CULTURA / ESPECTáCULOS
Hasta el 10 de noviembre, se expone en el MACRO la obra "La granja de Dios" del artista plástico barcelonés Luis Vidal.
› Por Beatriz Vignoli
La sala 9 del MACRO (Bv. Oroño y el río Paraná) sólo es accesible al público por escalera. Hasta el 10 de noviembre, se expone allí la obra (es de hecho una muestra, pero su unidad conceptual y compositiva permite apreciarla como una única obra) "La granja de Dios" del artista plástico barcelonés Luis Vidal. La obra se halla tras una puerta cerrada, flanqueada por la siguiente advertencia: "El contenido de la exposición puede afectar su sensibilidad. El ingreso a la sala con menores es responsabilidad de padres y adultos".
Mientras se pregunta si no era precisamente de eso (afectar la sensibilidad) que se trataba el arte, el espectador abre la puerta y accede a un universo cerrado y regido por sus propias leyes. Entre paredes rosadas y un suelo de césped, cuyo efecto de "granja" se ve correctamente reforzado por las barandas que dan a la oficina del piso inferior, las esculturas en tamaño aproximadamente natural de un lobo y unas ovejitas de aspecto antropomórfico se entregan a actividades que en un primer vistazo no se descifran bien. Tres fotografías muestran al lobo con piel de cordero; un friso de dibujos oculta entre flores a los personajes del drama.
Algunas ovejitas penden ahorcadas sobre el vacío; son de niño los detalles hiperrealistas de la ropa, las zapatillas y las manos. Otras, en cuyos pequeños cuerpos contrahechos y vencidos se mezclan manos y pies con patas y pezuñas, tienen lomos cubiertos de vellón y elevan a la nada sus ojos claros de vidrio. El centro y amo de la escena es el perverso lobo, que goza de un poder absoluto. Una ovejita ya está entre sus garras.
Del centro a la periferia se narra una secuencia: se sugiere que hay un antes y un después de esta escena de inocencia violentada. La forma que tendrá el espectador de acercarse a este relato es gradual, y estará tamizada por elementos tranquilizadores: el color rosa y las figuras de fábula infantil. Al igual que en Maus (la historieta de Art Spiegelman sobre el Holocausto), las cabezas animalizadas de los personajes permiten abordar ética y delicadamente el tema de un horror inenarrable.
Pero Vidal va aún más allá y permite que las ovejitas, sólo si el espectador se acerca lo suficiente, miren a los ojos con una muda expresión de impotencia y desesperanza. La alta calidad plástica y compositiva de todo el conjunto provee un goce estético capaz de volver tolerable esta visión que no deja salida. El verismo naturalista de ciertos detalles le aporta a esta ficción fantástica la verosimilitud necesaria para despertar piedad; la función de tal catarsis es quebrar la indiferencia ante este gravísimo problema social.
Luis Vidal (Barcelona, 1970) lleva seis años trabajando el tema del abuso al menor y más de quince (toda su carrera) tratando temas tabú, siempre desde una perspectiva artística pero con la intención de provocar el debate en torno a estos temas. "Siempre me ha interesado indagar en la parte más horrorosa y brutal del ser humano", declaró en una mesa redonda. Llegó a imágenes de abuso infantil por un azar fortuito de Internet. "Accedí al material sin querer, gratis, impunemente y en un ámbito cotidiano. Pero es un material que si no está bien utilizado en la obra, puede arrojar más leña al fuego".
"La granja de Dios" es itinerante desde 2003 y ya ha estado en los Centros Culturales de España de Lima (Perú), México D.F. (México), Miami (EEUU) y Córdoba (Argentina). Aquí la trajo el Centro Cultural Parque de España e iba a verse en el Museo de la Memoria. Pero esto generó un debate ético sobre lo que hay que mostrar y no mostrar en un ámbito público, laboral y de acceso cotidiano.
El Museo de la Memoria albergó una mesa redonda relacionada con la muestra. Allí disertaron el artista, Patricia Giuricich (coordinadora del área de la Niñez de la Secretaría de Promoción Social) y Rubén Chababo, director de la Oficina de Derechos Humanos municipal. Con una gran participación del público, se trataron cuestiones tales como la definición del abuso infantil como delito, que inscribe este tipo de hechos aparentemente privados en el ámbito público y de responsabilidad social y del Estado. En el CCPE, Luis Vidal dialogó con Ricardo Ramón Jaume, director del Centro Cultural de España en Lima y partícipe junto con el artista en la creación de este proyecto.
Por un lado, el hecho de confinar "La granja de Dios" al último ático del MACRO garantiza que sólo la vean quienes van con ese propósito, previniendo escándalos como el que surgió en torno a las "Vírgenes y vulvas" de Mónica Castagnotto en la reinauguración del Museo Castagnino en 1999. Por otro, flaco favor le hace esta ausencia de polémica a la intención social de la obra, que es precisamente la de concienciar a la sociedad y despertar al debate. Particularmente en torno al tema del abuso al menor, en la provincia de Santa Fe hay todo un muro de silencio por quebrar. Y el aislamiento aséptico en que esta obra se expone es un ladrillo más en la pared.
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