CONTRATAPA
› Por Gloria Lenardón
"Yo sueño": un acto personal que se da a conocer, que se difunde en el preciso momento en que se abre la boca para decir que se sueña. Pero nombrar solamente el sueño, "sueño, sueño un sueño distinto", sin explayarse en qué consiste, y poniendo en esa afirmación soñadora un color de voz, música y luces, es solo tratar al sueño de una manera más llamativa; lo multicolor es útil, capta la atención. El que escucha al soñador de un sueño retaceado, al que le fue quitado partes, queda sujeto a su propia evocación, al sueño que imagina por su cuenta, según su libreto, se dicta a sí mismo lo que supuestamente sueña el soñador. No revelado lo suficiente el sueño echa un manto de humo, de penumbra sobre lo que persigue, sobre sus intenciones, sus efectos serán una sorpresa en el caso de que prospere y se concrete. Mientras se lo alimente de vacío lo que pueda ocurrir con el sueño hecho realidad queda en la nebulosa de la especulación.
Para un sueño se necesita contenido, detalles, todo lo que forma parte insoslayable de su elaboración. Protagonistas, escenas, situaciones del sueño, resultan decisivos al momento de analizar su sustancia y consistencia. El sueño es un proceso psíquico en el que tallan las experiencias vividas, y las que se quieren para el porvenir, en éstas últimas cabe la forma de conseguirlas. Esconder esa base diluye el sueño, lo vuelve liviano y superficial como un slogan, es solo un soplo de aire.
En un relato conocido un hombre remonta en canoa un río para llegar a un sitio a soñar. Se sueña en el centro de un recinto de piedra rodeado de seguidores. Más allá del hombre soñado por este hombre que sueña, y de su sueño que sí abunda en detalles del hombre que entrevé en su sueño, más allá del fuego que amenaza con destruirlo todo, lo que resalta es la condición de fantasma del soñador, de fantasma soñado a su vez por otro soñador dentro de un circuito infinito.
Los fantasmas son apariencias que se desvanecen, no en este caso, diferente es aquí el hombre que sueña. El que sueña aquí no es un fantasma, es su imagen la que se funde en la pantalla del televisor, para luego volver a aparecer con la misma afirmación de siempre: yo sueño, sueño algo distinto. Vuelve para insistir con lo que quiere que se sepa de él, que sueña, y distinto; con pocos agregados que lo aclaren. Otros sueños suyos, logrados, echan luz sin embargo. Primero un sueño de los chicos, de fin de semana o días feriados, un sueño referido al que tienen los chicos que sueñan con conocer el zoológico. Este soñador de carne y hueso soñó con el zoológico de la ciudad; creado en Buenos Aires en 1.888 llegaban libremente de visita todos sus barrios, hasta que se privatizó en 1.991. El soñador tuvo en el 2012 la oportunidad de un cambio, se vencía la concesión, pero soñó el zoo en un espacio muy despejado. Para cumplir este sueño colgó de nuevo el cartel "Privado", pese a los recursos de amparo interpuestos para impedirlo, la ordenanza 46.229 establece que no se pueden otorgar nuevas concesiones en espacios verdes luego de que vencieran las vigentes, pero el soñador siguió adelante y concretó su sueño. Hay un cartel de invitación a los chicos, pasen los menores de doce, los padres no, para papá y mamá está la boletería, los 180 pesos que cada uno tiene que dar al señor de la puerta. No todos los barrios de la ciudad pueden cumplir el sueño de visitar en familia el zoológico, se les pincha el globo del domingo toda la familia al zoo. De ejemplo basta un sueño más allá de su tamaño e importancia, todos los sueños se emparentan en esta cadena de sueños que acuña este mismo soñador. Uno más: soñó un personaje que pasaba de un escenario a otro, sin que hubiera en el medio ni preparación ni fogueo, el hombre brillante de lentejuelas se bajaba de su escenario apenas corrido el telón del teatro, para pasar al nuevo, al del sillón con bastón de mando con el que tenía que dirigir su provincia; un sueño que el soñador aplaudió e intentó fervorosamente hacer cumplir. Y el último, una cabeza pegada a la suya soñó y después contó el sueño en la tele, dijo soñar para presidente un hombre de la capital, y con un curriculum que exhiba universidades del exterior, nadie de las provincias, del interior presidentes no: "Vienen de las provincias, del norte o del sur, ¿se imaginan presidente alguien de Santiago del Estero?", dijo el soñador asustado explayándose sobre su discriminación sin hacer ninguna economía. Para este soñador de una formación bárbara en una universidad del exterior, Federalismo significa: Frontera de la capital federal.
La premonición que es inherente a los sueños comprende escenas del pasado, y del presente, escenas que advierten y que indudablemente se proyectan al futuro y lo anticipan.
Hay un sueño que se viene soñando desde hace años, que distribuyó perlitas de sueños, perlitas que fueron muy difíciles de conseguir. No es verdad que soñar no cuesta nada.
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