CONTRATAPA
› Por Vivi Benito
Aquel viernes me desperté mucho antes que el sol. Ya había perdido la cuenta de las noches que llevaba durmiendo con sobresaltos.
Me levanté y pensé en viajar. La ruta siempre despeja, así sean pocos kilómetros, el viajar alivia. Abre.
Me encanta correr la cortina de la ventanilla y perderme entre los verdes del campo y los turquesa cielo, aunque ese día, por más que lo intentara, por más que respirara hondo y en el MP3 sonara Carlos Vives, no había forma de remontar la tristeza.
Pasamos los colores del campo abierto y cuando el Tata Rápido atravesaba las mismas ciudades de todos los días, alguien me llamó desde el asiento de atrás:
- ¡¡Chhh, chhh!! ¿Señorita periodista, señorita periodista? ¿Cómo le va? ¡Tanto tiempo!
Cómo no reconocer esa voz chillona... Me di vuelta y te brillaban los ojos de alegría. Cómo no acordarme de quien me contaba chistes de gallegos, de quien insistentemente le mandaba saludos a su mamá y que siempre se presentaba al micrófono con su nombre completo: Mónica Leonor Molina.
- ¿Se acuerda cuando me grababa para los micros de la Colifata? Yo los martes y viernes viajo a Rosario, a los talleres de artesanía y a lo del padre Jorge Aloi. Me dijiste, y ya estábamos sentadas una al lado de la otra.
Estabas hermosa, el pelo atado con dos hebillas, la ropa toda combinada en tonos rosados y una carterita blanca. Me contaste de tus compañeras del pabellón 1, de lo difícil de la convivencia. De una doctora muy querida que murió la otra semana. Que te sigue gustando bailar frente al televisor. Del exquisito estofado que hacía tu mamá.
Hablamos...
Supe también que el profe David te dice que tenés un cero en acrobacia, un cero en malabares y un diez en chistología. Nos reímos a carcajadas hasta llegar a Rosario. Te conté que volví a hacer radio pero ya no con la Colifata, que me encanta viajar, que vivo en Rosario y extraño mucho, mucho, a mi papá que murió hace un mes.
- Uy que triste... pero no se ponga mal señorita periodista, le cuento otro chiste de gallegos. Dijiste espontánea, abrazándome con esos ojos chispeantes, que tanto saben de dolores.
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