CONTRATAPA
› Por Luis Novaresio *
Uno: El Consejo de la Magistratura se reformó gracias a los cortes de luz. Ni más ni menos. Aguas Provinciales de Santa Fe garantizó los votos que hacían falta. Ni siquiera hubo que pedirle a los concejales que asumieron diciendo que eran opositores a Lifchitz que dieran sus votos porque con los propios alcanzó. Los veintiocho diputados provinciales de la mayoría del gobernador se quedaron quietos en sus bancas y a nadie le importó que se generase una mayoría automática del gobierno a la hora de designar o destituir jueces.
No te entiendo.
No me extraña. Yo no entiendo nada ni a nadie y vos ponés gesto de seriedad porque no me entendés a mi solo. No se entiende. A nadie.
La magistratura se sancionó a base de cortes de luz. O de agua. O a base de suba de impuestos. Es lo mismo. Me explico. Una empresa sale corriendo después de haber prestado un servicio esencial como el de agua potable y te deja en pampa y la vía. Te recuerdo que nos dejó a todos y especialmente al gobierno que supimos conseguir votando a mano alzada la privatización que hoy repugnan. Hoy recuperamos la soberanía cuando ayer levantamos la manita como la más disciplinada forma de modernizar. ¿Te acordás? Hoy no es el caso. La empresa se va. Tus cloacas no existieron o si las tenés las pagás a precio europeo. Y se van. Entonces alguno cree que será el modo de comenzar el cambio. Colas eternas de ciudadanos defraudados hacen cola. ¿Para pedir la justicia potable no tenida? ¿Para reclamar la devolución de lo pagado en exceso? No. Para preguntar cómo se paga una factura de la empresa que se fue y que no dejó oficina para actualizar con intereses europeos. Lo viste vos. No te lo cuento. Colas para pagar.
Jamás entenderé la disciplina sumisa de los consumidores sufrientes, maltratados casi siempre, postergados sin duda, que forman largas filas en las puertas de los bancos que están estratégicamente orientados hacia el peor sol del verano, munidos de aleros que hacen desembocar el agua de lluvia en la cabeza de los que esperan, o diseñados para embolsar el viento pampero gélido que voltea a un estibador de ciento veinte kilos en edad productiva. Y allí esperan. Esperamos. Diario viejo enrollado, bolsa de mercado estirada, maletín de cuerina gastada. No lo entiendo. Nada.
No es para exagerar. Claro. Lo peor está por venir. Pago factura, leo lo que pago. Porque soy idiota. Confieso, relevo de prueba. Leo: Empresa Provincial de la energía. Pago: cuota de servicio. Once con cero dos. Pago. O voy a pagar. Y un número que llama a la explicación. Busco. Me cuenta, la factura, la información de medidores, mi evolución en los últimos doce meses, noto que soy prolijo y constante. No sé si me gusta. Ser prolijo y constante. No encuentro. Sigo: fecha de vencimiento, facturación con recargo, promedio de consumo, cuota alumbrado público. No entiendo. ¿Yo pago alumbrado público? ¿Y alumbrado, barrido y limpieza mutado a TGI que Liftchitz supo conseguir con el 75 por ciento de aumento? No entiendo. No entiendo nada. Sigo. En el anverso me explica el significado de la bendita cuota de servicio: Código de tarifa según el régimen tarifario vigente. Ahora sí. Ahora entiendo todo. La cuota del servicio es el código de tarifa según el régimen tarifario vigente. Aja. Lo que pagás por tener el servicio, me decís. Pago por nada. Por tener. La nada, paga. Muy bien. Aparte pago consumo hasta 120 KWh y luego, consumo más, me cobran más caro, últimos 102KWh. Más consumo, más me castigan.
