CONTRATAPA
› Por Gloria Lenardón
Nadie lo pasó por alto, el grupito de mujeres encadenado en las escalinatas de Tribunales con pancartas escritas a mano, hacía dramáticamente público lo que lo reunía. Las valientes dijeron que sus cadenas intentaban representar la impotencia, la parálisis y el miedo de la mujer que sufre violencia. El hombre ligado a su vida: "El que nos abraza 'con amor' para triturarnos los huesos" mantiene la libertad para obrar, denuncian; aunque las persiga y amenace continuamente queriendo mantener el vínculo que ellas por fin lograron cortar. Una persecución que se concreta con facilidad: "conoce todos mis movimientos, conoce a mi familia, a mis amigos, dónde viven, dónde trabajo". Rocío Gregorio dijo sentir tanto miedo mientras manifestaba en las escalinatas de Tribunales que todo el tiempo mantuvo el dedo sobre el botón de pánico Fernanda Serna, Rocío Gregorio, J.B. (apenas se animó con sus iniciales), Liliana Fernández, Betina Zubeldía, son mujeres con una historia muy parecida, la vivieron dolorosamente punto por punto, y reaccionaron por lo mismo, las pancartas hechas en casa, con sus letras: "Fiscales, trabajen, ellos nos matan", entre otras igualmente urgentes, eran insorteables.
No solamente es el miedo que las obliga a apretar el botón de pánico en el momento de riesgo, sino no poder escapar del miedo, pensar siempre en el miedo, rogar que se vaya y no vuelva jamás. Hablaron de la desproporción, de la diferencia entre la víctima que sufre y el que provoca ese sufrimiento, para una es el riego de perder la vida o directamente perderla y para el otro una cuestión de actuar arteramente y decidir el cómo. Hablaron de cálculo, de que si el agresor no pensara en los detalles del ataque no aparecería tan a mano lo que necesita en el momento oportuno, ("las cicatrices de las quemaduras de Fernanda no mienten", dice Rocío); los hijos tampoco se sustraen, es en su presencia que se desarrolla la escena, "aunque los destroce". Cuando Sonia Tessa entrevista a J.B., el hijo también da información, había absorbido cada detalle de esos momentos; momentos a partir de los cuales, dijeron, los hijos siempre se sienten en peligro.
"Lo que se hizo hasta ahora en protección no es suficiente", explicaron que hay un teléfono verde para llamar pero que la asistencia es muy acotada, resuelve la desesperación del momento, igualmente el botón de pánico; falta un apoyo psicológico que se sostenga en el tiempo. Que la policía llega, pero como no tiene formación para calmar el miedo, no hay protocolo, no resulta del todo efectiva; que es fácilmente burlada porque el agresor tiene prohibido acercarse hasta doscientos metros y que con el "toco y me voy" actúa y salva de inmediato la distancia. Que en el refugio que se usa y es efectivo, el aislamiento es tan grande -ni siquiera la familia puede conocerlo por precaución- que resulta muy difícil soportar la angustia.
Buscando para ellas fiscales que por su investidura, sus conocimientos, su ecuanimidad para evaluar, analicen los hechos bajo la mejor luz y así tener una visión clara en el momento de administrar justicia; buscando en el fiscal las condiciones propias de un funcionario judicial que al aceptar esa responsabilidad se aplica a obtener los mejores resultados: los más claros, rápidos, y justos, en total beneficio del que padece y demanda sus servicios. Buscando entonces toparse con ese bagaje de virtud, se presentaron de nuevo ante los funcionarios de Tribunales, encadenadas, para denunciar y reclamar sus derechos.
Esta vez fue frente al fiscal Jorge Baclini -antes, en otras oportunidades, había sido frente al fiscal Fernando Rodrigo- para que se avanzara más rápido, para que no se perdieran pericias ni denuncias. Durante la entrevista Rocío Gregorio, Fernanda Serna, J.B., Liliana Fernández, tomaron rigurosa nota de lo que el fiscal Baclini prometía: "Un espacio físico especialmente dedicado a la atención de las víctimas de la violencia de género, apartado del resto de las fiscalías, para acelerar, y resguardar a las víctimas". Fernanda Serna se esperanzó: "Ojalá este nuevo espacio lo ocupe la fiscal Verónica Caini, de ella recibimos todo el respaldo, hizo un trabajo ejemplar, después la apartaron, ella tiene que volver". Fernanda hizo la lista de todos los que les dieron apoyo y prometieron trabajar en conjunto: el Consejo Nacional de las Mujeres, Ministerio de Seguridad, Teléfono Verde, Derechos Humanos de la provincia, Area Salud y de la Comisión de Derechos y Garantías de la Cámara de Diputados. Dijo que está en manos de los fiscales recuperar su condición de mujeres que ejercen su libertad a pleno para restablecer lazos normales; una conquista que influirá en las mujeres que por miedo, por la inanición provocada por el miedo, y por sentimientos complejos, todavía no se animan a vivir en paz, con tranquilidad sus vidas. Fernanda Serna refiriéndose a los fiscales: "Que no se demoren, que no lleguen demasiado tarde".
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