Mar 29.06.2010
rosario

CONTRATAPA

FEDERICO

› Por Candela Sialle

Estábamos lejos. Fuimos parte de esos chicos que la madre de Dalmiro Sáenz llamó "oriundos del 6000 de cualquier calle". Eramos felices. Los monoblocks nos protegían de un afuera hostil, inasible a las tardes abiertas sobre los yuyos del campito. Allí nos mezclábamos inmunes a los abismos de clase. Eramos diáfanos.

En aquella época me gustaban los gatos, al cabo de veinticinco años con enorme sorpresa, me he reencontrado en una foto donde dos de estos felinillos de carácter autárquico se posan a los lados, sobre mis hombros. Hoy, su pelaje me genera electricidad en los dientes. Sí, la misma electricidad del bruxsismo nocturno que ha hecho estallar mi muela -en ficha ASOR Nº 26 , regalito de pascua.

Poca plata, poca sofisticación, poco Súper Yo; éramos pura gana de abrazarnos. Mi hermano me quería. La nariz se me perdía entre sus bucles dorados esperando hallar el perfume que en mí, jamás encontraba. En él, el shampoo siempre era más rico.

Federico pestañaba a la velocidad de la luz y, se desplazaba insistentemente. Ahora lo llamamos "hiperquinesia" y organizamos largas reuniones para sensibilizar a los padres acerca de las "anomalías" que presentan sus hijos en clase. Imploramos que la bendita providencia los ilumine y los conduzca masivamente al terapeuta y/o a la pastillita; a fin de cuentas, cualquiera de las dos opciones mermará la culpa de mis colegas que, no pueden dejar de fantasear con arrojar a estos púberes por la ventana más próxima.

Pero en aquellos días, el andar fulgurante de Federico me despabilaba de somnolencias melancólicas, del sueño de otros. Mi hermano reía a borbotones. Magra diferencia de edad entre nosotros y sin embargo, con la tenacidad de Alberto Demiddi, un 25 de mayo de 1979 esa que fui, apretó los ojos y deseó que aquel niño, no creciera nunca jamás. Que ese, fuese el último de sus cumpleaños. Algo intuí; algo vislumbré de un afuera hostil y, ofrecí pacto a Satán para continuar husmeando eternamente en su cabeza rizada.

"Van a dejarte el pasaporte en White 6893, ese es el domicilio de mi D.N.I. Saludos". La línea monolítica del e mail recibido esta tarde, les juro, escarchó el café con leche. Y aunque la odontóloga me prohibió terminantemente, no pude evitar la compulsión de rechinarme las muelas. Entre mi hermano y yo, ha pasado mucha agua y otra se estancó debajo del puente.

De tanto en tanto, releo nuestra dedicatoria en la página 0 de "Lo espiritual"... de Kandinsky. En esa otra vida, Federico pintaba y Candela cantaba. Así nos re escribe mi madre frente a lejanos amigos y de paso, se evita pensar en el posterior derrotero de injurias por las figuritas in mobiliarias que pusieron en evidencia, la degradación de nuestras almas.

Que esto lleva mucho tiempo hermano y, tengo miedo de morirme.

Pd: A tus pies, rendido un León.

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