CULTURA / ESPECTáCULOS › MUSICA. ILLYA KURYAKI PRESENTA SU DISCO LA HUMANIDAD O NOSOTROS
El proyecto liderado por Emanuel Horvilleur y Dante Spinetta estrenará en Metropolitano un material que pone el foco en canciones más introspectivas, haciendo honor a una faceta siempre existente aunque eclipsada por sus hits.
› Por Edgardo Pérez Castillo
El tiempo tiene particular peso en la historia de Emanuel Horvilleur y Dante Spinetta, jóvenes prodigio que, aún quinceañeros, arrancaron los 90 editando Fabrico cuero, su sorprendente debut con Illya Kuryaki and the Valderramas. Lejos de extinguirse como un fenómeno del momento, la dupla terminaría marcando el pulso de esa década en la que el rock argentino salió en busca de nuevos cruces estéticos. Y, a fuerza de hits, lograron darle trascendencia a su propia búsqueda. Sin embargo, lo taquillero ("Abarajame", "Coolo", "Jugo", "Jaguar house", "Jennifer del estero") eclipsó a canciones menos estridentes que configuran también la esencia del grupo. Fue el tiempo --una década, concretamente, durante la cual la dupla dejó de lado el proyecto grupal para explicitar sus estéticas personales como solistas-- el que permitió que el público se volcara a la escucha detenida de la discografía creada hasta 2001 por una banda que decidió regresar a escena en 2011 para descubrirse como un proyecto masivo y respetado.
Y es la propia dupla la que reconoce ese fenómeno. "El ejemplo que pone Dante siempre es que en el último show de IKV en 2001 fueron 800, 900 personas a La Trastienda y diez años más tarde volvimos para 25 mil. Eso tiene que ver con que nuestra música creció bien, adquirió otro peso con el paso del tiempo", reflexiona Horvilleur, que junto a su viejo compañero llegará hoy a Metropolitano para presentar formalmente La Humanidad o Nosotros, el flamante disco donde, precisamente, ponen el acento en creaciones más introspectivas. Un material en el que apostaron a la grabación en cinta analógica, contando con arreglos de vientos por Michael B. Nelson (que fueron grabados por una sesión de caños utilizada en ocasiones por Prince) y arreglos de cuerdas de Claudio Cardone (registrados por la Filarmónica de Praga).
- De antemano esa apuesta fuerte en la producción no garantiza una respuesta inmediata de parte del público, algo que sí puede ocurrir con un hit. Sin embargo, y en ese sentido, el parate que IKV hizo durante diez años funcionó de alguna manera para que la parte menos taquillera de su obra, ésa que quedó algo escondida por sus éxitos, finalmente fuera valorizada.
- Emanuel Horvilleur: Un poco nuestra característica como banda tiene ese rasgo. Versus o Leche fueron adquiriendo un mayor respeto con el paso del tiempo, han sido discos que fueron elevados como discos de influencia para muchos músicos nuevos. Para nosotros es gratificante, porque había gente que en su momento nos decía que esos discos se iban a entender diez años después. Esta nueva etapa es un poco para cosechar las semillas de esos discos.
- ¿Eso se hace presente al momento de componer?
- Dante Spinetta: En realidad a la hora de componer dejamos que pase lo que tenga que pasar. Sí teníamos como norte, tanto estético como conceptual, que no queríamos hacer discos con boludeces. Queríamos hacer un disco más espiritual, donde sí sabíamos que la cara del disco, o gran parte, iban a ser canciones más tranquilas. Queríamos poner en primera plana ese lado más de canciones que siempre fue parte de IKV, pero en realidad siempre aparecían los hits bailables y lo otro quedaba medio relegado a la gente que realmente escuchaba el disco. Pero crecimos, tenemos ganas de decir otras cosas, encaramos por ese lado y estamos muy contentos. Realmente creo que la única fórmula que sabemos que nos funciona como banda es hacer lo que necesitamos hacer como personas, como artistas.
- En un contexto donde la industria se plantea en crisis no hay muchos artistas con capacidad de convocatoria como IKV, lo que supongo implica afrontar una negociación entre lo que a la compañía le reditúa y el interés artístico del grupo.
- E.H.: Lo que pasa es que tenemos nuestro propio lugar dentro de la industria, ganado a través del tiempo. Nos sentimos respetados en ese sentido. Interiormente también tenemos nuestros parámetros, nos interesa hacer discos que nos diviertan. Nos interesa hacer canciones elevadas pero también funk, que es música más sanguínea, más salvaje. IKV tiene diferentes caras, diferentes sonidos. Somos una banda bastante amplia. Eso es honesto.
- D.S.: Es lo que somos, es la verdad. Somos una banda mestiza, crecimos con el rock nacional, con el funk, el rap. Nos gusta todo y, la verdad, ¿para qué cortarnos? ¿para ser fieles a qué? Tenemos que ser fieles a nosotros mismos, a cómo crecimos y seguimos creciendo con eso. Este es un disco que habla mucho de la liberación, de soltarse, buscar algo nuevo. Tiene que ver con la necesidad de encontrarse con la fe, seas de la religión que seas. En ese sentido es un disco que te transmite esa sensación de que hay que avanzar, hay que seguir. Todo está pensado de esa manera.
- En enero, en una entrevista con Página/12 reconocían que estaban en busca de llegar a un lugar más grande. Si bien este disco es todavía reciente, ¿va en sintonía con ir hacia ese lugar más grande?
- D.S.: O más bien con ir hacia un lugar más alto, porque más grande puede ser un lugar con más butacas. Ojalá, también, pero es un lugar más elevado como banda. Creo que hay una necesidad de cosas que estén buenas. Hay mucha gente que está combatiendo la debacle social y cultural que está reinando en estos momentos. Creo que mucha gente encuentra en IKV esta alternativa de una banda que piensa diferente, que suena diferente, que arriesga. Somos un poco el soundtrack de los rechazados, de los diferentes, los distintos.
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