Mar 28.02.2006
rosario

CONTRATAPA

Aire sostenido por las manos

› Por Miriam Cairo*

Bálsamo esplendor. Esta noche, lejos del mundo, me decís despacito "curame", "curame". Yo te veo pensando nuestras cosas y sólo quiero curarte, curarte, curarte. Me sentás en tus rodillas y ves en mis ojos delirios y suturas. Me levantás el vestido con cuidado y volvés a decir "curame". Metés la lengua en mi garganta y repetís "curame". Pronto tu enfermedad se hace contagiosa. En tus ojos veo flemas y temblores, y te digo: "curame", "curame", "curame". Enfermos a más no poder formamos una aureola alrededor de la luna.

Explicar geografías más profundas.Pasar del chino al japonés y del japonés al español ha sido un episodio dramático. Claro, justamente porque no conozco el chino ni el japonés y mucho menos el español. Es duro hacer lo que una no sabe sólo para complacer a quien nos idealiza. No queda más que manipular la ignorancia.

Cinabrio y universo.Los vientos van tomando su nombre según la región por donde soplan. Yo voy tomando el nombre de los vientos. Soy feliz de ir hacia vos pero estoy asustada. Si te parece lento mi andar, pensá en las estrellas fijas que tardan en girar, treinta y seis mil años.

Pez columpio. Antes de entrar de lleno en la escritura, ella nace en una ciudad desconocida. Se queda parada en mitad de un vuelo y comprende que no quiere inventar un idioma porque ya su español le resulta demasiado imaginario. Tangible y receptora, ella escribe hasta lo que no escribe. Cuida sus días fluviales. Explora sus islas Lechiguanas. Tendida en el arenal, parece reinar serenamente sobre la velocidad del mundo. Bajo sus cielos y bajo sus aguas, ella da bienvenidas a todo lo viviente. Su escritura no es más que un pie desnudo a la orilla del río. Ella va aleteando con su brazo, contra corriente, las palabras que anhela.

Himen. Los dioses fluviales se hinchan adentro de su urna como un odre y yo me introduzco en el templo flotante, abrazada a tu flauta frigia. La música que invento me desuella viva.

¿Quién escribe sobre las rodillas de este aire? Con su trocha ardiente, él va abriendo caminos y ella lo guía con gemidos: es una brújula. Ella lo conduce con su escasa voz: es astrolabio. Lo transporta con sus movimientos: es un navío. Ella lo lleva a su más profundo yo: es un camino. ¿Quién no escribiría sobre las rodillas de este aire?

Descender no es un hecho derribado. Caigo en tus palabras convertidas en precipicios. Es una caída anhelante y ávida.

Puntos dorados en pupilas abiertas. Con hilo y con paciencia vas inventando la realidad, luego la realidad te inventa. Firme, leve y otra vez firme, pronunciás palabras catedrales. Tu lluvia te obedece cuando cae dentro de mí.

Cuadrante solar. Desperté creyendo que un animal pequeño se me sacudía en el túnel. Luego vi tu cara escondida entre mis piernas y la apreté con las rodillas. Era lo mismo que abrazar un cordero. Entonces me di cuenta de que nos queríamos porque todo lo que nos hacíamos nos provocaba ardor.

Galaxia fugitiva.Entro y salgo del mundo como una niña traidora, como una fatalidad, no como una praxis.

Estupor sagrado. El cava un pozo con la lengua. Dice palabras que ni los dioses dicen. Se aplasta contra mi columna vertebral y se llena las manos con magnolias.

El esconde sus derrumbes bajo mis juegos y mis axilas. Guarda su flor caliente en el centro de mi espalda. El no tiene para respirar otro aire que no sea el mío. El transmuta y se estremece de tristeza cuando las estrellas se me empiezan a caer una por una.

La noche muestra su seno desnudo. De ningún bar sale música de piano. La niebla lo oscurece todo. Una multitud de formas inabarcables es ausencia aunque murmure, aunque tosa, aunque gire. Cualquier idea de sosiego es inviable. Tengo telarañas en la boca. Busco jazz de tugurio y encuentro el rugido del camión recolector. Descubro en las marquesinas un vestido roto. Busco un animal salvaje y encuentro un perro encadenado. La soledad provoca una lucidez hiriente.

(Además de maldecir, puedo hacer poemas con lo terrible del mundo)

Sabor para los labios míos. Cuando pudo levantarse la camisa me invitó a ir más abajo del ombligo. Luego bajó él a mis profundidades con paso de lazarillo. Recorrimos los sótanos del cuerpo.

Todas las visitas que nos hicimos nos hicieron estirar la ese antes de decir "sí" y después de pedir "más".

Ojos repiten lo que sueñan.El entierra su fálico cariño en mi pozo más urgente.

Un puñado de astros en la mano. Nosotros tenemos palabras ricas en detalles. Palabras complejas, intensas. Pobres esqueletos de palabras. Contornos de palabras. Brumas de palabras. Menudos fragmentos de imaginación. También tenemos palabras muy fugitivas que montadas en sus caballos se abren camino por inhóspitos territorios. Palabras a las que la retórica les come los ojos y nos regresan ciegas, pálidas, ateridas.

Inmaculados. Me gusta decirle que tiene el florete más grande del mundo. Eso no es cierto, claro, pero el suyo es el que más me llega, el que más me comprime, el que más me hace andar sobre algodones o sobre piedras. A veces también es el que más me duele y el que más me asfixia. Me gusta decirle que su florete es tan grande que podría ensartar tres mujeres al mismo tiempo. Brochette de vulvas. Pinchito de culos rojos. Banquete de los dioses. Alegría del infierno.

La falible. La falible se apura a decir que hace bailando lo que las piedras quietas. (Ampliaremos sobre sus estrategias en otro momento.)

No puedo más que cerrar los ojos. En el río tan oscuro, tan espesado de barro y de algas; en el baño del avión; en una caja de zapatos; dentro del auto; arriba de un libro; sobre un cenicero; bajo un paraguas; en cualquier lugar podés girar conmigo sobre tu eje como un planeta. Y si mi nombre se te quiebra en la garganta, no me llames, ¿a quién se le ocurriría despertar un sueño antes de que llegue la mañana?

Sólo para tener en orden los labios. El envía sus besos por teléfono y por mail. Los compara con los del cine independiente, con los del porno y los de la publicidad. Si lo busco, no es sólo por el tamaño de su boca, por la presión y velocidad con que la mueve sobre mi boca o adentro de mi madrugada. Yo lo busco por los síntomas que me causa. Por las asfixias y las respiraciones que propicia. Porque son mínimas las criaturas que brotan de sus ojos cuando me besa, cuando me empuña, cuando me llama.

Aire sostenido por manos. Las palabras se lanzan por una pendiente en busca de revelaciones que llegan de todos lados, incluso revestidas de error. Entonces me vendo los ojos para verlas. Para estar cerca de lo que imagino. Para que la realidad crea que estoy ciega.

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