'. Se referían a la salud del Gato, dijeron que había que pagarle un pasaje en primera, como a... Valeria Lynch".
- Barbieri, más allá de esta situación puntual que usted apunta, ha tenido enorme reconocimiento a nivel internacional. Después de haber tocado con él durante años, ¿qué es lo que más lo sorprendía de su toque?
- En realidad lo que me sorprendían eran sus sorpresas. En principio su sonido era un sonido sin igual. Así como Sonny Rollins tenía sus cosas, Coleman lo suyo, Lester Young, Miles, Coltrane... Bueno a Gato lo ubico ahí. Era una gran satisfacción poder tocar con él. Así se gestó este disco, gracias a otro amigo, Litto Nebbia, que bancó todo y pude irme para Nueva York a grabarlo en un solo toque. Tocar con Gato era una sorpresa. Estar con Gato era una sorpresa, era muy cómico, era bárbaro compartir la vida con él. Gato me enseñó mucho. El, refiriéndose a la batería pero también a otros instrumentos en general, decía que el sonido no se tiene que romper, que siempre hay que escuchar al tipo que toca al lado y utilizar el sonido del silencio. Que es el sonido de Miles. Para nosotros Miles es nuestra bandera.
- ¿Ese mismo espíritu, esa mirada musical, se traduce también con el cuarteto que llegará a Rosario?
- En realidad el concepto sí es ése, pero nunca se sabe qué es lo que va a pasar. Porque nosotros no somos cuatro, somos cuatro más ustedes que están entre el público. No es solamente lo que nosotros tocamos sino también lo que el público manda de nuevo. Es un ida y vuelta, es un partido de tenis.
En entrevistas previas a los conciertos que el cuarteto realizó en Buenos Aires, Astarita recordaba su encuentro con Barbieri en el bar Jamaica, cuyas jams, allá por los años 60, reunían no sólo a los más destacados músicos del jazz argentino sino que albergaba también a Piazzolla, Salgán, De Lío y figuras internacionales que llegaban al lugar conscientes de todo lo que allí ocurría. Lejos de la nostalgia, Astarita entiende que cada escenario "es único". Lo que pasaba en Jamaica no era igual a lo que pasaba en Jazz&Pop, a lo que hoy pasa en Notorius. Cada lugar es distinto, tocar en Obras no es igual que tocar en el Luna Park, ni va a ser igual a tocar en el Teatro Colón, donde voy a tocar el 24 de octubre. Cada lugar, cada momento, va a ser distinto", reflexiona el baterista, que por estos días sostiene sus tributos a Piazzolla y Miles Davis, su homenaje a Julio Cortázar, sus funciones con el Buenos Aires Jazz Fusión y, por supuesto, su recuerdo vivo al enorme Gato Barbieri.
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