Dom 13.07.2008
rosario

CONTRATAPA

NOS, LOS REPRESENTANTES

› Por Luis Novaresio

Elegís a un miembro de la Cámara por Bristol, ciertamente. Pero cuando lo habéis elegido, ya no es un miembro de Bristol, sino del Parlamento. Edmund Burke

Uno: ¿Los diputados y senadores, responden al pueblo que los votó a su partido? ¿O a los dos? Si hay algo bueno que ha traído todo este debate de las retenciones agropecuarias es la consiguiente discusión sobre el sentido moderno del Parlamento después de cien días disparatados en donde sólo hablaron siete personas. La mesa de enlace y De Angeli y Néstor Kirchner y su esposa. Si se suman los ratings de los canales de cable que transmitieron la sesión de Diputados casi se araña el rating del traste de Jessica Cirio criticado por Lafauci, juez supremo de la Nación, ya se sabe, con más competencia originaria y ampliada que el propio Zaffaroni o Carmen Argibay. No es poco. Y es bueno.

Es cierto que la paranoia política que divide en fieles y anatemas a los argentinos sigue haciendo de las suyas en estas pampas y a la par que se descubrían las voces de algunos diputados se contaban los porotos a favor o en contra de quien anotase. O están conmigo o en mi contra, supimos decir cada uno de nosotros. Paranoicos. Pero nadie puede dudar que fue estupendo escuchar voces como las de Laura Montero, Claudia Bernazza, Oscar Aguad, Adrián Pérez, Claudio Lozano y el local Agustín Rossi entre otros. Al Jefe de la bancada de los peronistas habrá que hacerle un especial reconocimiento no sólo por la claridad con que se expresó sino por la lealtad a lo que piensa él y el gobierno a pesar de desaires de las que fue víctima en la interna local. A ver: aunque no compartas lo que dijo, Rossi bancó a Néstor y a Cristina como ninguno unos días después de que ellos mismos lo zamarrearan de sus ganas de ser el jefe del peronismo local para conservar en el redil a Reutemann. Y no coqueteó como otros que supieron estar en el verdadero poder de la provincia que abrían por izquierda y cerraban por derecha según el micrófono o el reclamo que le acercaran. Si hasta hubo uno que unos momentos antes de votar, increpado por los productores santafesinos, se escondió diciendo que no le gritaran que nadie sabía cómo iba a votar. Protegido por el recinto y por el número, alzó la mano sin hacer mucho ruido. Rossi se la bancó. Y eso es meritorio.

Agustín, Jorge Obeid, Ana Berraute, Ariel Dalla Fontana, Paulina Fiol de Cavallero, Gustavo Marconato, Alejandro Rossi y Juan Sylvestre Begnis (radical K) dijeron sí al gobierno. Los socialistas Silvia Augsburguer; Miguel Angel Barrios; Pablo Zancada; Mónica Fein; Elda Gerez y María Martín, los aristas Susana García y Fabián Peralta, Pedro Moroni de la UCR y Verónica Benas, que llegó con Carrió hace seis meses y ahora la desconoce en el partido SI, dijeron que no. Parece que en esta semana que empieza ni Reutemann ni Latorre ni Gisutiniani -seguro- darán aprobación al proyecto de diputados. Y uno se pregunta: los diputados y senadores, ¿deben votar según piensan sus votantes o según lo creen ellos y sus partidos?

Dos: Vaya a saber el porqué pero yo me acuerdo cuando lo aprendimos en la secundaria. A nadie le interesaba demasiado estudiar Instrucción Cívica en un país que editaba la Constitución Nacional en un librito azul de bolsillo que llevaba en las primeras páginas el Estatuto del Proceso de Reorganización Nacional. Y sin embargo, vos y yo, estudiábamos. El pobre profe, condenado a enseñar en esas aulas para pasar desapercibido en los salones de la Universidad convertidos en chupaderos (éste sí que la pasó mal. Y no aquellos otros que hoy se llenan la garganta con las persecuciones que jamás, jamás, sufrieron en tierras muchas más frías que la tortura) explicaba lo del mandato libre y el mandato imperativo. Decía que la revolución americana y la revolución francesa, nacidas ambas por un impuesto considerado injusto, el del té y el que pretendía mantener a la dilapidadora corona gala, habían discutido si el representante del pueblo tenía libertad para pensar como quisiera (mandato libre) o debía someterse a las decisiones de su gobierno o partido según el caso (mandato imperativo). La casi totalidad de las constituciones modernas no recepta el mandato imperativo. Pero a la par de ello, acompaña otros modos de democracia semidirecta como la consulta popular, la revocatoria de un funcionario que no cumple con lo prometido, la iniciativa popular de ideas que el representante no impulsa.