Supongamos que te entiendo. Supongamos que sé de qué se trata. Supongamos que está bien. Pero voy a pagar y no tengo luz. Yo. Y otros quince, veinte o cien mil rosarinos. Pasa. ¿Cómo? Que suele pasar. En verano hace calor, el viento derriba cables, el agua inunda transformadores. Pasa. ¿Cómo? Que suele pasar. Pero yo no tengo luz en este verano en donde hace calor desde Adán y Eva, llueve y moja desde que ellos comieron la manzana y el viento hace cumplir la ley de gravedad desde que la serpiente se fue contenta a su cueva. ¿Y? Que por qué pago por lo que no tengo, me hago cargo de la cuota de servicio de un servicio que no tengo y asumo que el calor del verano, el viento y el agua son de mi incumbencia. Pasa. Eso suele pasar. Leo en la factura, sigo leyendo, y nada dice de cortes rotativos para garantizar la cuota de servicio que pago entera. Rotan. Los cortes. Yo te propongo que entonces rotemos los pagos. Este mes pago, el que viene no. No se puede rotar. Los pagos, no. Los cortes, sí.
Pacífica manifestación de usuarios enojados marcharán a la sede de la empresa para pedir explicaciones. Eso ya me gusta. Alguien nos tendrá que decir qué es esta factura de un servicio que no sirve, los códigos de nombres que no se nombran. Es ahora. Manifestamos vos y yo. Es en un rato. Se me hace tarde. Vamos a casa que no viene nadie. Nadie. Nadie. Nada.
Es la misma nada del mismo nadie que paga con puntualidad la factura desdoblada y casi duplicada de la tasa de servicios municipales. Más pago. Más servicios tengo. ¿Cuáles? Los mismos. Pero si aumenta la tasa, aumenta el servicio. Acá no. Pasa. Eso suele pasar.
No entiendo. Nada. Nadie. Ni lo vas a entender. Porque es lo mismo que la carne que sube y nosotros corriendo para guardar costillas en la heladera, O las obleas de los autos, o el jubilado en el tanque o el invierno que pasa.
No entiendo. Hay que saber gruñir contra las desigualdades y no acostumbrarse a la correa y la comodidad del acostumbramiento. Nada. Nadie.
Dos: Como nunca, todas las asociaciones de profesionales, las entidades intermedias preocupadas por la democracia, todas, los librepensadores de derecha e izquierda, consideraron que la ya promulgada reforma del Consejo de la Magistratura atenta contra la independencia del Poder Judicial. Desde el CELS de Horacio Verbitsky hasta la Fundación Axel Blumberg dijeron no al proyecto. Sin importarles, con la prepotencia de los fundamentalistas y de los acomodaticios del poder (todo el kirchnerismo en fila india, con la excepción del valiente Rafael Bielsa, Borocotó, la ex Lopez Murphista Spatola, Ruckauf, Barrionuevo y Bonasso por citar emblemas) la ley ya es ley. La oposición titubeó desconcertada. Y nosotros, la mayoría, callamos otorgando. Porque nos cortaron la luz.
La reacción fue idéntica. Nuestros mandatarios decidieron que los jueces que pueden fallar para saber si soy traficante de drogas, si le debo dinero a la AFIP o si yo soy autor de un delito, se nombran a gusto y piacere del que manda. No de ellos. Lo deberían saber. De los que mandan ahora. ¿O se olvidan que los primeros que traicionan son los que hoy lucen como los más incondicionales? Fue al mismo tiempo que nos cortaban la luz dejando sin mercadería a muchos, sin descanso a casi todos, sin ánimos a cada uno. Será por la contemporaneidad o será porque de verdad somos cómodos (¿cobardes?), lo cierto es que ni intentamos pedirles a los que gobiernan que nos indemnicen por los daños sufridos en varios días y noches sin luz. No hubo atisbo de calzarse pantalones largos para que sepan que nadie puede cobrar una cuota de un servicio que no da y que pretender hacerlo suena a enriquecimiento injusto o ardid para engañarnos. Nada. Nadie.
Imaginate si alguno se iba a acordar del Consejo de Magistratura. Si estábamos sin luz.
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