Era mi cumpleaños y había invitado a unos amigos separados, anoticiándolos de la presencia de ambos. En un momento los veo conversar muy animadamente.

Ella: La tengo arriba, cerca de la ropa de invierno.

El: Yo la tengo a mano, pensaba dártela pero como no nos veíamos.

Ella: Ok, la bajo con cuidado y te la mando con un cadete.

El: Ok, yo hago lo mismo.

"Objetos de vieja pertenencia conyugal, fotografías, instantáneas de una vida en común ahora reparadas merced a mi fiesta", pensé literariamente. Más tarde supe. Con el apuro de la mudanza, la disilución y la lejanía habían intercambiado, por error, las urnas donde yacían las cenizas de sus papis y lo que estaban hablando esa noche era un intercambio de parientes.

Le conté la anécdota a Lalo y se rompió de risa. !Cómo le gustaban estos aconteceres de la comedia humana, los enredos, las burlas del destino! Perdió trenes, amores, acordes, dinero por la escucha de una buena anécdota. Que luego diseminaba por el mundo como un polen fenomenal que curaba las penas. Nunca pensé que se habría de convertir en cenizas. Uno no piensa en esas cosas con los que quiere. Están siempre, no hay vueltas, por más que la muerte la juegue de astuta. Llevo las suyas a dispersarlas por la cancha de Central. Y parece mentira que eso que está ahi sea mi amigo. Conociendo su impuntualidad tengo mis reparos que llegue a tiempo.

Por las dudas, anoche, en un viaje astral que efectué le hice saber que si llegaba a tiempo, habría excelentes chistes y un anecdotario tremendo que desconoce desde que se fue a buscar otro. Le agregué, para mayor seguridad, una escena donde le iban a dar un pase picante frente al área para que remate solo ante la salida a tontas y a locas de Fenoy con la pelota entrando rasante a chocar contra la red en el gol de la victoria sobre la hora y pueda definitivamente fundirse en un abrazo interminable con el espíritu canalla.

Ser lo que siempre quiso, parte del aire.

* Ayer a la tarde, en la cancha de Central, fueron esparcidas las cenizas de Lalo de los Santos, uno de los músicos de la Trova Rosarina, quien murió el 26 de marzo de 2001 a los 44 años.