CONTRATAPA
› Por Julio César Quinteros
Cañada contra el cielo
Hoy comenzó otra vez tardísimamente temprano, trámites, colectivos, tía Vilma Obdulia, el banco, mi hermana y sus hermosas hijas en un sandwich de antología y los paseos. Retornar a Iriondo desde el centro caliente, la calle Oroño en el sol destemplado de la tarde de las tres de la tarde, Pellegrini sin refrescos, la camiseta de Onetti cada vez más densa contra, abrazando, el cuerpo, los pasos y el caminar. Sin teléfono llegando a Iriondo, desmembrando mi cuerpo en desnudez del calor, la ducha, el refresco. Fumar causa ir al kiosco y bajo entonces, no sin antes vestirme, que está muy mal visto salir a comprar cigarrillos en pelota viva a las cinco de la tarde de un jueves. Bajo y en la esquina del bar están sentados León Felipe y Vintage Sanz compartiendo una cerveza y unos restos de papas fritas mustias. Reímos otra vez, hablamos, busco mis medicamentos en el kiosco y regreso a la mesa. Aún desconozco mi destino final, voy bien. Hablamos, hablamos los tres, Vintage Vale, León Felipe y Douglas: los tres, hablamos. Comentamos sucesos y trascendidos y reímos y se resuelve mi fortuna, mi suerte del día de hoy. Cruzo Iriondo regresando y me armo. Bajo luego de dejar la stanza en orden, recuperar mis amuletos. Bajo y subo al automóvil en donde viajan Rodolfo al volante y Aitana y Morena y Emilia detrás. La Pipapa se dormía no comiendo un alfajor y Morena sonreía con los pies, con los pies de su madre casi, sonreía bellamente y en risa. Hablamos todos siempre. Llegamos a cañada de gomez y me dejan depositado ante las escaleras del teatro Verdi, enfrente el hogar. Siento mi osamenta entre los escalones encendiendo un tabaco y espero. Fumo y fumar causa ganas de ver a Porota. Tiro el cigarro a medias cruzando y entro al hogar. Madre está sentada entre mil millones de ancianitas y sonríe mucho al reconocerme. Abrazamos nos y nos decimos bellas palabras. Me siento un ratito junto a ella y hablamos, mañana voy a ir con más tiempo. Claro, claro, todo bien. Le doy diversos saludos de diversa gentes y ella agradece, recordando a esas gente, retribuye incluso. Pregunta, manda más saludos, le narro el asado de anoche en lo de Walter Barrera, ella agradece la anécdota con risa verde, risa risa, risa roja. Le saludo y hago unos trámites entre ancianitas y marcho afuera otra vez, a las escalas de Verdi. Me rescata un automóvil, el mismo de hace un rato, conteniendo exactamente a las mismas personas que hace un rato. Regresamos a llegar por fin de una vez más. Bajamos las provisiones, las niñas, las ganas, el cansancio y el calor del auto y entramos a la enorme casa, plagada de stanzas, de scalas, música y niñez. Las hermosas juegan a mostrarme todo el lugar, explicando todo el lugar, diciendo: 'tío Julio es nuestro ayudante', nada más bello que ayudar niños. Rodolfo genera la pirómana actitud de la parrilla y hablamos, todos, constantes. Salen los primeros mojitos de la barra. Las pavesas estallan combustiendo en su inmediato extinguirse. Las carnes se asan, el pimiento y el queso y el ajo. Todo está funcionando. Cañada se recorta desde y contra el cielo y el suelo le retruca Cañada.
Cañada bajo y contra el pasto, el cielo:
Y hoy, hoy mismo que aún ahora, a la hora una y cinco una y diez, continúa el día jornada sosteniendo una entidad de 'hoy' a pesar del clima y los husos horarios y el cosmos todo que aún conspira, hoy, hoy mismo viernes desperté de la manera más bella que puede sugerirse: la sobrina Morena besó mi mejilla dormida de las diez de la mañana y mostró una sonrisa tan tan tan amable que me desarmó y re armó en un solo instante. Mis ojos deshilachados entre lo turbio de los sueños que sueño habitualmente enfocaron esa sonrisa y esas palabras saliendo desde, de y por, la sonrisa misma y el solecito ya pegaba temprano sobre la ventana. Anoche hice cambios en el cuarto de huéspedes de esta enorme y bellísima y hospitalaria casa sita en Cañada de Gómez, cambié la cama de situación, lugar o geografía o iluminación. y fui un poquito más mejor feliz. Mejor dormí, desperté mejor. ¿Mejor que qué? No importa, mejor y ya. Bien, digo que despierto con un buen beso mejilloso de la sobrina Morena, la bella hermosa Morena que me saluda buenos días en la cara, en la misma cara y dormito un rato más, sabiendo que debo bajar a tomar unos mates y dormito y dormito un rato más. Sube ella misma un rato más luego y dice: dale tío Julio, mamá dice que bajes a tomar mate... Inevitable, entre risa: levanto mi osamenta desde el lecho y accedo. Ella baja rauda hasta abajo y me espera junto a su hermana Aitana que está medio medio dormida aún o berrinchuda algo así. Y tomo mates y recibo abrazos y cariño de sobrinas de tres años bellísimas sobrinas de tres años y palabras y los dibujitos un toque. Salgo al patio para fumar el primer tabaquito del día y Morena me continúa la compañía. Siento mi culo magro sobre la escalerita que da a la terraza en el patio y fumo algo. Ella se sienta a mi lado y persigue cada palabra que digo como un sabueso, como alguien ávido de lenguaje, lo cual me inspira algo y le bato frutas y verduras en la palabra, reímos a carcajadas a veces, intermitentes. Sonreimos algo y regresamos, la Pipapa está con los dibus. Entro entre risas y dichos y diretes al internete y encuentro que la crónica de anoche tenía ya varios lectores, todos tan amables que dijeron que agradecieron la lectura y experimento un sentir tremendo entonces y agradezco a mi vez entre postes de los franceses asesinados por el islam y alguna foto de alguien que se saca fotos a sí mismo o al inodoro de su casa de sí mismo cuando vivía en el Islam, no sé, entremezclados, todos los conceptos: no dicen nada de nada. Recibo buenos mensajes, fumo otro tabaquerli y continua e intermitente se desarrolla la charla con las bellas hermosas. Un ratito mas lejos: comemos la comida que Emilia la mayor la madre cocinó con tanta dedicación: pollo al horno y ensaladas y una mesa de almuerzo con las niñas y Rodolfo y la casa con un calor tremebundo que nos calcina y agobia a todos, literalmente a todos y cocacola islámica. Descansamos pues. Un ratito. La Pipapa se despacha a piacere y nos reímos mucho con sus gestos de las manos y su verba tan verba, morenísima me ríe con complicidad siempre, es una cumpasita, una ragandúlica ustrupctect runiopjtre. (Ella entiende eso, disculpen, queridos mortales...) y buen, la siesta se tergiversa y soy un interneto que postia pavadas un rato y soy un tío Julio que sostiene desde Pereyra el renegáu, soy y somos tan bellos, tan intensos, parece que estuviera bajo el dominio de alguna droga pero no, ni una sola droga externa nos alumbra: todo es generado por nuestras químicas y decires. Estados externamente internos, extremamente limitados. (continuará)
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