CULTURA / ESPECTáCULOS › "SOLO LOS GILES MUEREN DE AMOR", DIRIGIDA POR GRACIELA SIETECASE
"Es la obra que yo escribí", dijo el prestigioso dramaturgo César Brie, al presenciar la obra hecha por rosarinos.
› Por Edgardo Pérez Castillo
No del todo frecuente, al menos en la escena rosarina, el encuentro entre un autor visitante y un grupo de la ciudad siempre ofrece la posibilidad de un interesante intercambio. En ese sentido, para Graciela Sietecase y Carlos Romagnoli --directora y actor de Sólo los giles mueren de amor-- haber contado con la presencia de César Brie entre su público les permitió ratificar que la suya es una puesta digna de ser vista, y que cuenta ya con el respaldo del prestigioso director y dramaturgo, responsable de haber creado los textos que la dupla presenta cada viernes (hasta fin de noviembre) en el Centro de Estudios Teatrales.
En poco menos de seis meses Sietecase y Romagnoli se encontraron con la autorización de Brie para llevar a cabo su obra para luego sumarlo entre el público que asistió a la segunda función del proyecto. Es que desde un primer momento el autor se mostró interesado en presenciar la puesta, y así se lo indicó a la directora. De esa manera, durante la visita que Brie realizara a Rosario el pasado fin de semana, el creador de la compañía Tupac Amaru (e integrante además del prestigioso conjunto danés Odin Teatret) creó un hueco en su apretada agenda para visitar la sala de San Juan 842, invirtiendo roles con Sietecase, quien diez años atrás ocupaba una butaca en la última visita de Brie a la ciudad, en la que presentara, precisamente, Sólo los giles.
Aunque no fue una visita pasiva la del autor, quien una vez finalizada la puesta se despachó con algunas palabras, según relató orgullosa la directora. "El vino a ver el espectáculo solo, como un espectador más, y después de la obra se quedó charlando con el público y contando que estaba muy emocionado porque le había gustado mucho la obra, tanto desde la dirección como desde la actuación", comentó Sietecase, previo a la intervención de Romagnoli, que agregó: "Una cosa muy interesante estuvo en el sentido de que justo ese día se dio una función muy íntima, con poco público. Y él dijo algo que resonó en mí: `Esta no es la obra que yo puse, pero es la obra que yo escribí`. Lo que lo sorprendió fue que se encontró con cosas que a él no se le hubieran ocurrido poner nunca, y que en esta puesta estaban y funcionaban".
Sin embargo, no son grandes alteraciones las que la dupla realizó sobre la obra, la cual relata un peculiar rito cultural del altiplano. "En Bolivia cuando alguien fallece en otro lugar, por ejemplo cuando un obrero boliviano que muere en Buenos Aires, y no hay dinero para traer el cuerpo la costumbre es velar la ropa del muerto --explicaron los realizadores--. Allí hay también una mesa con ofrendas, con vino y comida, entonces la gente va a comer y a acompañar ese traje. Durante los tres años siguientes a la muerte de la persona, en la misma fecha vuelven a hacer la ceremonia, para que el muerto coma las ofrendas y visite a los parientes. Nosotros contamos la puesta desde el momento en que un amigo muy querido del muerto empieza a esperar que venga alguien. Y mientras espera, en esa soledad come, se viste y va contando anécdotas, evoca todo el tiempo los episodios más importantes de la vida del muerto. El público se ríe mucho cuando habla del sexo, de las mujeres, cuando recuerda las aventuras de la escuela. Pero también hay momentos que te pegan, como cuando se acuerda del padre".
Frente a esa trama, y según la definición de Sietecase, "lo que Brie está dando cuenta es el miedo que todos tenemos a hablar de la muerte, y da cuenta de qué es lo que pasa en ese momento, las preguntas que se haría el que falleció, o el amigo que está al lado, y qué pasa después de todo eso". "Para mí la obra tiene esto que te da que pensar en no esperar a que te toque irte, a que se te termine el tiempo, para ponerse a evaluar si está actuando bien, si está viviendo como quiere, si está orgulloso de lo que hace, si es digno de lo que está haciendo o si podría hacerlo mejor. Porque vivimos muertes cotidianas, cambios de trabajo, de humor, de pareja", completó.
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