Lun 05.03.2007
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › UNOS SERES QUE APUESTAN A SUS SUEÑOS EN LA MAGIA DE LA RADIO

Ultima y sublime obra de Altman

El film que este gran director dejó preparado antes de su muerte, es una magnífica obra coral en donde se dan cita distintos caracteres y anécdotas que atraviesan historias personales, recuerdos y momentos de un ingenuo humor.

› Por Emilio A. Bellon

Noches mágicas de radio

(A prairie home companion). USA, 2006.

Dirección: Robert Altman.

Guión: Garrison Keillor

Fotografía: Edward Lachman

Intérpretes: Kevin Kline, Woody Harrelson, Meryl Streep, Lily Tomlin, Virginia Madsen, Tommy Lee Jones, John C. Reilly.

Duración: 103 minutos.

Salas de estreno: El Cairo, Showcase y Village.

Puntos: 10 (diez).

"Caería el telón, pero nadie lo decía...", así la voz en off del personaje que interpreta Kevin Kline nos recibe en esta, la primera secuencia del último film de Robert Altman, quien el pasado mes de noviembre nos dejó a la edad de ochenta y un años, tras una trayectoria que cubrió más de medio siglo y siempre afín al cine independiente, cuando realmente este epíteto significaba toda una toma de posición. A lo largo de toda su filmografía, nos ofreció en clave crítica una mirada sobre su país y sus mitos, sobre sus personajes marginales, sobre la soledad y el desamparo.

Así, este parlamento inicial que escuchamos por boca de Guy Noir -ya el apellido remite a todo un género- nos ubica en el tono del film, respecto de la puesta en vivo de este programa radial que se viene transmitiendo desde hace mucho tiempo y que ofrece esa noche, su última función. Esto acontece en el viejo Teatro Fitzgerald -la referencia a su última novela inconclusa "El último magnate" sobre el mundo del cine es más que una obligación- en un clima de luces de neón y asfalto mojado que nos lleva a evocar imágenes del cine de los años 40.

Al igual que otros films de Altman, "Noches mágicas de radio" es otra sublime obra coral en donde se dan cita distintos caracteres y anécdotas que atraviesan historias personales, matizadas por el recuerdo y por momentos un ingenuo y torpe humor. Film en el que no hay un protagonista, sino un grupo de seres que apuestan a sus sueños, que creen en lo que aman, que cargan sobre sus espaldas con viejos desencantos, como podemos pensar su "Ciudad de ángeles" ("Short cuts") de 1993.

En la entrega de los Oscars del año 2006, recién Robert Altman fue reconocido por la Academia por toda su trayectoria, que se inicia a fines de los años 50. no es este el lugar para recorrer su filmografía, pero claro está, a propósito de este film, cómo no mencionar a otros que se refieren al mundo del espectáculo, al arte de la representación, tópico que le permite a su autor -sí, todo un cine de autor, ligado a veces a voces del género- poner en crisis fórmulas preconcebidas. En este sentido ya "Nashville" del principio de los 70 nos proponía una historia de clima pacifista en los años de la guerra de Vietnam. Su film "Búfalo Bill y los indios" del 76 marcaba un lugar de pasaje entre la leyenda y la historia, entre ciertos hechos del pasado y cómo se transcribieron, desde una mirada fuertemente desmitificadora y ya posteriormente en "Las reglas del juego" ("The player"), todo el mundo de Hollywood de nuestro tiempo era fuertemente enjuiciado por sus posturas fuertemente interesadas y ajenas a las lecciones de los grandes maestros. En "The company" que vimos hace dos años, el mundo del ballet se proyectaba hasta alcanzar las voces que escuchábamos entre bastidores. Entre estos dos últimos films, estaba "Pret a porter" una parodia sobre el mundo de las pasarelas, desde la cual Altman nos sorprendía con la dignidad de vestir al desnudo.

Su último film es en sí todo un legado. Es el final de un recorrido y el así lo está entendiendo, creo. Ya la sola presencia de esa mama misteriosa, vestida con un impermeable blanco, que tiene sólo el aspecto de una femme fatale del policial negro pero que acerca el sosiego y la ternura, nos indica que se está cumpliendo un tiempo. Podemos pensar que no es sólo ya el fin de programa de música country, que incluye números de varietés, del viejo music﷓hall, ni junto a ello al del viejo teatro que será demolido, sino que el film también está hablando de otras partidas, de otros largos adioses.

El clima chandleriano del relato se insinúa en algunos momentos del film, donde se respira cierta fatigada melancolía, bajo la luz opaca que nos lleva a pensarnos frente a pinturas de Edward Hopper, como ocurría con aquel film, basado en una pieza teatral de Sam Shepard "Fool for love". Aquí también está el Medio Oeste con sus escenarios despojados, con sus aislados e hieráticos molinos, con esa transmisión tan familiar que se hizo presente desde hace tantos años, cuyas voces se van cruzando, como se puede apreciar en la secuencia de títulos al comenzar el film.

Es el guionista del film, Garrison Keillor, igualmente el autor y conductor del mismo programa que se venía emitiendo desde 1974. en el film mismo algunos artistas están doblados y otros pertenecen igualmente al mismo programa en cuestión, "A pariré home companion" y entre ellos la tristeza y el sarcasmo, los recuerdos familiares, las alusiones y las segundas intenciones van cubriendo frente a un público, que en realidad somos nosotros, esa última, pero no dicha, transmisión. Frente a todos ellos, el mismo Keillor, el maestro de orquesta, el que va barajando los distintos diálogos, el gran artesano de toda esa ceremonia y de ese ritual final.

Film que está captado desde la hora del crepúsculo hasta ya entrada la noche, podríamos decir casi en tiempo real, "Noches mágicas de radio" es en sí un film sobre la ilusión en el mundo del espectáculo y sobre la maravillosa labor de crear. Es un film sobre nuestras intuiciones, sobre el misterio y la fascinación de lo que se revela frente a nosotros. Es igualmente, parece decirnos Altman, sobre nuestro transcurrir.

Hace más de treinta años, en aquellos días en que este programa radial tenía su presencia garantizada, el director de "El volar es para los pájaros" expresaba su posición sobre hacer cine ante un grupo de alumnos de la Universidad de Los Angeles: "Pienso que en el futuro el aspecto narrativo de un film desaparecerá completamente y a través de un film, deseo, se comuniquen directamente las emociones. De modo tal que cuando el espectador salga de la sala sólo tendrá la conciencia de haber tenido un contacto a nivel emotivo, lo que no puede separarse claro está de una inmediata reflexión, como un susurro".

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