Amigo de Gardel, Florencio Sánchez y Armando Discépolo, el rosarino José González Castillo fue uno de los autores más polémicos del teatro argentino en las primeras décadas del Siglo XX. De hecho, allá por 1920 revolucionó a la sociedad porteña con la historia de una joven que mataba a su hijo apenas nacido, ocho décadas antes del caso Romina Tejerina. Algunos años antes, con Los invertidos había abordado el tema de la homosexualidad, lo que le valió la censura luego de unas pocas presentaciones en calle Corrientes. Siempre bajo la dirección de Rody Bertol, el grupo Rosario Imagina recuperó al autor y navegó sobre los textos de esa obra, cuya versión estrenarán mañana en el Teatro La Manzana (San Juan 1950), sala que reacondicionaron para continuar brindando sus funciones los sábados a las 22 y domingos desde las 20.

En esencia, el grupo no se remitió a los escritos de González Castillo, partiendo en cambio de la adaptación realizada por Alberto Ure, según precisó Federico Tomé, uno de los protagonistas del elenco que integran Caren Hulten, Marcelo Lamberti, Juan Nemirovski, Fabricio Semperini, Yanina Orieta, María Eugenia Solana, Sebastián Tiscornia y Sebastián Martínez. "Empezamos a trabajar a partir de la versión que Ure hizo en el teatro San Martín, que no tiene muchas modificaciones, sino que saca un personaje y excluye unos monólogos. A partir de ahí empezamos a meter la cuña, no en cuanto a modificaciones en el cuento en sí, sino en ciertos desvíos que metemos entre algunas escenas. Además en nuestra versión hay una modificación importante porque transformamos a uno de los personajes en alguien que con su relato atraviesa la puesta, lo que cambia rotundamente la versión", explicó.

En ese marco, según Tomé las modificaciones esbozadas por el grupo tuvieron un objetivo claro, el de "actualizar la obra original, que toca a la homosexualidad como tema". "Nosotros no queríamos tocar a la homosexualidad como tema, entonces tratamos de abrir el juego hacia el doble del actor, hacia el doble de cada uno de nosotros, un poco con la metáfora que usa Saer en su cuento `Al abrigo`, donde plantea que lo que tenemos escondido, al abrigo, nos convierte en lo más verdadero. Jugamos un poco con eso, que nos entusiasmaba mucho", detalló.

Esa adaptación funcionó además como recontextualización de la obra, escrita en 1913. "Nos parecía totalmente desubicado hacer esa obra tal cual estaba cuando se estrenó en 1914. Igualmente hay algo que todavía sigue funcionando, y que fue otro de los puntales que nos entusiasmó a la hora de tomar este texto, y tiene que ver con que la obra es sumamente provocadora --consideró el actor--. Ni hablar en su época, porque estamos hablando de un autor que en su momento era progresista, que se jugaba bastante. Nos atraía lo provocador del autor, y además el tema en sí, porque hay algo que todavía funciona con el tema de la homosexualidad, la exclusión y la diferencia. Si bien podemos llegar a pensar que ahora todo es más equitativo, y los derechos son los mismos para todos, me parece que todavía no es así. Todavía se está peleando para que puedan casarse, adoptar hijos, porque la sociedad todavía no acepta totalmente al diferente. Si bien en la obra hay otra visión del tema, hay algo que sigue funcionando igual desde hace noventa años. El texto tiene vigencia, y con esta versión lo actualizamos un poco más, incluso desde el punto de vista de lo teatral".

Luego de las dos versiones de Lo mismo que el café y de Artificio Casamiento, puestas en las que el grupo apostaba a una interacción directa con el público, en esta nueva propuesta Rosario Imagina vuelve a una línea más tradicional, aunque apostando a generar un clima de cercanía e intimidad, según concluyó Tomé: "Veníamos haciendo obras más colectivas, abiertas, en donde había un juego con el espectador dentro de la puesta en escena, que lo incluía. Pero ahora decidimos concentrarnos, hacer una obra de cámara y volver a la sala alternativa de Rosario de cincuenta butacas".