CULTURA / ESPECTáCULOS
Docente y formador de una buena parte de la generación de la joven dramaturgia porteña, el autor Mauricio Kartun expone y reivindica aquí toda la complejidad y sutileza del teatro de títeres y objetos. Y embiste contra quienes degradan este género hacia un "teatro chiquito".
› Por Julio Cejas
El mes pasado en ocasión del Ciclo de Teatro de Títeres, Muñecos y
Objetos, organizado por el Centro Cultural Parque de España, el reconocido dramaturgo porteño Mauricio Kartun dictó el Seminario "Poética de la cosa". Este curso teórico-práctico de dramaturgia creativa para títeres y objetos dirigido a titiriteros, artistas plásticos, de performance y actores, tuvo una respuesta masiva y permitió el contacto entre este prestigioso maestro de autores y la comunidad de titiriteros rosarinos. En esta oportunidad, Kartun dialogó con Rosario/12 acerca de los alcances de su visita y la importancia que tiene la escritura dramática para los hacedores y manipuladores de títeres y muñecos.
"Los titiriteros son -según el autor de La Madonita- un sector artístico muy inquieto siempre en búsqueda de posibilidades, ya que el mismo lugar que ocupan, ese lugar marginal en el que suelen moverse, hace que carezcan de las mismas posibilidades que tiene el teatro convencional. Pero paradójicamente el titiritero es alguien muy interesado en la búsqueda de nuevos materiales teóricos de nuevas propuestas, de nuevas formas metodológicas".
Convocado por algunos grupos locales con los cuales se contactó como "La compañía Malditos Muñecos", de Mariana Frare, la compañía de objetos "El Pingüinazo" de Silvia Lenardón y Guillermo Martínez y "La Hormiga" de Cecilia Piazza y Diego Percik; Kartun valoró el esfuerzo de estos creadores y se refirió a la importancia de el teatro de objetos a nivel internacional.
"En los últimos años el teatro de objetos que ha cobrado una fuerza muy grande, hace que buena parte de los creadores internacionales trabajen a partir de una propuesta objetual, en ese muy amplio campo que va desde el titiritero que trabaja en una plaza hasta el artista plástico que hace performances e instalaciones", dijo el dramaturgo. Y a la hora de establecer diferencias y similitudes con la dramaturgia teatral, Kartun destacó "el hecho objetivo de trabajar con una materia inanimada que hay que animar, trabajando con objetos que no representan el cuerpo de un personaje, objetos que se animan por medio de la manipulación de este acto casi mágico".
Y aseguró que "hay que reflexionar y comprender que estamos ante un universo con leyes propias, un universo totalmente diferenciado con el resto y esto genera una dificultad en el espectador para percibir ciertos sistemas con los que no esta familiarizado".
-El teatro de títeres sigue considerado por un sector amplio de espectadores, como un arte menor en comparación con el teatro y la danza.
-Efectivamente, el teatro de títeres carga con una zona de prejuicio, siempre se lo entiende como teatro en miniatura, teatro chiquito, como si fuese una forma practica y humilde, menor que el teatro. Pero no se trata de eso, es un lenguaje propio, diferenciado, cuando este fenómeno se comprende uno puede entender porque grandes creadores de la escena contemporánea como Tadeuz Kantor, o Philippe Genty trabajan con teatro de objetos- dice Kartun.
Ante la reflexión de este cronista acerca de la importancia que tuvo en nuestro país la labor de "El Periférico de Objetos", que abrió un verdadero camino en la investigación acerca de la dramaturgia de los objetos, Kartun extiende este aporte a la figura del maestro Ariel Bufano. "Para ser justos hay que decir que trabajaron con Bufano, titiritero tradicional que tenía ideas innovadoras, de renovación formal, la gente de el Periférico se formó con él, y buena parte de este camino de vanguardia tuvo que ver con lo que encontraron en su maestro, pero seguramente El Periférico fue el grupo que instaló una reflexión sobre el fenómeno de los objetos en el teatro, crearon escuela, hicieron que otros grupos trabajaran de la misma manera".
Retomando el tema de los prejuicios con respecto a la idea que se tiene del teatro de títeres, Kartun destaca dos principales factores que han contribuido a fortalecer esa idea. "El teatro de títeres ha tenido históricamente dos enemigos: Uno es el titiritero desaprensivo, aquel que no piensa en el teatro de títeres como un lenguaje propio, sino como un `teatro en chiquito', como un juego infantil, y por lo tanto se permiten hacer un mal teatro, otro han sido los docentes que toman al teatro de títeres que es una actividad artística de gran complejidad, como un juego y la practican en el colegio y le enseñan a los chicos que eso que hacen cuando se ponen una media en la mano y la agitan gritando con voz aflautada, son los títeres".
Estos conceptos apuntan directamente a la formación de un futuro espectador que según Kartun, tendrá muchas dificultades en tratar de comprender que "eso tan feo que le enseñaban en el colegio" pueda tratarse de un lenguaje poético. "Pero basta que uno se inicie como espectador en una producción seria, con estética propia y elaborada, para que comience a comprender que se trata de un lenguaje por lo menos extraordinariamente gozoso".
Formador de una buena parte de la generación de la joven dramaturgia porteña, el autor de "El niño argentino", se permite reflexionar acerca de los vaivenes del texto dramático a lo largo de los últimos años. "La dramaturgia en la que estoy trabajando desde hace 40 años, me permite ver lo cíclico, la dramaturgia en estos años viene atravesando ciclos, el texto sube sus acciones y se valoriza, y se lo toma como herramienta, por ejemplo en los años 70 con ciertas formas de teatro político, entra en decadencia con la aparición de algunos mecanismos de los que se vale ese mismo teatro pero que considera más democrático como la creación colectiva, esa decadencia del texto vuelve a tener algún auge en la época de la dictadura con Teatro Abierto y aparecen nuevas formas, vuelve a tener una rápida decadencia con la aparición del teatro de imagen, de la dramaturgia del actor, de director, y permanece hundida en esa ola durante casi una década".
Según esta óptica en los últimos años el texto vuelve a cobrar protagonismo y creadores como Daniel Veronese, responsable de una buena parte del teatro de la imagen que se reflejaba en la producción de El Periférico de Objetos, retoman no sólo la experiencia de una escritura propia sino que retrabajan autores clásicos.
"Ahora pareciera que el texto vuelve a estar en la parte alta de la ola, pero esto tiene que ver con el auge de ciertos creadores, con el agotamiento de ciertas formas, la ironía de los jóvenes del 80` viene como respuesta a una sobreabundancia de ideas algo fastidiosas de Teatro Abierto", dice Kartun para quien "el texto no va a desaparecer, ahora estaríamos atravesando una nueva crisis de las formas, que es lo que está pasando con los autores jóvenes de los 90', hay un sector en el teatro de Buenos Aires que se está agotando en su propuesta".
Fiel a sus conceptos elaborados tanto en su dramaturgia como en la labor docente, este gran maestro se despide con una frase emblemática que encierra gran parte de su legado: "El texto se parece a las ballenas, puede pasar largo tiempo abajo del agua pero cada tanto sale a tomar aire y uno lo ve".
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