Mientras programa los últimos pasos para la edición de su tercer disco, Carmina Burana se presentará esta noche en El Sótano, alimentando así una seguidilla de funciones que le permitieron reinsertarse en el circuito rockero local, ése al que alimentaran vigorosamente desde mediados de los 90. Porque, es justo reconocerlo, el grupo oriundo de Firmat fue uno de los más importantes de la escena local hasta que, en el año 2000, pusieron rumbo a Buenos Aires luego de que la multinacional Universal comprara su compacto debut, El sendero de los pajaritos primaverales.

Y serían los vaivenes propios de las grandes compañías los que obligaron a la banda a un período en el que poco se sabía de su actividad, hecho que pudo interrumpirse cuando los propios miembros del grupo decidieron romper todo vínculo con la compañía para reencauzarse en la senda de las producciones independientes. Siempre, claro, bajo las metodologías de trabajo propias de una agrupación que supo escaparle a los órdenes preestablecidos, hecho aun hoy inalterable, según reconoció a Rosario/12 Hernán Manavella, histórico guitarrista del proyecto surgido hace ya una docena de años. "En la banda las cosas se van dando, nunca hay una proyección de una idea y a partir de eso un trabajo ordenado. La verdad no nos manejamos así, pero no porque no quisiéramos o nos parezca mal ni nada, sino que vivimos en una especie de caos ordenado, donde hay más caos que orden, entonces las cosas van surgiendo o florecen de esa manera", apuntó.

En algún punto, ese caos ordenado se tradujo en la línea musical de Carmina. "El que más o menos nos conoce un poco nos entiende así --consideró el guitarrista--. A veces es difícil, por el hecho de vivir en distintos lugares, mantener una comunión muy unida. Pero eso no lo quiero traducir como una dificultad, sino que es una modalidad. Esas individualidades aportan al caos controlado, entonces la idea se va construyendo, y no es que se proyecta de antemano. Sí nos mentalizamos, desde el punto de vista de que en la mente está la canción, y de ahí surge algo concreto que termina en un disco o en un recital, donde la gente se mueve con nosotros que estamos allí arriba. Es una mecánica distinta".

A más de una década del nacimiento de la banda, cambiar esa metodología resultaría complejo para un grupo que ha logrado crecer desde el caos. "Creo que no está ni la idea de cambiar eso", reconoce entonces el guitarrista, que sin embargo distingue: "En algunas cosas nos ordenamos un poquito, en algunas cuestiones técnicas. Los discos anteriores los grabamos muy rápido, pero en éste, aunque las tomas fueron hechas en un par de días, las mezclas llevaron cierto tiempo, y aprendimos bastante en el proceso".

Después de haber grabado las baterías en el estudio porteño Del Abasto al Pasto, de cerrar el proceso de grabación en Firmat y de desarrollar la mezcla en una portaestudio propia del grupo, Odas para la danza del átomo --nombre que seguramente llevará el sucesor de Hermoso, todo junto, difunto y podrido-- sostendrá el cóctel rítmico propio de la banda (donde ska, reggae y hardcore son la plataforma para la aparición de distintos estilos), y respetará una línea lírica que también le es distintiva. Respecto a la poesía buranesca, Manavella concluyó: "Las letras las hace Kamono (cantante del grupo). Y obviamente más allá de alguna que tiende a la animalada, a mi manera de verlas son excelentes, por la poesía que él tiene. Es un poco loco, pero yo soy fan de la banda, me siento casi un fan número uno de mi propia banda. Me parece que, como en cualquier proyecto, necesitás creer en el proyecto en que estás, y en ese contexto me parece que una de las cosas más importantes de Carmina, más allá de la música, son las letras. Son movilizadoras. Tal vez a veces son un poco inaccesibles, necesitás comerlas, regurgitarlas, digerirlas de nuevo, para ver hasta dónde llegan".

Mientras tanto, algunas de esas nuevas obras se incorporarán al repertorio del show que el grupo brindará en el local de Mitre 785, en un encuentro que dará comienzo a las 21 y que tendrá como invitadas a Voluntad Cero y Colegas, junto a otro plato fuerte, los punks de Muerto en Pogo.