CONTRATAPA
› Por Miriam Cairo *
I. Todos los hombres buenos. Todos los nudos desatados. Todos nuestros pedazos vivíparos. Toda la muerte arrepentida. Todas las flores oscuras aplastando a las flores claras. Todos los corazones escuchados. Todas las almas respondientes. Todo el universo deslumbrado. Todos los labios con sabor a lluvia. Todo el amor es estallido. Todo comienza. Todo el cenit te corona.
II. Vos y yo somos todo aquello a lo que le falta punta. Somos lo que naufraga en el tembladeral de los finales abiertos. Vos y yo nos arrancamos los pies antes de pisar los sueños.
III. Toda la asfixia saliendo de tu boca. Todas las referencias renovadas. Todos los magnolios arraigados. Todas las alegrías posibles. Toda la realidad a nivel de humo, a nivel de aire, a nivel de aurora. Todos los corazones abrasados. Todos los pensamientos abrasivos.
IV. En esta página todo es más evidente y más peligroso. El peligro consiste en que las necesidades del cuerpo, aparecen espirituales, transfiguradas. El pasaje de la frontera se muestra enteramente imperceptible.
V. Todos los demonios amados. Todos los acentos prosódicos. Todas las tristezas finales. Toda la cañada suavísima. Todas las ideas lindantes. Toda la empuñadura vigorosa. Todas las cinturas desnudas. Todas las disneas orgásmicas. Todos los equilibrios rotos. Toda la humanidad excedida. Todo el amor con su relieve.
VI. Ninguna certeza, ningún dogma, ninguna forma de crueldad puede meter sus narices en lo que sucede con la escritura y con el sexo. Ambos actúan sin creencia.
VII. Todas las palabras irisadas. Todos los poetas encarnados. Toda la lejanía de Cortázar. Toda la luz cierra los ojos. Todos los ángeles de Cheever. Todo el universo instantáneo. Todos los páramos de Rulfo. Todas las oscuridades y un relámpago. Todas las uniones libres. Todas las espadas como labios. Todas las gatas Berenices. Todas las paredes derribadas. Todos los resplandores absorbidos. Todas las mujeres amadas. Todo el conocimiento cuestionado. Toda la minuciosidad del alma. Todos los naufragios imprescindibles. Todas las brújulas extraviadas. Todas los hundimientos. Todos los astrolabios. Todo a favor de los ahogados.
VIII. Es así: con lo que me queda de respiración, respiro. Con lo que me queda de escritura, escribo. Con lo que me queda de pies, tropiezo. Con lo que me queda de candidez, vivo.
IX. Todo el dolor derribado, lejanísimo. Todos los minutos despacio. Toda la vida en una tarde. Todos los años en una hora. Todos los caminos por donde yo pasaba. Todas las cosas fuera de molde. Todo no es narrado. Todo es poesía. Toda la sonrisa súbita. Todo el rompimiento es conocerse. Todo es existirse. Todo antes no estaba.
X. Algo ha provocado en mí una dentición lujuriosa, un dolor voluptuoso, un desnombrar suave de espinas creciendo, como si yo tuviera en mis manos el corazón agónico del mundo.
XI. Todas las noches largas. Todos los relojes rotos. Todos los breteles caídos. Todas las bocas mansas. Todos los dedos adorados. Todas las propuestas generosas. Todos los pasillos de Dédalo. Toda la deriva hecha rumbo. Toda la historia relativa. Todos los ángeles deliran. Todos los soplos nos llevan. Toda la sangre vampírica. Toda la salud de los enfermos. Todos los límites oprimen. Todos los dioses sin olimpo. Todos los milagros viejos. Todas las revoluciones pendientes. Toda las economías con su mendrugo. Todos los remedios gratis.
XII. El viento lleva sus nubes de arena. Los caracoles descarozados caen en hoyos luminosos y el ciempiés, casi ciego, carga la amargura del mundo. Hay esperanzas: podrá el agua soñar con lavanderas llenas de manos.
XIII. Todas las ideas amplias. Todos los vahos de los dioses. Todas las modulaciones en tu boca. Todos los temblores tuyos. Todos los abrazos míos. Toda la música nocturna. Todos los sueños nuestros. Toda la vacilación renovada. Todas las moscas blancas aplastando a las moscas negras. Todo el pasado tullido. Todas las transparencias eróticas. Todo el entusiasmo sexual. Todo el frenesí anímico. Toda la inocencia recuperada. Todo el bienestar reciente. Todo el cuidado. Toda la espontaneidad. Todas las contracciones. Todos los gemidos. Toda la dicha.
XIV. Si un corazón se mantuvo inactivo mucho tiempo, mientras los corazones vecinos irradiaban, la ocasión de abrirse de ese corazón largamente dormido y aislado ¿es cada vez más probable? El reposo aumenta la posibilidad de acción ¿pero lo prepara para ésta?
XV. Todo el amor confesado. Todas las puertas vaivén. Todos los besos dados. Todas las flautas frigias. Todos los penes flautas. Todas las peceras carnales. Todo mi destino es amarte. Toda la respiración con sus encajes. Todas tus babas entre mis piernas. Todos los escrúpulos bocabajo. Toda la ternura persistente. Todas las fronteras rotas. Toda la bruma cómplice. Todas las cáscaras de naranja. Todo el magnífico cañaveral.
XVI. A mí me conmueve tu estado fluvial, tu modo de entrar en puntas de pie a la madrugada de los peces.
XVII. Todas las palabras anchas. Todas las ideas vivas. Todo el candor en tus pupilas. Toda la ligereza en mis pies. Todo el bullir en una noche. Toda la cópula en un instante. Toda la eternidad en un suspiro. Toda la fuga es a caballo.
XVIII. Vas y venís con la cabeza inútil y los zapatos bien lustrados. Tus vecinos no tienen claro si sos un eterno estudiante de derecho, un oftalmólogo o la sombra de un equilibrista castigado. Y yo sigo entretejiendo estupores y palabras para reconocerte. ¿Qué voy a hacer sin vos fuera de esta escritura que te idolatra?
XIX. Toda la repetición de la locura. Toda mi flor abierta. Todo tu animal caliente. Todo ser es de esperanza y de lluvia. Todo el dolor que ya no duele. Toda tu alma de rodillas. Toda mi alma en cuatro patas. Todo gemido. Todo silencio. Todo temblor. Todo llega pronto. Todo llega despacio. Todo se adivina. Todo se ignora. Todo se puede vivir. Todo puede ser pájaro. Todos las estrellas tienen nombre. Todos los vientos vuelan. Todo está bien hecho. Todo es inventado. Todo esto es cariño. Todas éstas son faltas. Todos éstos son sueños. Todo no es teoría. Todo no es verdad. Todo no es miedo. Todo no es palabra. Todo esto no es secreto: sólo la poesía salva.
XX. No hay mucho más por decir. Yo sólo soy un hilo que trata de alargarse inmensamente.
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