En su séptimo año consecutivo en Buenos Aires, este fin de semana llega por primera vez a Rosario el Festival Buen Día. De 3 a 3, este sábado la Plaza Cívica (San Lorenzo 1949) desbordará de artes y oficios contemporáneos, en una suerte de gran sinergia cultural infrecuente por estos pagos. Doce horas para conocer el trabajo de músicos, artistas, diseñadores, artesanos, cocineros, productores culturales y talentos varios que --por decisión propia o a fuerza de crisis-- producen fuera de los circuitos comerciales ortodoxos.

Más de treinta mil personas pasaron por las nueve ediciones que lleva realizadas el Festival Buen Día en Capital Federal. De ellas participaron alrededor de setecientos diseñadores, cien de las más reconocidas bandas, casi medio centenar de sellos independientes.

"Todo esto, digamos, que tuvo un origen muy íntimo --explica Amadeo Pasa, mentor del evento--. Después de mucho esfuerzo, en 1999 logré grabar un disco. Y me encontré con que no tenía dónde presentarlo. Así que se me ocurrió que un buen lugar podía ser, por ejemplo, una plaza".

Un par de bandas amigas que se acercaron para "apoyar" la iniciativa de Pasa más algunos diseñadores de su círculo que aprovecharon el "buen día" para exhibir su trabajo y hasta algunos chefs de la vanguardia palermitana, determinaron que lo sui generis de la presentación desembocara en movida y no quedara simplemente en el gesto solitario de un artista callejero. "La verdad es que se conjugaron varias cosas: toda la movida cultural que se estaba gestando en Palermo, el recambio de milenio y, por supuesto, una situación económica que cambiaría dramáticamente dos años después", apunta Pasa.

Si bien el espíritu no cambió, los fines que originalmente perseguía el festival viraron hacia fines del 2001. "Al principio era exponer lo que se estaba haciendo, todo lo que tuviera una estética nueva y un sello auténtico. Después de la crisis, para muchos fue un espacio gratuito donde dar a conocer sus productos y una apuesta fuerte a seguir creciendo", explica el alma de la fiesta.

Pero claro, para no convertirse en una feria de plaza común y corriente, el festival mantiene firmes algunos de los principios que la hicieron germinar, y que, afortunadamente nada tienen que ver con la edad de los expositores. "Es cierto que el festival ya tiene una especie de perfil, que se ha ido construyendo con el paso del tiempo, pero eso es algo que no decidí yo; acá hay un montón de gente trabajando desde entonces. No podría decir quién no entra en estos parámetros, pero puedo decir quién sí: gente que tenga un proyecto personal, con un lenguaje propio y muy cuidado, que proponga un producto auténtico y no una copia de algo comercial; gente con vocación y ganas de trabajar. Siempre nos mantenemos trabajando con valores locales, buscando la autonomía cultural. Lo importante es que la gente sepa que no hacemos distinciones por la edad; sí apuntamos a un público con la mente abierta, joven, independientemente de los años que tenga. La idea es servir como plataforma de despegue de nuevos talentos. Todos los años hay gente que se va y, por suerte, todos los años también se suma mucha gente nueva".

En resumen, el balance de estos siete años de festival es altamente positivo. "Creo que lo bueno que tuvimos es que toda esa energía del principio la supimos canalizar, sostenerla y multiplicarla". Prueba de esto es la llegada del Buen Día a Rosario, que en su edición vernácula cuenta con el auspicio de la Secretaría de Cultura de la Provincia, la revista Atypica y Levi's.

"Esta es nuestra primer parada fuera de Buenos Aires. Tenemos enormes expectativas, no sólo porque hay una cantidad impresionante de talentosos expositores de Rosario sino porque incluso va a viajar mucha gente de Buenos Aires para continuar contando esta historia y, de paso, conocer la ciudad".