CULTURA / ESPECTáCULOS
"La fuerza está en un articulado de leyes imaginativas e inteligentes"
Jorge Coscia, presidente de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados de la Nación, remarcó que "con una decena de leyes tendríamos una de las mejores políticas culturales del mundo".
› Por Edgardo Pérez Castillo
Luego de haber presidido el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, el realizador Jorge Coscia se volcó de plano a la labor política como Diputado Nacional por el Frente para la Victoria. Actual presidente de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, Coscia pasó por Rosario para participar de la reinauguración del legendario Cine Diana de la zona sur, la cual se logró a partir de un proyecto que él mismo impulsara durante su mandato en el Incaa, según destacó a Rosario/12 en un diálogo en el que remarcó la importancia de articular leyes "imaginativas e inteligentes", y admitió el estancamiento de la Ley de Mecenazgo (ver recuadro).
Con respecto a la reapertura del Cine Diana, explicó: "El Incaa tiene un programa de apertura de salas, lo tenía ya en mi gestión y hoy se está orientando a este tipo de salas, y se busca que tengan además un sentido solidario, ubicadas en lugares donde el acceso al cine argentino es más difícil. Así que forma parte de un plan mucho más abarcativo, que es entender que la política oficial de cine no sólo pasa por ayudar a hacer películas sino también por ayudar a que se vea cine argentino".
Coscia es hoy uno de los baluartes culturales del kirchnerismo. En relación a su desembarco en la arena política cargando con un fuerte bagaje relacionado con la actividad cultural, apuntó: "A mí me preguntaban hace poco si era bueno que un hombre de la cultura llegara a la política, y en realidad creo que es bueno que la política llegue a la cultura. Esto significa entender que el tema cultural es un tema central. Que no es un tema nuevo para el campo nacional y popular, ya que el primer peronismo tuvo entre sus mejores hombres a referentes como Discépolo, Homero Manzi, Arturo Jauretche, Leopoldo Marechal, Hugo del Carril o Leonardo Favio. Esa tradición a veces no es tenida en cuenta incluso por aquellos de nuestro mismo modo de pensar, que consideran a la cultura como la ha pensado el liberalismo, como algo suntuario, accesorio, entretenimiento, adecuado para las celebraciones, y eso es un error".
-La cultura pensada como propaganda...
-Exactamente. El cholulismo tan impuesto en los años 90, donde bastaba con ser un hombre de la farándula, conocido, para poder integrar una lista de candidatos, y no es así. Lo cultural es el fondo de la cosa, los Estados son tan grandes como su proyecto cultural, los países son tan grandes como el cine que tienen. La cultura debe estar en el centro de la escena y además, en lo referente a las políticas específicamente culturales, siempre digo que estoy en una comisión en la que no se trata de pensar doscientas leyes, sino que en realidad con una decena de muy buenas leyes tendríamos una de las mejores políticas culturales del mundo. Ya tenemos una de las mejores políticas en materia de cine, que hace que la Argentina, que está en el lugar 37, aproximadamente, en función a producto bruto, sea una de las primeras diez o doce cinematografías del mundo.
-¿Cuáles serían entonces algunas de esas leyes restantes?
-Hay algunas por las que estamos peleando. Pero yo no creo en grandes leyes, uno podría pensar en una ley nacional de cultura, eso desde ya, pero creo que la fuerza está en un articulado de leyes imaginativas e inteligentes. Que entiendan que así como España, Alemania o Francia hacen políticas culturales con los grandes excedentes de ser potencias industriales, nosotros que estamos en un término medio debemos darnos políticas imaginativas para que no surjan los fondos por la vía meramente presupuestaria. Creo mucho en las políticas autárquicas, como en el caso del Incaa. Estoy trabajando ahora en un proyecto de creación del Instituto Nacional del Libro, estamos conversando con las entidades de músicos, con la gente del Sindicato de Músicos de Rosario, en la posibilidad de pensar una ley que tenga que ver con la creación del Instituto de la Música. Una ley que tenga que ver también con los actores y el derecho autoral del intérprete, se está trabajando además una ley de artesanías propuesta por otros legisladores. Aunque el gran cambio no pasa por legislar sino por entender que cuando uno discute una ley del libro, por ejemplo, hay que entender que toda ley implica un esfuerzo fiscal. Es ahí donde uno se pone a discutir, con quienes cuidan el superávit, si veinte millones de pesos de fondo fiscal ameritan, o no, en función de una política del libro. Es ahí donde uno tiene que explicar la diferencia, porque a lo mejor hay 500 leyes que plantean desgravaciones fiscales para causas muy nobles y meritorias, pero la pregunta es si es importante o no tener una industria editorial soberana, que las líneas editoriales se fijen no sólo en Madrid o Alemania, sino que se fijen también en Argentina. Estas son las discusiones que uno debe tener y donde uno debe convencer a propios y extraños.
- ¿Cómo se logra, en ese contexto, que Capital Federal no sea el epicentro casi absoluto de las gestiones culturales?
-Las leyes ideales deben ser federales, y la única manera de garantizarlo es con la participación federal en las decisiones. Esto es fundamental. En el caso de la Ley del Libro ya de por sí favorece a los eslabones más débiles de la cadena ya que, por supuesto, ninguna editorial importante necesita un crédito para editar un libro. Los créditos, subsidios y ayudas apuntan no sólo a federalizar y lograr que las pequeñas editoriales puedan editar, sino también a la ayuda de aperturas a las librerías, a la realización de ferias editoriales, en fin, a todo lo que tiene que ver con generar una industria que responda a las particularidades de un mercado que tenemos que terminar de construir.
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