Mucho más cercanos, y como siempre, los uruguayos suelen darnos lecciones de democracia y representatividad a lo largo de su historia. Ya se sabe que pensaron la ley de lemas y la descartaron rápido cuando vieron sus perversiones. En Santa Fe, se ve, compraron el primer tomo de esa teoría y les costó varios lustros erradicarla. Y en el tema de la posibilidad de imponer el mandato imperativo a sus diputados también tienen tradición. Cuenta el politólogo Claudio Ney Ferreyra que hubo tres intentos de obligar a los representantes a votar con disciplina partidaria en el Partido Comunista, en el Partido Socialista y en Batllismo de comienzos de siglo, y por lo menos hasta la muerte de Batlle y Ordóñez. Dice Ney FErreyra que se justificaba esto pensando que la vanguardia debe ser uniforme, permanecer unida y ninguna fisura puede permitirse en ella. Esta puede también ser asimilada a la presencia de un líder carismático que exige la lealtad de sus representantes pase lo que pase, sin importarle demasiado lo que piensen sus electores. El es el elegido y debe mantener a su partido unido para cumplir con sus planteos políticos, coincidan o no con los del electorado que lo llevó al gobierno. Otra fundamentación piensa en una arquitectura partidaria en forma de pirámide que manifiesta sus decisiones mediante una asidua consulta a sus bases: esto es, los representantes para cambiar de posición frente a un tema importante deben recurrir a las bases y preguntarles si pueden hacerlo; de no poder convencer a sus bases, deberán asumir su compromiso electoral.

Y aquí está la disyuntiva: o someterse a un líder o animarse a abrir la discusión pensando que todos tienen el mismo derecho a opinar.

Tres: En el 2005, Uruguay decidió mandar tropas a Haití como pedían Naciones Unidas y, sobre todo, los Estados Unidos de Norteamérica. Aristide preso y no renunciantes, campos de concentración de disidentes, hambruna para voltear a un gobierno y otros condimentos generaron un arduo debate en el Congreso charrúa.

Y allí se escuchó: "Un pequeño país -Haiti- ha sido sometido a una intervención externa, absolutamente ajena a las normas del derecho internacional, que luego la potencia interviniente ha intentado legitimar con una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. En realidad, esa es mi íntima convicción, desde Naciones Unidas se siguió la voluntad del gobierno de EEUU, los hechos fueron a mi modo de ver claros. Un país pequeño, saqueado, empobrecido, explotado ha sido víctima una vez más, de una intervención externa, absolutamente fuera de normas del derecho internacional -repito- acción que luego intentó legitimar esta misma potencia mundial por una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Si hubo un golpe de Estado y si hay un conflicto interno en Haití, ¿enviar tropas integradas por uruguayos para intervenir en un conflicto interno resultado de un golpe de Estado, no es una forma de intervención, dudosamente jurídica, en asuntos internos de ese país? ¿Uruguay va a enviar tropas para dirimir un conflicto interno resultado de un golpe de Estado? Esa es una pregunta que hay que hacerse porque no todo lo que salga de Naciones Unidas tiene la bendición divina ni es a priori correcta."

"La bancada de mi partido del Frente Amplio al que yo no renuncio por cierto, y la del Partido Socialista antes decidieron que es mandato imperativo de los legisladores votar esto. Yo no puedo votar contra lo que son las convicciones más hondas de mi conciencia, por lo que he dicho y por otros argumentos más que tienen que ver con la acción del imperio y de los poderes centrales del mundo en América Latina. "

"Yo sé perfectamente por qué se me plantea 'vas a romper la unidad monolítica de la fuerza de gobierno creando un precedente que otros podrán seguir después en los temas que se les ocurra'. Yo no creo, que en el tema que se le ocurra a cualquiera, vaya uno de los compañeros, a seguir lo que se le antoje, y yo tampoco. He votado cosas incluso que no comparto, que no acompaño, pero que acepto por disciplina. Permítame un minuto más, señora Presidenta, porque es la última vez que hablo en Cámara. Yo acepto por cierto, y soy partidario del mandato imperativo, pero para cumplir con los compañeros me retiro ahora, no voto, pero renuncio a la Cámara. Renuncio."

"Una última frase permítame. Quiero estar de acuerdo en respetar la voluntad de la mayoría, pero quiero estar también tranquilo con mi conciencia. Gracias."

El diputado nacional uruguayo Guillermo Chifflet renunció a su banca el 2 de diciembre de 2005. Y no pude menos que acordarme del obispo Jaime de Nevares que renunció a votar el pacto de Olivos Menem﷓Alfonsín en el 2004.

Cuatro: Ya sé que es tarde. Ya sé, sobre todo, que es idiota. Pero la paranoia que vivimos hoy día instalada arteramente para enfrentar a dos bandos que no son tales mientras los de siempre siguen haciendo el negocio de siempre, podría haberse zanjado consultando a los santafesinos sus opiniones sobre este tema. ¿Que eso sería una utopía de democracia deliberativa? ¿Que entonces por qué no para otros temas? La democracia deliberativa no es un demérito y pensar en preguntar sobre otros temas sería estupendo. De paso nos ahorraríamos peleas injustas y dogmáticas entre los ciudadanos de a pie que podríamos saber si nuestras ideas (y nuestros prejuicios) son los de la mayoría o no. Luego, ejercer el poco entrenado músculo de bancarnos las decisiones de los otros. Y, por fin, evitar el espectáculo de algunos que conocen de representación popular (de un lado y del otro) lo que voy yo de astronautas.

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