CONTRATAPA
› Por Ariel Zappa
Al fin parece sé que hoy se me da gracia al pastor. Ayer estuve hablando con su secretario y me dijo que hoy vierne, si diosito quiere y no pasa nada raro, voy a da testimonio. En mi casa no me cree nadie. Mi mujer cada día está má triste, hay día que no levanta ni saca lo pie de la cama. Lo pibe andan en cualquiera pero yo sé que con la ayuda de diosito, el espíritu divino les va a tocá el corazón y serán soldados de la palabra como yo.
El Federico, mi hermano de crianza, ya casi ni viene por casa. Dicen lo pibe que lo vieron en la esquina transando. Pero el desagradecido ni un beso a la vieja vino a dale. Pá colmo una semilla de maldá le contó y la pobre vieja se deprimió tanto que tuvimo que llevarla al dispensario. Lesotanil no le querían da, el atenolol en esa condiocione tampoco. Enalapril no tenían en ese momento porque no le había llegao el pedido desde la farmacia que está en el centro. E' como yo le dije al diretor: ¿pá qué están abierto si no curan a nadie? ¿Qué la tengo que traé perdiendo sangre a la vieja pa' que me la atiendan? Al fin apareció el dotor André, que no e' dotor pero en el dispensario corta el bacalao y le puso una pastilla abajo e' la lengua y la pobre vieja un poco se me calmó. Pero de mi hermano ni noticia. A nosotro no nimporta un carajo qué e' lo que él hace. Si transa, vende, lleva, trae... ¡Que nimporta! Pero podría aparecese por el rancho a dejale algo de efetivo a la vieja para comprase lo lente nuevo o alcanzale algo de comida. Pero nada. Ni el pelo se le ve.
Con todo esto recién pude sentame a escribí algo de lo que voy a decí en mi testimonio como a la dié de la noche. Recién hoy le pedí a la Selena que mayudase con la computadora así me lo llevo escrito en un papel porque la letra mía e' cualquier cosa, ni yo mentiendo. Hay vece' que ni escribí puedo. Y no porque no quiera o no me dea mania. En el restorante donde limpio había una piba muy gaucha que me traía un cuaderno donde practicá. Ella me tomaba un ejercicio y yo al día siguiente, o al otro, se lo tenía que llevá escrito y completito. Esa piba era un pan de diosito. Lástima que se recibió de enfermera y entró a laburá en un hospital. Pasé a saludala do vece y la do vece la piba salió y me saludó. Los tipo de la entrada me miraban fiero cuando yo preguntaba por la dotora Bianca.
¿Qué dotora?, me decían.
¿Cómo qué dotora? --pechaba yo-- la dotora Bianca recién recibida.
¿Bianca Bermude?
Claro, contesté yo, aunque hacía memoria y no me podía acordá del apellido.
Acá la única Bianca e' una enfermera, señor -contestó una copetuda- y en esto momento está ocupada. ¿Usted pa' qué la necesita? porque si viene a atendese tiene que sacá turno y esperar sentado allá --me canchereó--.
Usté digale que vino Cecilio...
Y la Bianca salió la do vece. Y me charlaba siempre amable. Me preguntaba por los pibe, si seguían yendo a la escuela. Y siempre ante de'ime agarraba el aparato y me tomaba la presión. Si me daba bien se ponía contenta. Y yo ahora ando un relojito. Desde que dejé la bebida ando de primera: once de másima, siete de mínima o doce de másima y ocho de mínima pero de ahí nunca se mescapa. Y por si ella capá que no se acordaba yo siempre se lo repetía.
Usté sabe Bianca que yo dejé el vicio, ¿se acuerda que se lo conté?
Sí, sí, Cecilio --me decía ella-, ¿cómo no me voy a acordá?
La Bianca era una santa. Lloré tanto el día que se despidió. La puse en la oracione' de la celebración una semana entera. Lo corría al secretario del pastor por todo el templo pa' que no se me olvidara.
Bianca Bermudez se llama, BiancaBermudez, con seta al final. ¿Lanotó bien?
De todo eso pienso hablá en el testimonio, de la bebida, de lo vicio que nos rodean, de lo peligro que hay en la calle con toda la droga que venden en cualquier kiosquito de morondanga, que uno vé que lo pibe se envician y chau, los perdiste. Que pa' rescatase a vece' tiene que ocurrí un milagro, que gracia a diosito yo estoy vivo, por él y su espíritu que inflamó mi alma yo estoy vivo, y que gracia a él, un hermano del templo me puso a trabajá en la limpieza de su restorán. Y lo bueno que el restorán sea de un hermano que se recuperó es que volvió con su mujer y se alejó del demonio de la droga y el alcohol. Que gracia a él yo me siento más miembro de mi iglesia porque ahora puedo ofrecé mi diesmo y ya no siento vergüenza como ante porque no vivo en el pecado que e' como una cadena que tira pa' bajo y te lleva derechito al infierno y ahí Jehová ya no tiene nada má que hacé y arreglatelá como pueda.
Porque yo soy hombre, nací hombre y voy a seguí siendo así porque hay que sé muy hombre para praticá la palabra del señor todo lo' día. El maldito cada vez está más bicho. Uno lo vé en la calle, en el trabajo ni que decí, en lo' programa de televisión. Hombre hecho mujere. Mujere que se parecen cada vez má a lo hombre, desnuda en pleno día...
También le voy a pedí por mi familia. Por mi esposa, pa' que un buen día abra su corazón a la palabra del señor y la ilumine con su fuego misericordioso para practicá un poco de honra a diosito en mi familia, por lo pibe para que dejen de enviciase, pa' que la Angelina se me enderece. De todo eso voy hablá. Voy a pedile la bendición al Pastor Ramirez y a su mujer Leticia y al hijo Ernestito Ramirez que canta y toca la guitarra y ya sacó un compadis que yo le pedí a la Angelina que me lo grabe pa' llevalo al trabajo porque el patrón no lo tiene pero todavía no me lo grabó.
Todo eso voy a decí en mi testimonio. Todavía no lo encontré al secretario del pastor pero él me dio su palabra que desta semana no pasa. Y pa' cuando termine, un aleluya bien juerte voy a regalale a lo' hermano porque ya me dijeron que sapucay no, y un ¡aguante diosito pa' todo el mundo! que de sólo imaginame ya me dan gana e' llorá.
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