CONTRATAPA
› Por Miriam Cairo
1. El escritor imaginario hace ¡bum! con la palabra explosiva.
2. La mujer imaginaria moja sus labios con ron imaginario y baila un jazz imaginario. Y ya se sabe que es para temblar lo que significan ron, jazz y labios.
3. Cuidado con el poeta imaginario porque con sus figuras ausentes de toda ret¾rica va a pensar en la gran noche de los lobos apareßndose en el cÝrculo brillante de los humanos ojos asombrados.
4. El homicida imaginario, recogido, asombrado, toma las cosas con calma. La obsesi¾n por cometer el crimen que lo configure, en suma, la obsesi¾n por ser su crimen, es una constante en su obra. Debajo de todo ese juego solitario, hay una descripci¾n verosÝmil de universo. Pero no vale la pena decir que toda muerte y toda verosimilitud son siempre imaginarias.
5. Se balancea solo el que no existe. Su empresa no es imposible. Le bastarÝa con tener msica para lograrlo.
6. En el mercado de las palabras, el escritor imaginario lucha en dos frentes: en el exterior, la tÚcnica del anacronismo deliberado; en el interior, las atribuciones err¾neas.
7. El premio imaginario echa mano por todos los medios imposibles para premiar a su poeta imaginado. Puesto que no lograrlo es un proyecto demasiado fßcil, lo descarta de plano. Del imaginado no se escucha palabra.
8. Texto polif¾nico. ┐Narrador esquizofrÚnico? CrÝtica imaginaria.
9. El viajero imaginario no consigue pasar su frontera interior.
10. Demonios bermejos sirven un ron imaginario en el taz¾n sin fondo. ┐Es posible beber sin licuar la pena?
11. El agua es agua. La luna es luna. El editor imaginario es tambiÚn un ser de ensue±os. Juega con fertilizantes para hacer crecer la oreja rizomßtica. Lo editado y el editor se pierden en un imaginario laberinto de espejos.
12. El lector imaginario no desuella el animal que lee. El texto imaginario, lleno de palabras y de peces abisales, no serß nunca lo que aparente.
13. Sin punto de sutura la noche imaginaria estall¾ en mil pedazos porque el poeta imaginario se suicid¾ al arrojarse al abismo de una palabra.
14. La sombra imaginaria, desprovista de espacio, aparece poco en su oscuridad de lenguaje que cae sobre sÝ mismo, de lenguaje que exige no ser leÝdo.
15. La palabra imaginaria va de mano en mano como pan caliente. Lo que se dice aquÝ recuerda al poeta o a la mujer muertos a pedradas. Recuerda a quien ama y no logra hacerse amar. Recuerda a quien escribe y no logra hacerse leer. Recuerda a quien habla y no logra hacerse escuchar. Este pan caliente de la palabra se amasa con sangre de hombre y no con sangre de pollo. Todo lo que el lector imaginario puede respirar es suyo, porque Úl invent¾ sus pulmones. Todo lo que puede comer, le corresponde, porque Úl encendi¾ el fuego.
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