Sáb 19.04.2014
rosario

CONTRATAPA

Obra maestra

› Por Miriam Cairo

-Aunque sigue siendo el mismo parece diferente.

-Sí.

-Por dentro y por fuera.

-Por donde lo mires.

-Está más grande.

-Inmenso. No me entra en el cuerpo.

-Y está lleno.

-De música...

-Sí, de música.

-Y el aire huele...

-A mar.

-Pero a su vez sigue habiendo cierto desorden.

-La vida es desprolija.

-Por fin te diste cuenta.

-Sí. Ya me liberé del saber de los que lo saben todo. Y como dijiste alguna vez, la vida se parece más a un relato de García Márquez que a la regla de tres simple.

-Y los hombres y las mujeres nos parecemos más al bestiario de Arreola que a las figuras vacías que aparecen en las revistas.

-Estamos más cerca del nadador de Cheever que de la vara que mide la normalidad.

-Sin embargo la gente quiere sentirse tocado por la vara antes que ser el nadador de Cheever.

-Puras paparruchadas.

-¿Trajiste la gubia?

-Sí.

-Pero viste que se insiste más en la regla de tres simple que en el bestiario de Arreola.

-La vida no es prolija y la educación tampoco.

-Ayudame a escribir esta palabra.

-¿Dónde?

-Justo en el centro.

-¿Y todo esto?

-Me encontrás en plena construcción.

-¿Construcción de qué?

-De un sueño.

-¿Con material transparente?

-Sí.

-No parecen estos los cimientos de un sueño sino más bien...

-No se trata de la regla de tres simple.

-Tenés razón. Pero qué buenos cimientos: no habrá sueño que se desmorone.

-Hace tiempo que trabajo de la mañana a la noche.

-No sé si es que ya me acostumbré a lidiar con tus mensajes encriptados o si yo también estoy enloqueciendo, pero me encanta lo que estás construyendo.

-Es mi obra maestra.

-Me gusta especialmente cómo estás combinando materiales de ojos cerrados con materiales de ojos abiertos.

-Y materiales desnudos.

-Tenés razón. Este corazón está más inmenso y más desnudo que nunca.

-Tal vez tengamos que tallar también esas palabras en el silencio de la obra desnuda.

-Y a la transparencia del sueño.

-Recuerdo que por aquí, la última vez habíamos amontonado los restos de los derrumbes.

-Sí.

-Mucha gente quiere vender o ignorar sus escombros.

-A mí nadie me los iba a comprar, no soy buena para los negocios.

-Falta de sistematización en la regla de tres.

-No seas vos, justamente quien vaya a juzgar mi obra desde la aritmética.

-Faltaba más. Para eso están los críticos de arte.

-Ayudame a envasar los remolinos.

-¿En estos frascos de perfume?

-No, en aquellas botellas de licor.

-¿A los latidos viejos dónde los ponemos?

-Dejalos sueltos con los pájaros.

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