CONTRATAPA
› Por Patricio Raffo
a Santiago Artusi
Uno
Hace ya un tiempo que murió Mariana. La hija de Santiago. Una colorada que andaba dando vueltas y vueltas por acá y por allá. Yendo y viniendo. Como todos. A las vueltas.
Dos
Yo la conocí, a Mariana, a través de Santiago, al que me lo presentó mi ex esposa, Liliana, y, como suele suceder en infinidad de circunstancias, de Liliana me divorcié hace ya muchos años pero la amistad con Santiago se perpetúa sin alteraciones. Y Liliana supo anticiparlo, Santiago y vos se van a llevar bien, me dijo con una seguridad absoluta. Y así fue. Cuando Santiago me regaló un libraco impresionante de Bukowski supe que algo nos estaba uniendo para siempre. Charles Bukowski, Hank. Y ahora que me pongo a pensar, para ser honesto, no recuerdo o no sé a ciencia cierta si a Liliana le gusta o no Bukowski. Pero no es la idea inferir que Hank fuera motivo de la separación que habría de sobrevenir. Lo que sobrevino, sobrevino y listo. Aunque Bukowski haya influido en mí de modo fundamental, echarle la culpa a él de nuestra separación es una locura, una locura absoluta.
Tres
También Santiago es un tipo de andar de acá para allá, así como andaba Mariana, y era lógico que su hija saliera con él. Un tipo duro, directo, sin vueltas, como fue Mariana, y era lógico que la hija resultara a su semejanza. No es sencillo imaginar un hombre duro transitando uno de los peores momentos de la vida de una persona. Santiago siempre me enseñó algo, sin darse cuenta, y esa vez no fue la excepción. Como Bukowski pero acá. Una especie de Bukowski zonal. Y no digo zonal para ser despreciativo, todo lo contrario: decir zonal es decir cercano y decir cercano es decir tener la suerte de tenerlo cerca. Acá, dando vueltas, como de costumbre, como Mariana hubiera estado seguramente, dando vueltas.
Cuatro
A fuerza de ser honesto yo no conocí en profundidad a Mariana, pero se me hace que era así, así como describo a Santiago y como la describí escuetamente a ella. Un hola cada tanto, o cada mucho, por la calle, unos mates en Pinamar hace años, algunas charlas por msn y no mucho más. No, diría que no conocí a Mariana aún habiéndola conocido. Pero, dura Mariana, cuando decía, decía. Brava, me parece estar escuchándola o leyéndola cuando chateábamos. Como Santiago, así, sin muchas vueltas, por más que duela, sin anestesia.
Cinco
Mariana, como dije, tenía correo electrónico y chateábamos a través del msn. También tenía face pero no teníamos amistad por ese lado. Solo chateábamos por el msn. Pero podríamos haber tenido también amistad a través de face seguramente. Tal vez nos hubiésemos conocido un poco más. Hubiésemos visto fotos de cada uno. Hubiésemos podido leer esas pequeñeces que se escriben y hubiésemos puesto "me gusta" debajo de alguna de ellas o de algún posteo piola. Pero no, no teníamos amistad a través de face.
Seis
Ya habían pasado algunos meses del fallecimiento de Mariana cuando presté atención a que en mi listado de amistades de msn ella seguía estando. Era una especie de presencia inexistente o de ausencia presente. Out of my element: nada más ajustado a la realidad como nick para siempre dejado por Mariana. Y ella, Mariana, sigue estando entre mis contactos de msn. Rara característica de la virtualidad la permanencia más allá de todo, más allá del individuo, más allá de su vida. La inmortalidad virtual.
Siete
También ocurrió algo parecido con face, de repente resultó que ella era una sugerencia del sistema para que solicitara su amistad. Pero ella ya no estaba. Ella, Mariana, ya no está aunque face siga promocionándola como posible amiga virtual. El face de Mariana sobrevivió a Mariana. ¿Un simulacro de vida? ¿Restos virtuales de nosotros con los que no se sabe que hacer? ¿Nuestra virtualidad eterna?
Ocho
Ultimamente no nos estamos viendo con Santiago, aunque la amistad continúa inalterable. Con Liliana nos hablamos cada tanto. Sigue estando Mariana en mis contactos del msn. Sigue existiendo la absoluta e insólita posibilidad de que solicite su amistad a través de face.
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