Dom 19.10.2014
rosario

CONTRATAPA › FOTOGRAFIANDO LA ZONA

Todo sobre gorilas

› Por Adrián Abonizio

*La historia, la adjetivación del sustantivo "gorila" remite a los adversarios de Perón. "Ojo, que llegan los gorilas" se decía en radio cuando se criticaba desde la oposición al General y al aire se propalaba un ajetreo de pasos simiescos provenientes de la selva de cemento. Luego quedó instalado, que todo aquel que se opone a lo "popular" es "gorila". Dioses de la semántica y el paroxismo estigmático han quedado muy disconformes. Porque, oh paradoja, está lleno de gorilas dentro de los antigorilas. El mundo sigue andando, pisoteando cáscaras de bananas y trasnochadas ideas de redención y de patria, mientras el gorila que se cree que no lo es se mira al espejo y en lugar de ver un frontal tenebroso, colmillos salidos y nariz ancha, descubre un héroe popular, trabajador limpio de mácula y abanderado de la libertad. ¡Pobres homínidos perdidos en la niebla!

*Ella es chinesca, flaca como una aguja y encantadora en su tristeza recóndita de chica dark. Ama los perros abandonados, el arte mural, los sepulcros bellos y a Baudelaire.

Jamás llora, salvo cuando ve como acribillan a King Kong en la torre del Empire State y los aviones le perforan la hermosa piel de cine animado. Y todo en nombre del amor a una rubiecita lavada en el American Way Life. "Pelotuda", le dice mirando la pantalla con los ojos turbios de odio y lagrimales corridos.

*Manos de gorila que se usaron como ceniceros. La sola imagen le revuelve las tripas: en el medio una carcaza bruñida de bronce los dedos inertes sosteniéndola. "Ideal para la ceniza del habano", dicen que argumentaba el tipo ante el estupor de sus convidados al castillo.

*"Los gorilas son herbívoros, lo que significa que sólo consumen plantas vivas. Muchas personas asumen que por tener los dientes afilados también consumen carne, pero eso no es cierto, pasan muchas horas al día comiendo hojas, hierba, ramas, frutos, bayas y brotes; también comen algunos tipos de insectos pequeños", recita el leyendo en la compu de mesa para sus vecinos, mientras señala con el mentón al jefe de la casa, un facho recalcitrante, manducarse el asadacho con una gula carnicera.

*Rodríguez usaba moñito en la escuela y había organizado una fiesta en su casa. Era la primaria y los chicas y las chicos se encontraban en esos sitios fuera de las aulas para seducir torpemente, bailar un poco. Andrea se acercó alborozada y le preguntó a Rodríguez la hora del encuentro y el día. "No es para feas el baile", contestó él. Ella se largó a llorar. Los que lo oyeron hicieron justicia yendo al encuentro sí, pero para romperle las guirnaldas, patearle el perro y cortarle la luz sacando un tapón y destrozándolo bajo los zapatos justicieros. Con el tiempo, Rodríguez se convirtió en un conspicuo gorila ciudadano, rector de las leyes, consultor de dictaduras. Andrea es modelo en Francia y aún hoy le va muy bien con sus desnudos artísticos.

*Esto le sucedió a este cronista. En una esquina, frenó con cuidado ya que una señora mayor apareció de la nada y al asustarse se le cayó una bolsa plástica donde llevaba huevos recién comprados. Pequeña escaramuza de tránsito y nada más. La señora, de acento cordobés, indignada por el susto miró de arriba abajo al chofer que aquí firma y le espetó. "¡Y ustedes, con sus autos de última gama no dejan tranquilos a nadie! ¡Negros kirchneristas!".

*Habían cortado la Circunvalación por reclamo de chapas, tras una tormenta. Desde uno de los autos que regresaba se oyó el grito amplificado en la clara mañana como una puñalada: "¡Negros sucios!". El cronista recordó a la señora de los huevos y observó las figuras cimbreantes que surgían detrás de los fuegos de cubierta quemada que aparecían tras la empalizada a ver en que se les parecía. "Todos somos negros y fieros cuando tenemos hambre", pensé. "Porque damos miedo, como King Kong", agregué.

*Tecnópolis es un sitio agradable, seguro, amplio y de variado interés. Queda en Buenos Aires. La gente circula tranquila, los autos no pagan estacionamiento y la entrada es gratis. Concurre la familia. Se pueden descubrir avances de la ciencia, ecología sustentable, procesos de la producción artesanal. Uno siente que camina por un país. Algunos, empachados de gorilismo autóctono, le han cambiado el nombre por otro pequeñísimo, infamante y que humilla en el fondo a todo aquel que lo propala. Negrópolis, lo llaman. Negrópolis. Da pena.

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