Mar 01.10.2013
rosario

CONTRATAPA

Nietzsche y Elizabeth

› Por Candela Sialle

"Paul Rée se equivoca. Todos saben que vivo,áque soy malo; y no saben del diciembre de este enero. Paul Rée se equivoca porque no ha entendido la sutileza de Vallejo y en su etnocentrismo decadente no ha podido mßs que limitarse a trazar una historia de la moral que como los ingleses, supone poder utilizar ad hoc para enfrentar los desgarros de la vida. Finalmente Paul Rée se equivoca porque Lou Andreas﷓Salomé en verdad, nunca lo amó".

Nietzsche lo dice. El hombre que descubrió que el ritmo en la métrica poética de los antiguos dependía de la duración de las sílabas a diferencia de la moderna, basada en la acentuación. Balbuceante lo dice, y soloáElisabeth puede escucharlo. Es 1884, ella aún no se ha casado con Förster. Todavía puede desparramarse a los pies de la cama donde su hermano se ha pasado tirado el último mes excepto, cuando ella hubo de necesitarlo erguido. Es 1884 y Paraguay es un selva remota habitada por vaya uno a saber qué bestias salvajes. Hasta aquí, nada podía hacer suponer que la "Nueva Germania" conducida por Förster encontraría en Amambay el útero para re﷓crear la pureza aria. Tres años más tarde, catorce familias colonas seguirían al matrimonio. Hitler no inventó nada.

Pero para eso falta tiempo, ahora Elizabeth no es más que la pequeña y temida Beth intentando acopiar el monólogo de su hermano. Están en Naumburgo, la casa familiar que el filólogo visita reiteradamente. Desde su retiro como profesor de la Universidad de Basilea vive los veranos en Engandina y los otoños en Génova. Su médico le recomendó climas templados para aminorar los dolores de columna. Pero cuando advienen estos episodios agudos que él experimenta como martillazos en el sacro, elige postrarse en familia. Las estadías de perplejidad no le impiden pensar. Es una etapa próspera en la que ha parido un libro por año; Aurora, La gaya ciencia y Así habló Zaratustra pertenecen a este período. El distanciamiento de su amigo Rée y el rechazo de Lou Salomé también se suceden en este tiempo.

Elizabeth históricamente ha contribuido a eclipsar sus accesos de melancolía. Lo ha asistido en Génova, en Engandina, pero nunca con la soltura que le propaga la familiaridad del espacio conocido. Ahora en Naumburgo, besa largamente las plantas de sus pies como quien ha vivido a solas durante el tiempo suficiente para olvidar que la lengua, suele ser un músculo perezoso.

"Paul Rée se equivoca. Como si las palabras hubiesen guardado su sentido, los deseos su dirección, las ideas, su lógica; como si este mundo de cosas dichas y queridas no hubiese conocido invasiones, luchas, rapiñas, disfraces".

¡El Archivo Nietzsche abierto a la Europa toda! Elizabeth lo entusiasma con la lengua aún indómita.

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