Desde su creación en 2004, el ciclo Cultura Pasajera logró romper con ciertos preceptos vinculados con el arte. Por un lado, con las estructuras formales de exhibición. Por otro, con la desarticulación de ciertas rigideces institucionales propias de museos y galerías. De esa manera, fue el Pasaje Pam el que se vio convertido en centro de exposiciones, permitiendo además que los simples transeúntes se convirtieran en espectadores, en visitantes de una propuesta artística que ya acumula tres ediciones exitosas. Y aunque el granizo de noviembre alteró algunos planes, una demorada cuarta edición se iniciará esta tarde a las 19.30, en el cautivante corredor que une peatonal Córdoba (desde el 954) con calle Santa Fe.

A partir del trabajo curatorial de Carlos Herrera, José Pfaffen y Mauro Guzmán los artistas seleccionados para inaugurar el ciclo 2007 serán Lorena Ventimiglia con la instalación que podrá visitarse en el flamante espacio de arte El Cubo, Diego Vergara con sus pinturas en Expacio, Mimi Zelicovich con sus trabajos expuestos en la Vitrina del Pasaje, Gabriela Gabelich con su instalación en el patio central y Leandro Yadanza con el video A la mesa que podrá apreciarse en Marasca Trip Gallery. Mes a mes, el ciclo permitirá la llegada de nuevos artistas, totalizando así a una treintena a lo largo del semestre.

Flor Balestra, impulsora del envío junto a Román Rivoire, resaltó la posibilidad de relanzar el ciclo luego de superados los inconvenientes generados por el granizo, temporal que no logró afectar a la esencia general del proyecto. "Lo bueno de Cultura Pasajera es que funciona en una galería, en un pasaje, entonces nosotros captamos la atención del paseante, esa persona que no viene expresamente. Entonces no es un público cautivo, como en las galerías o los museos, y éso es lo bueno que tiene. Y como hay locales de comercio, poquitos pero hay, la gente viene por una cosa y ve otra. Los atrapamos desde un lugar incauto. Eso tiene una frescura que es muy válida, y en algún lugar nos identifica. Pero es algo que nos sale naturalmente", apuntó a Rosario/12 la artista, quien además remarcó con honestidad: "Nosotros con Román estamos hace muchos años, él hace casi 20 y yo 16, entonces fuimos inventando cosas para ir transformando también nuestro entorno. Es casi como una necesidad. Primero lo necesitamos nosotros, porque suena pretencioso cuando dicen que nosotros cubrimos una necesidad de la sociedad o del arte contemporáneo. No sé si es para tanto, creo que fuimos transformando esto que es nuestra casa".

Mientras tanto, aquella frescura a la que alude Balestra sin dudas se traduce a los artistas participantes: "A todos nos pasa que las instituciones nos dan un poco de cosa. Yo soy básicamente fóbica a las instituciones, tuve muy buenas experiencias en la Facultad de Humanidades y en la Musto, pero me dan mucho miedo las instituciones. Y si bien tenemos algunos apoyos y subsidios, esto es básicamente privado, es nuestro. Lo que nos da muchas libertades, trabajamos a gusto, invitamos a quien queremos, no hay verticalismo, no nos lo impone nadie, y eso es algo que hace que los artistas se sientan bien. Y es muy divertido pensar que alguien va a exponer en una vitrina por donde pasa la gente cualquiera y no los entendidos".

"Es muy difícil trabajar para los entendidos, tiene su presión trabajar para el ambiente mismo del arte. Porque los artistas básicamente trabajan para el ambiente, nos pasa a todos en todas las áreas, me ha pasado cuando yo estaba en la danza. Entonces por ejemplo está esto de producir y ponerlo en una vidriera, que parecería una palabra tremenda, muy aburguesada, pero nosotros la vivimos de otro lugar. Lo que varía no es el contenido, sino la forma, eso es lo interesante, que el contenido sigue siendo válido. Y creo que Cultura Pasajera tiene cierto prestigio dentro del mundo del arte", concluyó Balestra.