Sáb 20.05.2006
rosario

CONTRATAPA

El gordo y el flaco esperan a Beckett (pero no lo saben)

› Por Gary Vila Ortiz

-Me gustan los pasteles de hojas de libros con un poco de cera que las mantenga unidas. Y además todo bien espolvoreado con ese polvito oscuro de fósforo quemado, masculla el Gordo como con bronca y junando. -No creo que eso sea un buen comestible, más bien parece asqueroso, comenta el Flaco. -Si nunca lo has probado no podés decir nada. -Vos tampoco lo has probado, pero decís que te gustan. -(el Flaco se rasca la cabeza, hace como que piensa) Me agradan más las sardinas con aceitunas negras y pasta de maní. -Aquí en este país no existe la pasta de maní. -La fabricaremos y nos haremos millonarios. -Yo no quiero ser millonario. Quiero ser flaco. -Estáa bien, cambiemos, desde ahora vos serás el Flaco y yo seré el Gordo. -¿Y cómo haremos para cambiar? -Vos sabes que hay que esperar. -Yo ya llevo demasiado esperando. -¿Y qué otro remedio tenemos? Aunque yo siga siendo el Flaco y vos el Gordo debemos seguir esperando. -Tal vez no sea exactamente así. Deberíamos intentar partir. Si no la muerte nos tomará de sorpresa en este lugar. -¿Vos sabes qué lugar es este? -No. ¿Y vos? -Yo tampoco, pero es el lugar que se nos ha dado. Por algo se nos debe haber dado. -No veo motivo alguno. Hablame de este lugar. Yo lo veo, pero no lo entiendo, no sabría describirlo. -Hay tres sillas, allá lejos parece que hubiera un río, también parece que hay un camino. No tenemos sueños, no tenemos hambre. No sentimos nada más que el estar. Pero es cierto, no sabemos para qué estamos. -¿Y por qué tendríamos que estar para algo? -Porque dicen que así es la vida. Siempre se espera algo, aunque no sé bien qué es lo que se espera. -Puede ser que lo que se espera es el final. -¿Qué final? -No sé, algo que sea como el final. -¿Pero acaso sabemos qué es el final? -Hagamos un pequeño resumen de nuestras vidas para encontrar alguna posibilidad de saber qué es el final. -No lo creo necesario. Creo que el final es esto que vivimos. Pero tampoco sabemos con exactitud qué es vivir. (El flaco se rasca otra vez la cabeza y el gordo la panza. De manera una tanto curiosa comienzan a cantar muy despacito y bailan de manera que parecería graciosa. No sabemos si lo es.) -¿Qué es esto que estamos haciendo?, dice el flaco mientras se calla y se sienta en una de las sillas. -Alguna vez, contesta el gordo, dijeron que era algo que se llamaba canto y baile. Pero no sé qué es cantar y bailar. Esto que hemos hecho solamente se le parece. Un sueño, a lo mejor. -¿Qué es un sueño? ¿qué significa soñar?, murmura el flaco que se parece al miedo, muy parecido a lo que se llama miedo. -¿Miedo?, dice el Gordo. Si, lo recuerdo, era un cuento que me contaron alguna vez sobre cosas que dan miedo, pero se olvidaron de explicarme qué era el miedo. (El gordo queda un momento pensativo, se le cambia la cara, su expresión le transforma la cara). Era algo, dice como con un temblor, que tenía que ver con la muerte. -¿Y la muerte qué es, cómo es, de qué manera la experimentamos?, pregunta el flaco. -Tampoco me lo explicaron, dice el gordo. -Entonces tal vez estemos con miedo esperando a la muerte. -¿Por qué aquí? -¿Y por qué no aquí? -No lo se, no podremos saberlo, por lo cual no podremos salvarnos. -¿Salvarnos? ¿De qué? -Del miedo, de la muerte, de lo que desconocemos. -Entonces deberíamos empezar por aquello que sí conocemos. -No es mucho, es apenas algo. Que uno es flaco y el otro gordo. Que alguien alguna vez nos dijo que éramos el Gordo y el Flaco. -¿Y eso qué quiere decir? -No lo sé. (Ahora los dos se sientan en las sillas dejando vacía la que está en el medio. Miran hacia la silla como si allí hubiera alguien sentado) -¿De quién será esa silla? pregunta el gordo. -De una pregunta, responde el flaco. -Sí, puede ser, afirma el gordo. La silla de una pregunta. -Al menos hemos descubierto algo. -Sí, algo al menos. -Una pregunta puede sentarse en una silla. Y sigue siendo una pregunta. -Pero una pregunta sentada que no es lo mismo que una pregunta parada. -Y menos aún que una pregunta inclinada. (El gordo y el flaco, al mismo tiempo, estiran sus brazos hacia la silla vacía. Impresiona como si tocaran algo. Parecen palpar algo, recorrerlo, con la punta de los dedos) -Es una pregunta gorda, dice el Flaco. -No, dice el gordo. Es una pregunta flaca. -Tiene camisa y corbata. -Y botas, lo que no deja de ser curioso. -¿Por qué curioso? -No lo sé, pero creo que habría que dejarla tranquila, sin molestarla. -Y mientras tanto seguimos esperando. Me han dicho que hay un sitio en donde todos están esperando desde antes que nosotros. -Pero no están por aquí, no se los ve por ningún lado. -Es otro lado, no este lugar. Otro lado. Esperan en otro lado, pero esperan. -¿Lo mismo para nosotros? -¿Y nosotros qué es lo que esperamos? -¿Tal vez esas sombras que se ven por allí? ¿O esas otras que se ven por allá? -¿No crees que allí y allá es lo mismo? -Sí, Creo que sí, que es lo mismo. ¿pero importa? -Mejor hagamos eso de cantar y bailar para no tener miedo. No tener miedo. No tener muerte. Ahora la silla está vacía. La pregunta se ha ido. -Tal vez ahora también tengamos que irnos nosotros. -Pero debemos esperar que lleguen esas sombras. Sí, esas sombras. Debemos esperarlas.

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