CONTRATAPA
› Por Sonia Catela
Planta la pala, la hunde; descarga sobre el montón acumulado los cascotes que le raspa al duro suelo desde que empezó a cavar, temprano, con las primeras luces de la mañana, ahí, le dijeron, al pie de la colina Cumorah , ahí esperan que las alumbres, que las des a luz, ¿cuando la hoja choque contra las tablas que le ordenan exhumar, qué voz saltará por el tajo de la tierra? ¿Hasta dónde se escuchará?
Porque busca la palabra enterrada.
No teme. Otro temería.
Sigue revolviendo el hueco pedregoso, arremete, se enjuga la frente, el cuello, la cabeza de plumas mojadas, sin el miedo que debería acometerle dada la encomienda y el origen de la encomienda, desenterrar la palabra, ya que "la" boca se abrió y a su conjuro la tabla se fue cubriendo con los signos que se le dictaban, sin que mano alguna interviniera, párrafos completos inscribiéndose y viboreando, una enciclopedia entera que va a hablar cuando él la desempolve y alumbre, "buscarás y hallarás, ahora" le indicó Moroni; Joseph tiene 14 años o 17 años, y el metal de la herramienta que manipula roza una superficie plana, cuidado, ahí yace lo que lo demanda... Aunque puede tratarse de una vulgar roca u otro producto de la naturaleza; lo que busca no lo produjo la naturaleza y lo que halla es lo mandado, esta caja, la retira, sacude, la abre con distancia y dentro de la urna lo que nadie podrá ver, salvo él, Joseph; son de oro, podrían ser de oro, cargan una escritura ininteligible, aguardando que las retire de la colina de Cumorah, que las guarde en su mochila de cuero, que se trepe a su vehículo, llegue a su casa, esconda las planchas, las traduzca, que traduzca las palabras que únicamente él podrá tocar, palpar y leer, al dictárselas a quienes asistan como testigos, que el mundo sepa, así se lo ha indicado Moroni, marcándole el camino.
(...aunque si Charles Anthon se cruzara...)
Joseph Smith da la espalda a la montaña; a partir de ahora dejará de dedicarse a adivinar la fortuna que narran las piedras, dejará de ayudar a su padre en la búsqueda de tesoros por encargo, Moroni le ha hablado y él ha obedecido. Envuelve en un lienzo limpio las tablas que fosforecen, que podrían fosforecer, las tablas destinadas a sus pupilas, que ningún otro ojo las mancille, "Pero, por qué no podemos echarles una ojeada", le rogarán los testigos David, Oliver, Martin, "Se volverían ciegos", "Pero ¿debido a qué razón", "Ésa es la voluntad", "¿A qué se parecen los jeroglíficos?", "Les copio uno, vean", "¿Y cómo podés traducir estos signos si sólo sabés nuestro idioma?", inquirirán quienes han sido convocados para atestiguar según las instrucciones de Moroni, "por estas gafas, el Urim y el Tumim", contestará él colocándose los lentes y mirando dentro de un sombrero la escritura a traducir, "Ah, no entendemos", "Es que no tenemos que entender", "Así sea", y cuando pasen diez años, el libro terminado y listo, agrupará a la gente para que lo escuchen a él, Joseph Smith profeta de Moroni, "¿Dónde guardás las tablas, dónde están?", "Se las ha llevado quien me guió", y los papelitos que él copiaba y trasladaba del egipcio al inglés, del caldeo al inglés, del árabe y el asirio, y hasta del calendario mejicano, se han ido también confiscados por el mensajero. Entonces Joseph, profeta convoca a la gente para compartir la palabra... (...farsa, una burla y aunque yo, Charles Anthon, profesor de la Universidad de Columbia haya desmentido rotundamente, febrero 17 de 1834, localidad de Painesville, Ohio, desmentido el alegato de Joseph Smith según el cual, después de verter el libro del caldeo, árabe y asirio a nuestro idioma, me lo trajo para cerciorarse de que su trabajo era fidedigno, y desmiento y niego que yo hubiera afirmado que las traducciones de Smith eran mejores que todas las vistas en mi vida, rechazo haber ratificado la autenticidad de las escrituras de la secta, y de que he testificado que su original se encontraba escrito en jeroglíficos egipcios; todo, falsedades. Un campesino me alcanzó unas notas; al intentar descifrarlas, advertí que me enfrentaba a una burla. Le pregunté al mensajero sobre la procedencia de estos papeles... después de escuchar la historieta, comencé a caer en cuenta de que se trataba de un plan para engañar a incautos... La hoja llevaba caracteres retorcidos colocados en columnas, preparada por alguien que tenía ante sí varios alfabetos... se notaban letras griegas, hebreas y romanas al revés... ¡Hasta caracteres del calendario mejicano! Firmo esta desmentida de puño y letra, yo, Charles Anthon, profesor de la Columbia University, 17 de febrero de 1834, en Painesville, Ohio. Burla, farsa, refuto...)
...Entonces, cuando el profeta vierte la palabra, se lo escucha. Y al reclutar gentes que se cuentan de a miles y cientos de miles, las que acuden de todos los confines para oír y convertirse, recaba que la voluntad, el mandato, la salvación se han consumado. Recaba que él ha sido el instrumento.
*Actualmente, la religión mormona fundada por Joseph Smith, quien adujo encontrar tablas de oro con el Libro de Mormón enterradas en la colina de Cumorah, y que el ángel Moroni se lo había revelado aproximadamente en 1822, cuenta con más de diez millones de adherentes en todo el mundo, sumando trescientos mil los de Argentina.
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